La falta de plantas de reciclaje en el continente africano impulsó a una empresa holandesa a mandar teléfonos móviles rotos a Europa con el fin de darle nueva vida al 90% de sus componentes
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Eric Arthur no tiene mucho tiempo para el ocio: pasa la mayor parte de los fines de semana conduciendo por Ghana para recoger teléfonos móviles rotos. Desde su casa en Costa del Cabo, en el sur del país, puede recorrer más de 160 km en un fin de semana visitando talleres de reparación y desguaces, o cualquier lugar que tenga un suministro decente de dispositivos rotos.
En un buen fin de semana puede recolectar 400 de ellos. Además, maneja un equipo de seis personas que hacen lo mismo en otras partes del país. Entre ellos esperan recolectar alrededor de 30.000 teléfonos este año. Arthur y sus agentes pagan una pequeña cantidad a los vendedores por cada celular, entre 2,5 y 2,7 cedis de Ghana (unos US$0,44).
A pesar de que no se pueden reparar, en ocasiones deben persuadir a la gente para los entregue. “Un teléfono Android [nuevo] cuesta cerca de US$150 y les ofrezco menos de US$1 por él. Aunque ya no se puede usar, me dicen: ‘Pero lo compré a este precio, entonces, ¿por qué debería dártelo tan barato?’”, le dice Arthur a la BBC.
¿Por qué enviarlos a miles de kilómetros?
Closing the Loop es la empresa que les paga a Eric y sus seis colaboradores. La compañía envía los teléfonos recolectados a Europa, donde se descomponen y reciclan. Luego, una empresa de fundición especializada recupera alrededor del 90% de los metales de los celulares, un proceso para lo que incinera las piezas de plástico.
Joost de Kluijver, quién cofundó Closing the Loop con Reinhardt Smith, dice que la respuesta es simple: África aún no cuenta con las sofisticadas plantas de fundición necesarias para recuperar las pequeñas cantidades de metales de gran valor que se usan en la fabricación de un teléfono móvil.
“Falta todo para que haya plantas financieramente sostenibles”, dice. “No hay legislación, ni infraestructura ni conciencia del consumidor. Como resultado, no tienes dinero para financiar la recolección y el reciclaje adecuados”.
Mientras tanto, en África se venden alrededor de 230 millones de celulares cada año. Cuando ya no se necesitan, algunos son recogidos por la industria del reciclaje informal, pero la mayoría se desechan. Según el Global E-Waste Monitor, África generó 2,9 millones de toneladas de residuos electrónicos en 2019, de las cuales solo el 1% se recogió y recicló de forma eficaz.
“Los países africanos son expertos en la extensión del ciclo de vida, en la reparación y también en cierta medida en el reciclaje. Así que la mentalidad ya está ahí, pero faltan las herramientas adecuadas, especialmente para este tipo de residuos”, afirma de Kluijver.
Para pagar la recolección de teléfonos en África, Closing the Loop llega a acuerdos con empresas y organizaciones que le pagan alrededor de 5 euros (US$5,60) por cada teléfono nuevo que compran o alquilan a quienquiera que proporcione su tecnología. Por cada nuevo dispositivo, Closing the Loop recicla una cantidad equivalente de desechos electrónicos en países que carecen de capacidad de reciclaje formal.
Los 5 euros (US$5,60) por teléfono cubren la recolección, envío y reciclaje de un teléfono en África, además de algunas ganancias para la compañía.
Beneficio medioambiental
La creciente lista de clientes de Closing the Loop incluye a la empresa holandesa de servicios financieros y del gobierno, KPMG. Para los clientes es una inversión relativamente pequeña, pero tiene un beneficio medioambiental significativo. De Kluijver critica algunos esfuerzos recientes para establecer planes de reciclaje de residuos en África. Argumenta que, sin un modelo financiero sostenible y una legislación adecuada, tendrán dificultades para despegar.
Simone Andersson, por su parte, es muy consciente de esos desafíos. Ella es la directora comercial del Waste Electrical and Electronic Equipment Center (WEEE), que recicla dispositivos electrónicos en Kenia. Kenia no tiene un sistema de reciclaje administrado por el gobierno nacional, solo un servicio de recolección de desechos en algunas zonas.
La idea de WEEE Center surgió de Computers For Schools Kenya, una organización sin fines de lucro que proporciona computadoras renovadas a las escuelas. Su trabajo con las escuelas demostró que era necesario lidiar con los residuos electrónicos. La empresa de reciclaje se puso en macha en 2012. Este año, el WEEE Center espera recolectar 250 toneladas de desechos electrónicos, principalmente a través de acuerdos con grandes firmas como Total Energies y Absa.
Pero esto es solo una pequeña fracción de las 50.000 toneladas de desechos electrónicos que se estima genera Kenia cada año. Andersson tiene planes ambiciosos para establecer puntos de recolección en todo el país, en lo que la gente pueda dejar sus dispositivos electrónicos no deseados.
Ella dice que los kenianos son cada vez más conscientes de los problemas ambientales causados por este tipo de desechos y que les gustaría hacer algo al respecto. “La mayoría de la gente es muy consciente de los problemas generales de los desechos. Si hubiera una infraestructura alternativa, muchos estarían dispuestos a cambiar sus hábitos. Queremos ser parte de la solución de desechos electrónicos”, sostiene.
Modelo a seguir en África
El gobierno de Kenia está tomando medidas para ayudar a ese respecto. Hay un plan en marcha para que se apruebe la legislación de Responsabilidad Extendida del Productor (EPR por sus siglas en inglés), con la que la carga financiera de reciclar recaería sobre las empresas productoras o importadoras de productos electrónicos.
“Los estamos presionando porque vemos que es necesario en este país”, asegura Andersson. “Y también queremos que Kenia sea un modelo a seguir para el resto de África. Si logramos que las leyes se apliquen, será de ayuda. Tal vez no de inmediato, pero seguro que provocará un cambio de mentalidad y tendrá un gran efecto en los objetivos y estructuras”.
El equipo de taller del WEEE Centre de 10 técnicos clasifica y desmonta cuidadosamente los dispositivos electrónicos. Algunos metales, como hierro y cobre, pueden recuperarse localmente, pero los metales preciosos como el oro, el platino y el paladio que están incrustados en las placas de circuitos solo pueden ser recuperados por empresas de fundición especializadas en Europa o Asia.
Andersson dice que algún día le gustaría construir una planta de fundición en Kenia. “A medida que nos vayamos expandiendo, quisiéramos traer esa tecnología a África. ¿Por qué no a África oriental? ¿Por qué no a Kenia y Nairobi? Esa es una parte de nuestra visión”.
De Kluijver también espera que Closing the Loop pueda financiar plantas de reciclaje y fundiciones en África, pero hasta entonces, la siguiente mejor opción es enviar los teléfonos móviles a Europa. De vuelta en Costa del Cabo en Ghana, Eric Arthur ha visto mejoras en el manejo de desechos electrónicos en los últimos años, pero cree que es necesario hacer más.
“Con más educación, creo que la gente llegará a comprender la necesidad de disponer de los desechos electrónicos”, dice.
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