Por qué los celulares cuestan en la Argentina entre un 40 y un 100 por ciento más que en otros países
A los problemas con la economía argentina se le suman deudas en dólares, el crecimiento de la importación gris y los costos locales, para un mercado de venta de celulares que se redujo un 50% en los primeros meses del año
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Un celular Samsung Galaxy S24 Ultra de 512 GB puede costar US$ 1169 (más impuestos) en Estados Unidos. O 1699 dólares en Chile. En Argentina tiene un precio de 2.599.999 pesos (2166 dólares al MEP). El Motorola Razr 40 Ultra, sin impuestos, tiene un precio desde 699 dólares en Estados Unidos. En Chile, bordea los 1000 dólares. El precio local es de 1,5 millones de pesos (1250 dólares). En los casos de compra en pesos incluye cuotas sin interés, algo que no se consigue afuera.
Las marcas lo tienen claro: los celulares ya están entre un 40 y un 100 por ciento más caros en dólares que en Estados Unidos, incluso con producción local, terminando con una seguidilla de años en los que tenían un precio, en pesos, que era casi el mismo que su valor en dólares (calculados con la cotización del dólar tarjeta). Los motivos son varios: la devaluación de diciembre, el aumento del impuesto PAIS (al 17,5 por ciento actual: estaba en el 7) y, sobre todo, el nuevo contexto macroeconómico; paradójicamente más ordenado, con una brecha que ya no está por encima del 100 por ciento entre el dólar oficial y el paralelo. Sin embargo, este nuevo escenario tiene otros condimentos, destacan especialistas que hablaron en estricto off the record con LA NACION.
“Hay muchas cosas que vienen de arrastre, de hace tiempo”, señalan. “El principal es el stock de deuda, es decir, aquellos kits que se importaron, pero que no se pudieron pagar, por ejemplo”, especifican: en los últimos años no había cómo girar divisas al exterior, solo SIRA (aprobaciones para importar). Eso determinó dos cosas: por un lado, que a aquello no abonado se le incorpore el nuevo impuesto PAIS al querer pagar la deuda pasada. Por el otro, en caso de haber logrado traer los kits, que aún hoy todavía estén devolviendo el financiamiento que obtuvieron para poder seguir importando. A estos costos, explican distintas fuentes, hay que sumarle los costos logísticos (aéreos y terrestres, de ida y de vuelta entre el puerto de Buenos Aires y Ushuaia), el costo de la manufactura local (ambos impactados por la inflación), una devolución de IVA parcial, los impuestos internos (que son del 10,5 por ciento), ingresos brutos (3,22 por ciento), entre otros; todos tributos que estaban antes del 10 de diciembre de 2023.
Respecto de la suba del impuesto PAIS, señalan que no solo complicó el precio a futuro, sino también hacia el pasado. Señalan que el día que se termine de pagar la deuda, también eso impactará en precios. “Hoy hay teléfonos nuevos de una gama superior que pueden llegar a estar más bajos que modelos anteriores. Y es por eso”.
Demora en salir a la venta
Normalmente, son 100 días los que suelen pasar entre que llegan las piezas o kits de Asia, arriban a las fábricas, se producen y salen a la venta. Motorola lo hace en Ushuaia, mientras que Samsung, Xiaomi, Alcatel y TCL, en Río Grande.
Esos tiempos normales empezaron a ser más flexibles. “Es que estamos en un pozo, en un mal momento, con deuda con impuestos encima, con poco volumen, poca demanda, sueldos bajos. A medida que se vaya acomodando, mejorará todo, esperamos”, señalan desde un fabricante. Eso explica también por qué modelos que solían salir al mismo tiempo que en otros mercados, aparecen en el mercado argentino con cierta demora. “Estamos un mes, mes y medio más tarde”, admiten. El motivo de fondo: “si lanzo uno nuevo, se me clava lo viejo, no lo vendo más. Hay que empujar lo viejo. Demorás para sacar el stock, rotar. Pero en seis meses se regula todo”, vaticinan.
Resurge el mercado gris
Se trata de un tema sensible en el que todos coinciden: subió mucho la cantidad de gente que trae un equipo de afuera, atraída por la diferencia de precios. Pero ese fenómeno, lejos de ser algo de particulares y de la importación hormiga de los turistas, también está expandiéndose a formas más organizadas, dicen las empresas. “Hay contrabando cada vez más fuerte. Creemos que ya llega al 10 por ciento del total de equipos vendidos. Entran truchos al país y no pagan ningún impuesto de entrada. Se venden en negro. El gran problema es que el 90 por ciento se vende por plataformas de comercio electrónico que avalan el tráfico de teléfonos y los precios son menores. No tienen garantía, certificado eléctrico. Tienen componentes que no puedo reparar. Y no están homologados para funcionar en las redes de acá”, advierte un ejecutivo de un fabricante. La venta se hace con factura, pero esa sólo es válida para demostrar la transacción de venta, no la importación legal. El atractivo local, mientras, busca mantenerse con cuotas sin interés, soporte técnico y, sobre todo, con planes canje para equipos viejos.
Traer del exterior un teléfono -con excepción del iPhone, que no se produce acá y suele traerse de afuera-, está volviendo fuertemente. “Cuando vos tenés una brecha cambiaria grande, como tenías antes, eso queda diluido; pero cuando esa brecha no es muy significativa entonces sí, el producto argentino queda desfasado, se hace muy caro y tiene sentido traerlo de afuera o que crezca el contrabando”, explica el especialista Enrique Carrier. La pelea de los fabricantes versus las plataformas de comercio electrónico no es tampoco específica de la Argentina. En Brasil, la Secretaría Nacional del Consumidor, del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, a través del Consejo Nacional de Lucha contra la Piratería y los Delitos contra la Propiedad Intelectual, emitió una carta que obliga a Amazon y Mercado Libre a eliminar los anuncios de venta de los teléfonos móviles irregulares.
Una contracción enorme
Según pudo saber LA NACION, tampoco sería una opción importar los teléfonos de gama alta para acercar su precio final al internacional. Al precio de venta del equipo terminado en China y su transporte “habría que sumarle los tributos por importar un producto finalizado, es decir, un 35 por ciento”, calcula una fuente del sector. Mientras esperan que la macro y la microeconomía se terminen de ordenar, este, ya saben, no será un buen año. Si el año pasado se despacharon un poco más de 8 millones de celulares (lejos del pico máximo de venta de equipos para el mercado argentino, 14 millones de unidades hace una década), este año se esperan menos de 6 millones. “El mercado tuvo una fuerte retracción durante el primer trimestre (un 50% menos de ventas respecto de 2023) y viene con una leve mejora durante el segundo. Esperamos una caída total año del 30%”, señaló otra fuente de la industria.
La contracción brutal no es solo de los celulares: las ventas de tecnología en general cayeron un 33% en el primer trimestre del año, comparadas con el mismo periodo de 2023, según Cámara Argentina de Distribuidores Mayoristas de Informática. Según sus datos, además de la baja en las ventas en el primer trimestre del año, comparado contra el último trimestre de 2023 las mismas cayeron un 24%. Por su parte, las importaciones se desmoronaron un 59% versus el año 2023 y un 84% versus 2022.