¿Podrá ser la tecnología la aliada para que finalmente trabajemos menos, y no más?
El avance de la digitalización durante la pandemia aceleró este debate, que plantea desafíos para empleados y empleadores. En Argentina se presentaron proyectos de ley que buscan equilibrar el tiempo que se dedica al trabajo y al ocio, y que suman ideas aplicadas en otras partes del mundo
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En los últimos años, se comenzó a debatir en diferentes partes del mundo, entre ellos la Argentina, la necesidad de reducir la jornada laboral, manteniendo el mismo salario. Mejorar la calidad de vida, optimizar la producción y hasta favorecer la redistribución del trabajo son algunos de los beneficios que se vinculan a esta propuesta.
Islandia fue uno de los primeros países en llevar adelante, entre 2015 y 2019, una prueba de la reducción de los días laborales a gran escala. Los beneficios fueron contundentes: los trabajadores redujeron su nivel de estrés, lo cual derivó en menos burnout y por ende, menos ausentismo y mejor desempeño.
La pandemia generó un cambio en la cosmovisión en gran parte de la población: se comenzó a valorar más la necesidad de encontrar un equilibrio entre la vida personal y laboral. Esto, sumado al avance de la digitalización que hizo ver que es posible ganar en flexibilidad sin mermar el desempeño, permitió que este debate sobre la reducción de la semana laboral cobrara más fuerza.
“La pandemia aceleró la conversación porque todos aprendimos que se podría trabajar de forma remota y con cierta flexibilidad”, resume Charlotte Lockhart, cofundadora y directora de 4 Day Week Global, una ONG que provee apoyo a gobiernos y empresas de todo el mundo que quieran implementar la semana laboral de 4 días.
Esta iniciativa surgió luego de que Lockhart y su socio, Andrew Barnes, llevaran adelante esta estrategia en su compañía Perpetual Guardian, en Nueva Zelanda. Buscaban que sus empleados tuvieran más tiempo para sus familias e intereses personales. Sabían también que de ese modo podrían mejorar la productividad del negocio.
“La prueba resultó un éxito y generó interés en todo el mundo. Quedó claro que era un tema sobre lo cual la gente, empresas y gobiernos querían saber más”, destacó. La conversación se llevó adelante con 16 horas de diferencia y a través de una videollamada: ella desde Nueva Zelanda y quien escribe desde Argentina. La reflexión obligada es que la tecnología ha acortado tiempos y distancias, lo cual también impacta en la necesidad de redefinir la forma de trabajar.
“Algunas empresas realmente se inclinan por mejorar sus posibilidades con nueva tecnología, pero la mayoría de las empresas simplemente usa mejor la tecnología existente, es decir, de una manera más efectiva. Creo que tenemos que hablar del cambio cultural más que de la tecnología en sí”, reflexiona Lockhart.
Lo que necesitan nuestros hijos es más tiempo
Ella cree que las nuevas generaciones hoy tienen una concepción muy diferente a la que sostiene la generación X, con una visión más vinculada al exitismo laboral.
“Mi generación es muy conocida por el burn out y nuestros hijos, que son millennials o centennials, nos han visto trabajar de más y no quieren esa vida y yo tampoco”, dice. Y añade: “En el siglo 21 todo lo que les ofrecemos a nuestros hijos es más: más educación, más comida (hay una pandemia de obesidad), más viviendas. Y en realidad lo que necesitan nuestros hijos es más tiempo”.
En la actualidad, en Argentina, Chile, España, Suecia, Bélgica, Australia, Alemania, Francia, Italia, Israel y el Reino Unido, entre otros, están comenzando a analizarse proyectos para implementar este cambio.
Las propuestas varían, pero todas giran en torno a lo mismo: reducir la cantidad de horas semanas que se dedican al trabajo sin bajar los salarios. Algunos proponen jornadas de cuatro días a la semana; otros de cinco días, pero con menor carga horaria.
La tecnología como facilitadora
El avance tecnológico de los últimos tiempos ha permitido optimizar tiempos en procesos de industrialización, así como en la realización de tareas en diversos ámbitos: desde la administración de recursos hasta la ejecución de pagos.
Esto implica que en muchos sectores se necesite menos horas humanas para alcanzar objetivos. Todo esto conlleva a una resignificación del tiempo que se le dedican a muchas tareas. La automatización invita a replantearse tipos y formas de trabajo de antaño.
Esto, sumado a las herramientas de comunicación que han facilitado el trabajo remoto e híbrido, permiten pensar la posibilidad de reducir la jornada laboral sin que eso afecte el volumen de producción o de servicios prestados.
Por otra parte, toda esta revolución digital ha traído aparejado un cambio cultural: según un estudio de Udesa y Microsoft, el 77% de la gente en relación de dependencia en Argentina prefiere trabajar de forma híbrida.
Esta flexibilidad también se busca a la hora de pensar la cantidad de horas que se le dedican al empleo. La idea es que el empleo deje tiempo para el ocio y otras actividades. La pandemia y el avance de la digitalización mostraron que esto es posible. O al menos que hay lugar y un contexto para dar el debate.
Las propuestas en Argentina
La Argentina tiene una jornada laboral estipulada en un máximo de 48 horas semanales. Así está establecido por la Ley 11544 que es de 1929, es decir que está próxima a cumplir un siglo de vigencia.
En nuestro país se han presentado en la Cámara de Diputados, desde hace más de dos años, diferentes proyectos. Uno de ellos es el postulado por el diputado nacional del Frente de Todos y secretario general de la CTA, Hugo Yasky que plantea establecer una semana laboral con un máximo de 8 horas diarias y no más de cuarenta horas semanales. Por su parte, la diputada Claudia Ormachea presentó una propuesta que establece una jornada máxima de 6 horas diarias o 36 semanales.
Los argumentos a favor
Mejorar la calidad de vida de las personas: “El objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas, ya que, entre otros efectos, la disminución de las horas dedicadas al trabajo remunerado generará un efecto positivo en la armonización de la vida laboral, familiar y social”, reflexiona Ormachea.
Optimizar la productividad de las empresas y reducir pérdidas: La falta de descanso impacta de distintas maneras: baja la productividad, aumenta el ausentismo y aumenta el riesgo de que los trabajadores contraigan enfermedades crónicas.
En un informe reciente, La OMS y la OIT advirtieron que las jornadas de trabajo prolongadas aumentan las defunciones por cardiopatía isquémica o por accidentes cerebrovasculares.
Estos problemas de salud tienen un costo alto para las compañías que los emplean, así que la reducción de la jornada laboral también tendría un impacto positivo para los empleadores.
En el Reino Unido, se comenzó a llevar adelante una prueba de la reducción de la jornada laboral. La prueba se inició en junio y participan 73 empresas, de las cuales 41 respondieron una encuesta recientemente para evaluar la situación laboral. Alrededor del 86% de los encuestados dijeron que mantendrían la semana laboral de cuatro días después de que finalice la prueba.
A su vez, la mayoría de las empresas dijo que está funcionando bien para su negocio, mientras que el 95% dijo que la productividad se mantuvo igual o mejoró durante la semana más corta.
Atraer y retener talento
Según la investigación ´Escasez de talento 2022´ realizada por Manpower, el 73% de los empleadores argentinos no puede encontrar el talento con las habilidades que necesita, la cifra más alta en 15 años. Esto sucede porque los empleados, sobre todo luego de la pandemia, no solo buscan un buen salario, capacitaciones y posibilidades de hacer carrera, sino también contar con suficiente flexibilidad para lograr un equilibrio entre el tiempo que le dedican a sus trabajos y a su vida personal.
“La clave estará en ofrecer una propuesta de valor que incluya un sentido de propósito y bienestar, además de un liderazgo empático para un mundo digital”, dice Gustavo Aguilera, director de Talent Solutions y People & Culture de ManpowerGroup Argentina. Y añade: “Consideramos que, en un mundo donde el talento se ha convertido en el recurso más escaso, las empresas que quieran ser competitivas tendrán que prestar atención a las prioridades de las personas a la hora de diseñar sus esquemas laborales e implementar sus políticas de Recursos Humanos”.
Según la ONG 4 Day Week Global, un esquema de 4 días semanales permite avanzar hacia un reparto más equitativo de las tareas de cuidado entre hombres y mujeres. Así también lo sostiene Ormaechea. “Favorecerá la posibilidad de una mayor y mejor distribución de las tareas de cuidados (alterando la proporción actual de la carga horaria que indica que, del tiempo de trabajo total, las mujeres dedican un tercio al mercado y dos tercios al trabajo no remunerado, mientras que para los varones la relación es inversa -CEPAL 2016). Esto último redundará en nuevas o mejores posibilidades laborales para las mujeres que hoy deben afrontar la doble carga del trabajo remunerado y no remunerado o inclusive tener que optar entre uno u otro”, reflexiona la diputada.
Los desafíos
El primer desafío es ver de qué manera se implementará en el país. Para que esto suceda se necesita una normativa que le dé forma; los proyectos están en debate. La necesidad de reducir la jornada laboral no es algo que solo se esté planteando en este país, sino que es materia de debate a nivel global. Las pruebas se están realizando tanto en regiones desarrolladas como en vías de desarrollo. El punto será luego ver si se puede aplicar en todas las industrias y cómo será la letra chica. Por lo pronto está planteado el debate. El tiempo dirá si el mundo está preparado para este cambio o todavía no.