Perseverance: es lo más avanzado de la NASA, pero usa una computadora de 1998
El chip central es una versión resistente a la radiación del PowerPC 750 de las iMac G3; además, con el dron Ingenuity, Linux también llegó a Marte
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Lo hemos dicho muchas veces, y aunque sigue siendo difícil de asumir, es un hecho irrefutable: casi todas las máquinas que existen hoy en el mundo son computadoras o son controladas por una computadora. Y fuera de este mundo, también.
Es el caso del Perseverance, el nuevo rover de la NASA que llegó a Marte el 18 de febrero y que es el más avanzado de su exitosa familia. El vehículo puede movilizarse, está cargado de sensores e incluso cuenta con la compañía de un dron, llamado Ingenuity; es más bien un dron autónomo, porque con unos 10 minutos de demora para comunicarse con el planeta rojo desde la Tierra (en este momento), olvidate del control en tiempo real.
Y todas estas tecnologías de vanguardia, aunque parezca mentira, son controladas mediante un cerebro electrónico de una generación hace mucho superada, olvidada, abandonada en el arcón de la nostalgia geek: un PowerPC 750. Es decir, el microprocesador de (entre otras) las iMac de 1998. Para que se ubiquen, son las primeras iMac, las que tenían una carcasa translúcida y de vistosos colores no convencionales (para la época) y con las que Steve Jobs empezó a revertir la catastrófica situación en la que se encontraba Apple en ese momento. A propósito, las iMac, de diseño icónico y disruptivo, nacieron de la misma mente genial que el iPhone, la de Jonathan Ive. Jon Rubinstein, el ingeniero detrás de las iMac, fue también el creador del iPod.
Para ponernos en contexto, 1998 fue el año en que nació Google (en septiembre) y los celulares solo servían para hablar por teléfono y mandar mensajes de texto mediante teclados numéricos en los que había que apretar tres o cuatro veces cada tecla para obtener el carácter que estábamos intentando tipear. Lujazo.
No existían WhatsApp, Instagram, Facebook o Twitter, y las computadoras no tenían varios gigabytes de memoria, sino unos pocos mega. Las iMac, anunciadas en agosto de 1998, venían con 32 megabytes de RAM (eso es 125 veces menos memoria que la que tiene tu smartphone) y todavía no usaban el nuevo sistema operativo que Apple le había comprado a la compañía de Steve Jobs, NeXT, y que unos tres años más tarde se convertiría en el Mac OS X.
Pues bien, pese a los cambios monumentales que experimentó la tecnología en los últimos 23 años, el Perseverance echa mano de un chip que para todos los fines prácticos hoy sería obsoleto. Sí, pero con dos salvedades, que en los titulares, inevitablemente, se pierden.
Primera, no es el mismo chip, sino el mismo diseño. O sea, no mandaron a Marte un rover con un microprocesador usado o canibalizado a alguna vieja iMac. Segundo, su sencillez (10,4 millones de transistores; el original tenía 6,35 millones y los actuales tienen varios miles de millones de transistores) permite fabricarlo en versiones resistentes a las condiciones marcianas: radiación ionizante y temperaturas extremas, sin contar los sacudones del lanzamiento y el aterrizaje. Digamos: sería un problema que una computadora se cuelgue a (promedio) 225 millones de kilómetros de distancia. Previsiblemente, además, el Perseverance tiene una computadora de respaldo, por si la principal falla.
Así que en rigor, el Perseverance utiliza una versión preparada para tolerar esas violentas de un viejo chip RISC que, originalmente, fabricaban IBM y Motorola para las iMac. El clon anti-radiación del PowerPC 750 se llama RAD750, es fabricado por el contratista de defensa BAE Electronics y cuesta unos 200.000 dólares. Es, no obstante, unas 15 veces más lento que el chip en tu notebook. El Perseverance no tiene apuro, de todos modos. Lento, pero seguro, sería el concepto. ¿Por qué seguro?
Porque el tiempo es un aliado de estas misiones hiper críticas. El PowerPC 750, como otros chips que hoy parecen piezas de museo, tienen algo de lo que ninguno recién salido de fábrica puede presumir: se ha probado en la trinchera durante años, se sabe que es robusto y se le conoce hasta el último de sus caprichos, de tenerlos (todos los tienen, dicho sea de paso). Así que esto de reciclar antiguos cerebros electrónicos para tareas que no pueden fallar es bastante común, desde las líneas de producción hasta, bueno, las misiones espaciales. O las impresoras y los routers, para volver a poner los pies sobre la Tierra.
Un datito más. Con el Perseverance Linux también llegó a Marte. En realidad, con el Ingenuity, una prueba de concepto de la NASA que usa Linux y un entorno de aplicaciones llamado F Prime, que la agencia espacial creó como código fuente abierto para sus dispositivos de tamaño pequeño (los cubesats, por ejemplo). No es el primer territorio fuera de la Tierra que conquista el software libre en general y Linux en particular (la Estación Espacial Internacional ya se habían mudado a este sistema hace más de siete años), pero sí es una gran noticia que haya llegado a otros planetas.
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