Olas artificiales: una empresa argentina diseñó un sistema que permite hacer surf en entornos urbanos
Usa un sistema de aire comprimido para generar las olas; requiere una pileta gigante; es un desarrollo único en América latina
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“Acercar la experiencia de surfear a la Ciudad”. Esa es la misión de La Ola Group, una empresa de tecnología argentina que está intentando competir con las pocas, pero fuertes, empresas a nivel mundial; desarrollan olas artificiales para piletas que, por sus características, tienen que tener al menos un tamaño específico que permita barrenarlas con una tabla de surf. Ya superadas las pruebas, están listos para salir al mercado. “Empezó como un sueño”, dice Ezequiel Fernández Lobo, director comercial y, claro, fanático del surf.
La idea surgió hace 9 años. Hubo acercamientos y aportes del Conicet y del Departamento de Fluido Dinámico de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. Luego empezó el centro de investigación y desarrollo propio en Cardales. “Fueron varios años de desarrollo interno hasta que supimos que podíamos salir a escala real”, explica Fernández Lobo. En el equipo cuentan con ingenieros de todo tipo: mecánicos, electrónicos, civiles, industriales. Uno de ellos, de 28 años, es el que, por ejemplo, hizo su tesis con este sistema. En total, son más de 20 miembros en el equipo. Este desarrollo es el primero en Latinoamérica y los socios de la empresa se autofinanciaron para llevarlo adelante.
Cómo funciona la máquina para hacer olas
La máquina, construida con insumos ya existentes en la industria (caños similares a cualquiera que existe en obras civiles, o compresores como los de las automotrices), dispara agua alojada en una cámara mediante aire comprimido. Las olas van en diferentes direcciones, y hay zonas para expertos y otras para principiantes. Necesita, para su funcionamiento, un tamaño mínimo de pileta: 60 x 150 metros. Las razones son obvias: tiene que haber suficiente espacio para generar el efecto, para poder deslizarse sobre la ola, y para poder hacer todo esto evitando los accidentes. El sistema es modular: se pueden agregar más fuentes de olas a medida que se agranda la pileta.
“Lo que te da es más garantías que el mar. El fondo puede estar cubierto por arena u otro material, para que no sea un golpe duro como un golpe de piedra en el mar. Además, ya sabés desde dónde va a salir la ola. No es lo mismo que estar en el mar, donde además de entender técnicamente cómo subirte a la ola tenés que conocer el medio: cuánto dura, por dónde entrar, cómo hacer para no chocarte. Todo eso está planeado”, desarrolla el director comercial.
En total, un parque acuático de este nivel requiere una hectárea como mínimo para funcionar, y en general se los plantea como desarrollos inmobiliarios. El segmento es relativamente nuevo: el primer parque de olas a nivel mundial se inauguró en 2015. Wavegarden, española, es una de las empresas líderes en el mundo de este tipo. De hecho, ya tiene 6 parques de olas artificiales alrededor del mundo. Una está en Praia da Grama en Brasil; Alaia Bay, en Suiza; en Corea del Sur, en Australia y la primera, que fue en Gales. “Está pensada para un desarrollo inmobiliario alrededor, un tiempo compartido o para tener un parque acuático. Y que alrededor por ejemplo crezca un polo gastronómico, un lugar de compras. La idea es trasladar la vida de playa a la ciudad, tenerlas en cualquier parte”, agrega Lobo.