Inteligencia artificial, nuevas empresas, autos autónomos y la estrategia en móviles: el CTO de Microsoft habla de todo y de todos
Norm Judah no suele protagonizar los titulares más resonantes del mundillo tecnológico; por el contrario, se trata de un nombre en general ajeno al oído del tecnófilo que devora diariamente novedades relacionadas a la innovación. Judah pasa bajo el radar de las grandes marquesinas “tech”, pero puertas adentro, en los laboratorios, es una de las personas con mayor autoridad para hablar del pasado, presente y futuro de la industria de unos y ceros, ya que se desempeña como CTO (Chief Technology Officer) de Microsoft , donde trabaja desde hace un cuarto de siglo.
No se trata de un puesto más dentro del gigante de Redmond. Bajo su ala se concentra la estrategia técnica, la innovación, las comunidades técnicas y el desarrollo de personal técnico, entre otras responsabilidades. Norm y su equipo son los encargados de definir además la dirección de productos y tecnologías, ejes centrales de una firma de tecnología que ha llevado adelante una profunda reconversión bajo la tutela de Satya Nadella.
El ejecutivo, que invierte gran parte del año viajando a distintas conferencias alrededor del mundo, estuvo en la Argentina en el marco del XI Congreso Internacional de Economía y Gestión “Econ 2017”, organizado por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Minutos antes de subir al escenario para hablar de innovación digital en el ámbito de los negocios, dialogó con LA NACION y brindó su visión sobre los cambios habidos en la industria del software en las últimas dos décadas, la irrupción de la Nube y el boom de la inteligencia artificial, entre otros tópicos.
“Cuando llegué a Microsoft, hace 27 años, la innovación en la industria del software era mucha, pero estaba concentrada en un grupo reducido de empresas, en puntos geográficos específicos. Hoy eso quedó atrás, ya que la globalización y el acceso a la Nube hicieron que la innovación esté distribuida por todos lados”, explica Judah, y agrega: “Hoy podemos ver grandes innovaciones en Asia y en América, África se está reinventado en materia de software y Kenia quiere ser el puerto de información de su continente. Sin embargo, todavía persiste cierta sensación de aislamiento. Existe gran innovación aquí y allá, pero no se comparte y distribuye lo suficiente. Hay capacidad para mucho más”.
Innovar es fácil, perdurar es difícil
Ante este panorama mundial, donde diariamente surgen nuevas startups, ¿Se torna más difícil ser innovador en materia de software? Para Judah no solo no es difícil innovar hoy en día; por el contrario, es quizás demasiado fácil: “Continuamente se crean, detienen y cambian un montón de compañías. Actualmente cualquier empresa de software puede aspirar a hacer 15 millones de dólares o, por qué no, 100 millones de dólares al año, lo cual es un gran éxito. Sin embargo, para mí el valor de una compañía en esta industria reside en hacer de ese éxito algo perdurable; ese es el verdadero desafío y es mucho más difícil alcanzarlo”.
La Nube es clave en la masificación de las empresas dedicadas al desarrollo de software. Hoy en día un grupo de dos o tres personas pueden comenzar rápidamente a operar con esta tecnología, aunque, según destaca Judah, siempre tiene que haber detrás una gran idea: “Con Nube o sin Nube, la idea debe ser buena”. Otra barrera que se elimina por esta vía es la territorial, y así lo explica el ingeniero canadiense: “Puedo tener un equipo en Estonia desarrollando algo para otro equipo de América del Sur sin que haya ningún problema en ellos mientras ambas partes se entiendan entre sí. Realmente me gusta el software ‘global’, pero lo que es mucho más interesante es escribir un software global que pueda funcionar de forma local, adaptándose a cada tipo de usuario, ya que son distintos dependiendo del país. La nube, en este sentido, ha quitado parte de la fricción”.
-¿Cómo ha cambiado la industria del software en los últimos 20 años?
-La primera observación que hago es que los cambios son omnipresentes, se está siempre cambiando. Hubo un periodo bastante estable, entre la llamada revolución de las computadoras personales y la revolución de los smartphones, fueron 10 o 15 años de estabilidad. Si bien ya pasaron 10 años de la explosión del “mobile”, hoy muchos miran al futuro pensando que va a ser igual al presente, pero seguramente veamos algo distinto, como por ejemplo la proliferación de “agentes inteligentes” con los que uno pueda interactuar. Siempre hay un nivel de cambio. Muchas cosas pueden pasar; sobre todo en el plano económico. Hoy se puede comprar algo u obtenerlo como un servicio, y ese concepto comenzó con el software. Se está cambiando la manera en la que las empresas ofrecen funcionalidad y nuevas capacidades para sus consumidores; por ende, no es una cuestión meramente tecnológica, sino económica. Otra cuestión importante es la velocidad, ya que se pasó de plazos de entregas de tres años a un año, una semana o, incluso, un día. Esa es probablemente la gran consecuencia del desarrollo tecnológico, las velocidades han cambiado. La discusión económica y la discusión sobre la velocidad están íntimamente unidas.
-¿Cuál ha sido el impacto de la inteligencia artificial?
-Vayamos un paso atrás. La inteligencia artificial no comenzó la semana pasada, los investigadores han estado trabajando en ella desde hace 30, 40 o 50 años. Lo que hace visible y usable hoy a la IA son dos cosas, una es la riqueza de los algoritmos, ya que son cada vez mejores; la otra es el espacio para correrlos. Hace 40 años tenías que correr este tipo de desarrollos en un laboratorio especialmente diseñado para tal fin, en manos de ingenieros calificados. Hoy podés hacerlo en la Nube, incluso accediendo desde un browser. Las convergencias de estos dos aspectos hicieron de la IA algo mucho más accesible. Ahora podés ver esta tecnología en todos lados, pero la estuviste usando por un largo tiempo sin que lo supieras, ya que se ubica en un segundo plano sin quedar expuesta.
Ahora bien, mirando hacia futuro, uno debe tener una estrategia en torno a la inteligencia artificial, en cuanto a cómo usarla y cómo investigarla. Actualmente toda compañía o universidad debe planificar una profunda estrategia al respecto, ya que los cambios son cada vez más rápidos. Cosas simples como el reconocimiento de voz y de imagen, el mantenimiento predictivo y la optimización de cadenas de suministro tienen un real valor de negocio. Una consecuencia interesante de este es el comportamiento ético de la IA, el cual creemos que es increíblemente importante, aprendiendo sobre su rol, el uso por parte de los usuarios. Será un paso importante entonces la construcción de un manifiesto sobre su uso, ya que se utilizará cada vez más y habrá que estar seguros de sus implicaciones éticas, algo necesario para que finalmente sea un éxito.
Judah hace una pausa para concentrarse en Cortana, la gran apuesta de Microsoft en el cada vez más disputado mercado de Inteligencia Artificial. “A mediano plazo, los agentes inteligentes pasarán a ser una de las vías principales por las que las personas se comunicarán con un sistema. Se dará de una manera natural de la misma manera que hoy se levanta un teléfono”. Al respecto, grafica con un ejemplo de lo que el servicio puede hacer hoy y que mejorará a medida que vaya a aprendiendo más sobre los hábitos del usuario: “Sin dar una fecha concreta puedo decirle que organice mi viaje. Cortana sabe que vengo a la Argentina porque tiene acceso a mi calendario; con esta información y el conocimiento de mis consumos, en un futuro podrá contactarse con los bots de mi aerolínea de cabecera y cadena de hoteles favorita, realizando las acciones necesarias para luego mostrarme distintas opciones de vuelos y reservas de habitaciones”.
Respecto a los recientes acuerdos firmados entre Microsoft y Amazon para asociar las plataformas Cortana y Alexa, el ejecutivo aclara que se trata de “una manifestación de algo que está creciendo, el ecosistema de datos”. En concreto, ambas empresas entendieron que sus datos son valiosos cuando se combinan, pero augura un problema más económico que tecnológico para el “Marketplace” de datos: “¿Te pago una sola vez por los datos? ¿Todas las semanas? ¿Una vez al año? ¿Cuál será el modelo a negocio a seguir por acceder a ellos? Hay muchos escenarios de este tipo hoy en día, donde se accede a datos de otras compañías. La mayoría de tus datos son valiosos, pero tenés que encontrar para quienes son valiosos. Y viceversa”.
Hardware, el concepto de “borde” y el futuro de los móviles
El desarrollo de la inteligencia artificial tiene su repercusión en el ámbito del hardware. En Microsoft, está concepción cobra aún más relevancia ya que este año la filosofía de la compañía pasó a girar alrededor del concepto “Intelligent Cloud / Intelligent Edge” que pregona no solo una Nube más poderosa, sino también la conformación de un gigantesco ecosistema de dispositivos conectados que permita realizar infinidad de operaciones más cerca del usuario que del datacenter. El “borde inteligente” postula que lo datos se procesen y analicen en un punto cercano a donde es capturado en una red.
“La pregunta es: Si va de la Nube al borde (edge) y al celular, ¿donde corren estas plataformas? Si tengo un parlante o un dispositivo Bluetooth inteligentes ¿Cuánto puedo correr en ellos y cuanto voy a tener que correr en la Nube? Por eso estamos trabajando en lo que llamamos ‘Intelligent Edge’, en estos bordes que se mueven desde los datacenters hasta los dispositivos. Si tengo un pequeño sistema de IA corriendo en una máquina en una línea de producción, que además debe tomar decisiones de manera rápida, puedo tomar ese borde y acercarlo lo más posible al dispositivo”, explica Judah. El objetivo es, entonces, posibilitar nuevas maneras de administrar recursos para manejar cómputos complejos sin utilizar servidores; construir aplicaciones específicas que puedan responder a eventos que se presentan.
“El código sigue siendo el mismo, no quiero correrlo de manera distinta, quiero correrlo en un lugar distinto, por ende, la cuestión es mover este borde más o menos cerca de la Nube. Podes combinar eso con un dispositivo liviano como un auricular o uno pesado como una Surface. Estos algoritmos deben ser consistentes y el código soportable y distribuible, porque si estoy en la industria ambiental, en una refinería, no puedo llevar un headset o cargar cualquier equipo, pero si estoy en una oficina tengo más capacidades disponibles y voy a interactuar con el sistema de otra manera”.
La industria de autos autónomos , que avanza a paso firme en Silicon Valley y sus alrededores, es un escenario propicio para probar los nuevos esquemas de Nube distribuida de Microsoft. El ejecutivo celebra este boom ya que “aprendemos muchísimo de ellos, porque están en etapas tempranas y empujan mucho la innovación”. Al respecto, agrega: “Cuando un auto autónomo entra a un túnel y pierde toda comunicación con la Nube, es el citado borde, que se encuentra dentro del vehículo, el que brinda las capacidades necesarias al sistema. No es solo un asistente inteligente; es mucho más corriendo en el auto y redefine el rol del hardware en este tipo de unidades”.
-La industria automotriz pasó a tener características similares a la de la industria tecnológica. ¿Qué impacto tiene en ustedes esta reconversión?
Cuando hablamos de este nuevo escenario de autos y maquinarias inteligentes, hay que tener en cuenta que su software en un momento va a ser obsoleto y los cambios se darán más rápido, lo que significa que el modelo de desarrollo y el ciclo de vida para esos dispositivos van a cambiar. Ese ciclo de vida pasa a ser una combinación del hardware, su construcción, y del software. Ese es un cambio importante desde el punto de vista de negocios, es un cambio real ya que aporta dos modelos de ciclos de vida, uno lineal y otro no lineal. Si todas estas compañías se convierten también en compañías de software es inevitable que las cosas cambien.
Volviendo al automóvil, se trata de una unidad muy complicada, con muchas computadoras, redes y cámaras. Nosotros vemos el desarrollo de software para esta industria desde una perspectiva de plataforma, ya que nos dedicamos al desarrollo de ellas. Puede ser para un auto, un camión, un avión, un barco o un tren. Tenemos que tener una vista más amplia y pensar en distintos tipos de escenarios; es un ítem importante porque obliga a pensar en que software vamos a desarrollar: una plataforma general o una específica para cada tipo de transporte.
-Si hablamos de la relación entre hardware y software, tenemos que referirnos a difunta la división móvil de Microsoft. ¿Cuál es la estrategia a seguir en este mercado de ahora en adelante?
-Nos aseguramos tener una oferta de software robusta de la mano de plataformas como Office, Outlook y Swiftkey, y trabajamos para estar presentes en el resto de las plataformas móviles. Tenemos excelentes aplicaciones para iOS y Android, pero es la redefinición del futuro de los endpoints (N. del A.: la interface a través de la cual los sistemas externos pueden enviar y recibir mensajes) lo que definirá su desarrollo a futuro. La era del teléfono en la que estamos ahora comenzó hace 10 años, por lo que el verdadero reto hoy es identificar cual será el próximo endpoint. Probablemente deba tener buenas capacidades de comunicación oral. ¿Será táctil? ¿Se interactuará con una pantalla? ¿Lo podré poner en mi bolsillo o viajar con él?
Es parte de la definición de borde, algunas veces va a estar en la Nube y otras más cerca de mí. Tenemos que redefinir la manera en la que las personas interactúan con los sistemas. Si me preguntas a mí, probablemente en 10 años hables con alguien que tenga un dispositivo que ni siquiera parezca un teléfono. Puede ser un auricular o un gadget que esté conectado a vos, por lo que la manera en la que vas a interactuar con él va a ser muy diferente. A largo plazo tenés que preguntarte cuál será el modelo de interacción más natural entre personas y sistemas. Primero hay que pensar un modelo de comportamiento, para después pensar en el dispositivo.
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