Invirtió dinero y le mostraron enormes ganancias, pero le pidieron más plata para unos trámites burocráticos y terminó sin esa plata y sin sus inversiones
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La posibilidad de ganar mucho dinero de forma rápida y sin demasiado esfuerzo es uno de los principales motivos que llevan a muchas personas a invertir en criptomonedas, impulsadas por las noticias y comentarios que abundan respecto de las alzas de dos y tres dígitos en la cotización del bitcoin, entre otros criptoactivos.
En el afán de ganar tanto dinero como sea posible, los inversores se sumergen en territorios desconocidos, donde reina el anonimato y la anarquía. Todo esto desde una enorme sensación de facilidad: ganar dinero usando solo el celular y chateando por un mensajero instantáneo. Pero a medida que la atención de los inversores amateurs y especuladores se vuelca hacia el mundo cripto, también aumenta el caudal de estafadores que combinan técnicas tradicionales con la inmaterialidad de las inversiones digitales para engañar a sus víctimas.
Supuestas ganancias millonarias
Juan Reis, de 51 años, invierte en criptomonedas desde hace unos pocos meses. Para informarse más sobre el tema, forma parte de varios grupos en Telegram. “Un día, una persona de uno de esos grupos me agregó a otro grupo de una empresas que mina cripto y se llama AX Trade Capital Investment. En su website ofrecían varios planes para participar: uno de 50 a 500 dólares, otro de 501 a 2000 dólares y otro de 2001 a 5000 dólares. Yo invertí 50 dólares, con la promesa de que a las 24 horas iba a recibir un retorno del 18%. No sospeché sobre ninguna estafa, porque pensé que en el peor de los casos iba a perder esos 50 dólares -admitió-. En total deposité 76 dólares y me enviaron un link a un dashboard donde podía ver cómo iban minando y cómo crecían mis ganancias. Al día siguiente del depósito el panel indicaba que yo tenía 7740 dólares. Cuando pedí retirar el dinero el administrador me indicó que debía depositar otros 2000 dólares para poder hacerme de mi dinero a las 72 horas”, explica.
Reis ingresó ese momento a través de la red de Binance y esperó el tiempo indicado mientras veía cómo sus ingresos seguían creciendo: “en total tenía 61.000 dólares, por lo que decidí retirar todo. Le solicité esto al administrador y me dijo que tras realizar algunas verificaciones de seguridad, iba a ver el monto acreditado en mi cuenta de Binance, pero el dinero nunca llegó”, explicó.
Días más tarde, una persona de la misma firma se contactó con Juan y le dijo que debía hacer dos pagos de 500 dólares cada uno para poder completar el retiro: “Ya estaba jugado así que coloqué mil dólares más vía transferencia. El administrador me dijo que yo estaba en un plan VIP y que debían verificar muchos datos. En simultáneo me felicitaron, porque ya había juntado una ganancia de 7 cifras. Tiempo más tarde, me indican que debía invertir otros 5000 dólares para poder retirar mis ganancias”.
Extrañado, Reis les sugirió descontar los 5000 dólares de los 61.000 dólares que debía extraer, pero ellos se negaron a avanzar con esa idea. Allí comenzó a desesperarse, y contactó a otras personas del grupo, pero no pudo entablar diálogo con ninguna, aunque veía que esa gente publicaba capturas de pantalla de sus propias cuentas, donde mostraban cómo, supuestamente, estaban logrando ganancias millonarias.
“De repente, el website de AX Trade Capital Investment dejó de existir y, en su lugar, hay otro que se llama Traders-Global, que surge de la fusión de dos empresas. Mientras tanto, en mi tablero veo que tengo acumulado un par de millones de dólares, que no puedo retirar hasta que no les envíe 5000 dólares, lo cual es absurdo, -admite Reis-. Hablé con varias que personas que supuestamente trabajan en la firma, pero no llegamos a ninguna solución porque me indican que no pueden hacer nada hasta que yo no haga mi depósito; mientras tanto, en el grupo entran nuevas personas que son tentadas a invertir. En total perdí 3500 dólares, muchos días dormir y solo gané mucho estrés”.
Cómo funciona la estafa
Es la versión cripto de la estafa nigeriana: la promesa de una fortuna que está ahí, a un par de clics de distancia, pero que destrabarse requiere de un pago de dinero (real). Por supuesto, esa inversión -y las ganancias generadas- no son reales; pero el coro de secuaces que aseguran estar ganando fortunas suman veracidad. Lo probé con un paseo por esos grupos: apenas ingresada ya recibí propuestas de personas desconocidas que, a través de mensajes privados, me ofrecían la gran oportunidad de ganar miles de dólares en cuestión de días. Lo único que tenía que hacer era transferir una módica suma de dinero hacia una empresa de minería de criptomonedas. Como todo es digital y remoto, no hay forma de hablar con una persona de carne y hueso si surge un problema; y alcanza con un cambio de nombre para la firma y de usuario para que el contacto se desvanezca sin rastro.
Cómo evitar caer en la trampa
Los grupos de Telegram liderados por las plataformas para compraventa de criptomendas avisan con frecuencia que hay usuarios tratando de hacer scams (estafas). De la misma manera, cada vez que una persona recibe un mensaje privado de un desconocido, da aviso para alertar a los otros.
Dentro de estos grupos liderados por las plataformas de compraventa de criptoactivos tampoco se permite que los usuarios recomienden inversiones, y hay moderadores que se ocupan de hacer cumplir las normas para evitar que las criptoestafas ocurran. Pero los controles no son perfectos.
Daiana Gabriela Gómez es organizadora de Latbitcoin y miembro de la comisión directiva de la ONG Bitcoin Argentina, que tiene una clínica de atención a estafas. En simultáneo, ella investiga sobre este tema desde hace más de 5 años. “Estas criptoestafas son un engaño tipificado en la legislación penal -explica-, pero es difícil avanzar porque combinan lo peor de dos mundos: por un lado, todo lo que tiene que ver con dinero y, por el otro, la tecnología”.
Gómez describe algunas pistas para que el inversor advierta que está hablando con un delincuente: “Estas personas buscan entablar una relación de cercanía con la víctima. Además, ofrecen invertir en criptomonedas supuestamente nuevas pero que, en realidad, no existen, así como en minería y token. También aprovechan las ganas de que tienen las personas de resguardarse de la inflación o de hacer dinero rápidamente, por lo que estos ataques abundan en países emergentes”.
Otros patrones comunes son que los estafadores muestran objetos de lujo que supuestamente compraron con las ganancias obtenidas, hablan con una retórica cercana a lo religioso, muestras opulencia, apelan a la expectativa de consumo frustrado de los inversores, y usan siempre la idea de “Sé tu propio jefe”. Por lo general suelen hablar en español neutro y utilizan palabras complejas.
Respecto al vocabulario, Cristian Borghello, especialista en ciberseguridad y director del Observatorio de Delitos Informativos de Latinoamérica, aclara que “en algunos casos los delincuentes no son personas sino bots. En otros casos, son usuarios que no dominan el español, entonces utilizan traductores online; por eso utilizan palabras extrañas y no usan el femenino”.
“Los estafadores muestran websites de empresas que no existen, capturas de pantalla falsas y comprobantes de saldos y ganancias irreales. También hablan de minar en la nube, algo que tampoco existe”, sostiene, y compara: “Lo que hoy se da con las criptoestafas es lo mismo que sucedía hace 5 años cuando llegaba un mensaje por mail de un príncipe senegalés que necesitaba dinero y, cambio de unos pocos dólares, luego entregaría varios miles”.
Gómez y Borghello destacan que también se trata de estafas piramidales: “Como prometen pagar altas comisiones por atraer miembros, muchas personas hacen que sus familiares y amigos caigan en la trampa, y que no puedan retirar nunca el dinero invertido ni las supuestas ganancias”.
Qué pueden hacer los damnificados
En la Argentina no existe un protocolo para poder orientar a las víctimas de criptoestafas, por lo que es difícil encontrar una fiscalía especializada. Además, hay pocas denuncias sobre este tipo de estafas, porque a mucha gente la avergüenza admitir que ha caído en una trampa. Frente al hecho consumado, Gómez invita a las víctimas a comunicarse con la clínica de orientación legal gratuita de Bitcoin Argentina, que atiende a individuos potencialmente perjudicados por delitos o incobrables en operaciones con criptoactivos. Además, señala que es importante hacer la denuncia correspondiente para visibilizar este problema, aunque Borghello admite que la víctima no recuperará el dinero perdido, porque el rastro que deja es casi imposible de seguir.
“La forma de cortar este problema de raíz es configurando el mensajero para que extraños no puedan contactar al usuario y tampoco puedan sumarlo a un grupo”, comenta Borghello. Para eso, en Telegram hay que abrir el mensajero, ir a “Ajustes”, “Privacidad y seguridad”, y en la parte de “Privacidad”, elegir la opción “Grupos y canales” y, luego “solo los contactos agendados pueden enviar mensajes y sumar a grupos”.
Por último, Borghello recuerda: “Si alguien ofrece más de 15% mensual en ganancias es una señal de que es altísima la probabilidad de una estafa. Si la inversión es baja, también. Esto se debe a que como existe el mito de las estafas son por mucha plata, los delincuentes atacan a miles, pero por poco monto, como le sucedió a Juan Reis”.
Como dato anecdótico, la gente de clase media parece ser las más susceptible de caer en estas trampas: “Se trata de personas que trabajan mucho y están a la espera de su golpe de suerte -analiza, mientras escuchan que con las inversiones en criptomonedas es posible ‘salvarse’”.