"No me gusta tu cara": ¿discriminan las aplicaciones?
Hoy con una foto selfie en un teléfono celular ya podemos operar en el mercado bancario y llevar nuestro DNI o cédula de conducir. Todo legal. Pero: ¿qué sucede cuándo la reglamentación es muy optimista, la tecnología no funciona y las aplicaciones nos terminan discriminando?
La Argentina ha evolucionado mucho en la integración del teléfono a nuestra vida diaria en el último año: pagar con QR, recargar la tarjeta SUBE, operar en bancos, pedir la comida a domicilio, comprar productos, desbloquear una bicicleta o pedir un taxi es algo común para mucha gente. Ya estamos acostumbrado a abrir una aplicación para gestionar casi cualquier cosa. Esta semana se anunció la posibilidad de llevar nuestro DNI digital también, y desde hace unos meses podemos identificarnos en aplicaciones mediante una foto de tipo selfie, generando la misma validez legal que la presencia física validada con DNI.
Pero encontré un problema, y creo que como sociedad debemos reaccionar rápido o terminaremos viviendo en un capítulo de la serie Black Mirror, donde la tecnología automatizada sin una mirada adicional derivará en problemas sociales y de vulneración de derechos ciudadanos.
La nueva prueba de vida
Hace unos meses, Presidencia de la Nación lanzó una app llamada Mi Argentina, "la aplicación oficial del perfil digital del ciudadano". Desde esta semana la aplicación permite tener tanto el DNI digital como la Cédula de Conducir y la Cédula del Automotor con la misma validez de las credenciales físicas, entre otras documentaciones.
¿Cómo sabe la aplicación que somos quienes decimos ser y mantener así la seguridad de los documentos? Luego de registrarnos con datos personales debemos validar nuestra identidad utilizando las cámaras del celular, realizando una "prueba de vida" que demuestre que somos nosotros y no alguien con una foto nuestra frente a la cámara. Esta prueba consiste en hacer ciertos gestos ante la cámara que varían entre guiñar un ojo, sonreír, cerrar los ojos o girar la cabeza. Estas fotos se envían vía Internet a una computadora administrada por el Registro Nacional de las Personas (Renaper), entidad que confecciona los DNI y los pasaportes.
Una vez analizadas las imágenes, en unos segundos este organismo estatal le contesta a la aplicación con un puntaje (entre 0 y 100), que es el porcentaje de similitud que tendría la persona que está haciendo la prueba con el número de DNI ingresado. Si todo sale bien el puntaje es alto, la aplicación nos valida y ya podemos acceder a todos sus beneficios.
El Sistema de Identidad Digital
La identificación mediante fotos no es propia de la aplicación Mi Argentina; el Renaper tiene el Sistema de Identidad Digital (SID), que se define como la "validación remota de identidad en tiempo real mediante factores de autenticación biométrica (reconocimiento facial) y fotografía del DNI (...) un modo de identificación legalmente válido y adaptado a las nuevas tecnologías según los términos de la ley 17.671 y su reglamentación decreto 1501/09". Este servicio está disponible para todos los organismos públicos y también para las empresas privadas que quieran agregar identificación en sus propias aplicaciones o sitios web. De hecho, ya hay otras aplicaciones del Estado Nacional usándolo, como la de la AFIP.
El Banco Central también ha autorizado a bancos, a empresas que ofrecen billeteras virtuales y a casas de cambio digitales a identificar a los clientes mediante estos mecanismos biométricos reemplazando con el mismo nivel legal la presencia física y la firma en papel. Las empresas financieras empezaron usando sistemas donde fotos selfies se validan manualmente por un empleado de la empresa. Desde la salida del SID ya muchas han pasado a la modalidad automática de identificación biométrica, presciendiendo así de que fuera una persona la que mire las fotos y las valide.
De esta forma, la identidad digital es un servicio que provee el Estado argentino a terceros y será cada vez más importante y utlizado por más aplicaciones, sitios web y lugares públicos en el futuro. Mediante un trámite digital, cualquier organismo gubernamental o empresa que cumpla unos requisitos mínimos, puede pedir acceso al SID e integrar su app o sitio web para identificar biométricamente a cualquier argentino. El servicio tiene un costo por validación, que quien lo utiliza le debe pagar al Renaper para cubrir los costos de mantenimiento.
Hasta ahora todo suena excelente. Ahora bien, hay un problema y lo estoy viviendo en carne propia: el SID me niega la identidad digital.
Una aplicación me discrimina
Si entraras a un banco a sacar una cuenta bancaria, te miraran fijo a la cara, te pidieran que sonrías y luego te dijeran: "disculpame, a vos no te puedo atender, probá mañana", ¿qué sentirías? Es un claro acto de discriminación; pero si te lo dice un algoritmo pareciera que nadie tiene la culpa: "es automático" me responden constantemente liberando culpas. Un algoritmo no es una persona pasible de cumplir una ley, pero sí lo es quien usa el algoritmo como herramienta.
Debido a que no tengo identidad digital, yo hoy no puedo tener mi DNI digital ni mi Cédula de Conducir en el celular, así como tampoco puedo usar la aplicación de la AFIP, ni tampoco he podido crear cuentas en diversos bancos o billeteras virtuales de las que se han lanzado en los últimos tiempos. Al principio desestimé la gravedad del hecho: "será algún problema temporal" imaginé y seguí con mi vida, como seguro a muchos otros les ha ocurrido. Pero con el correr de los meses y ante el reiterado problema de que ninguna app valida mi cara, empecé a pensar que esto es algo más grave.
Uno de los errores que tiene el SID es que supone que los sistemas tecnológicos son infalibles. Hay infinitas posibilidades de problemas técnicos que pueden existir y la explicación técnica escapa a la gran mayoría de la sociedad. Si la identificación biomética automática es hoy un proceso válido legalmente pero sin alternativa manual, tenemos un problema.
He intentado pasar la prueba de vida con las app de AFIP y Mi Argentina; también he intentado registrarme como cliente en tres empresas financieras que ofrecen billeteras virtuales: no pude. Las empresas no me aceptan como cliente y no es por mi historial crediticio, o porque no cumpla algún requisito, es simplemente porque no les gusta mi cara, o a los algoritmos del SID. O en realidad es porque la única vía de identificación que tienen es el SID; no puedo ir a una oficina y validarme en persona, y no puedo solicitar un proceso de identificación manual por otras vías. ¿No es ésto un acto discriminatorio al no mediar una forma de resolverlo?
¿La culpa siempre es del otro?
He realizado todos los reclamos en cada uno de estos bancos, apps y en el Renaper y en la respuesta generalizada es "probá de nuevo", derivando siempre la culpa en el usuario. Lo cierto es que por mi naturaleza de programador yo ya había intentado 50 veces, con distintos teléfonos celulares, de distintas marcas y variedades de cámara, en distintos momentos del día y con variaciones de luz. En las mismas condiciones, otros ciudadanos fueron validados rápidamente ante mis ojos afirmando cada vez más que ésto es algo conmigo. Por supuesto que no imagino un ensañamiento personal pero: ¿cómo podemos asegurar que no podría ocurrir algo así en el futuro?
Tengo el último DNI vigente y renové el pasaporte hace apenas dos meses. Para colmo, soy de esas personas que quien no me ve hace 20 años me dice que estoy igual. Luego de 50 intentos de sacar fotos al DNI y hacer gestos guiñando ojos, sonriendo, y cerrando los ojos, la sonrisa me queda cada vez más desdibujada. Uno de los bancos luego de mi insistencia aceptó la realidad: "El Renaper nos dio una baja coincidencia". O sea, el SID dice que yo no me parezco a mí y por eso no estoy en condiciones de usar ninguna aplicación del Estado o privada.
Empecé a investigar cómo resolver el problema. Y ahí descubrí que no existe forma de resolverlo: en la web del SID oficialmente dice que si no te valida "puede deberse a que no se ha tomado correctamente el frente o el dorso del DNI o bien que la prueba de vida no fue realizada adecuadamente". O sea, la única opción para el Estado es que sea mi culpa y acá está el grave error.
Cambios necesarios para el futuro
Dado que este sistema de identificación lo provee el Estado y cualquier privado lo puede usar, en unos años para mayor seguridad apps y sitios web de comercio electrónico podrían requerir identidad digital, así como para acceso al home banking, a realizar reclamos judiciales o a mi cuenta de WhatsApp.
¿Me puedo convertir en un ciudadano de segunda clase? ¿Seré un vagabundo digital si no consigo resolver el problema? Un sistema como el SID debería estar contenido por una regulación que tenga procedimientos para: 1) explicarme con el mayor detalle posible qué sucede cuando hay un rechazo, 2) darme instrucciones para resolver el problema de fondo, y 3) ofrecer una vía alternativa de identificación.
Luego de hacer la prueba de vida fallida, es importante que el sistema en lugar de decirme "probá de nuevo", indique el error exacto para que cada uno sepa si es un problema de su cámara, de iluminación, o de que la base de datos del Renaper tiene algún problema con nuestro registro. Para este último caso, debería existir un trámite para que el organismo revise el sistema y encuentre la falla e indicarme cómo resolverlo, como convocarme a tomar nuevas fotos.
Por último, el SID debería obligar a los proveedores a ofrecer vías manuales de identificación ante rechazos o el mismo SID habilitar la posibilidad de una validación manual (en persona o a distancia). Hoy la única respuesta es "probá de nuevo" y ya todos conocemos la cita de autor anónimo que "locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes".
El Estado tiene que encontrar la forma de que nadie pueda escudarse en un algortimo para no dejarnos usar un servicio o acceder a cierta información. Si existe una identidad digital con valor legal de presencia física, debemos garantizar que estén dadas todas las condiciones para ejercer el derecho de todos los ciudadanos a utilizarla.
Yo se que esta mañana me desperté, me miré al espejo y me veo bastante parecido a mi; me falta convencer a un algoritmo.
Maximiliano Firtman