Nilus, una app para que la comida no se desperdicie y llegue a comedores sociales
En la Argentina, tres de cada 10 niños padecen hambre o malnutrición (según datos del Observatorio de la Deuda Social de la UCA), mientras 400 toneladas diarias de alimentos se pierden sin ser consumidos, lo que equivale a tirar un kilo de comida diario por persona.
Nilus es un emprendimiento tecnológico que tiene como misión combatir el hambre y el desperdicio de comida. Para esto utiliza tecnologías de punta como geolocalización, big data, tableros de visualización y algoritmos de optimización de rutas para "rescatar alimentos que están a punto de desperdiciarse y llevarlos lo antes posible a comedores sociales que los necesitan". Se suma así a Banco de Alimentos, que también tiene una aplicación para gestionar la donación de comida.
El sistema funciona al estilo Uber y conecta mediante una aplicación a generadores de alimentos y posibles desperdicios, con transportistas y organizaciones sociales que pueden aprovechar esa comida que de otra manera iría a la basura.
La plataforma fue presentada por Ezequiel Lamónica, licenciado en ciencias de las computación de la Universidad de Buenos Aires y emprendedor tecnológico, durante el reciente lanzamiento del Instituto de Inteligencia Artificial de la Universidad Austral.
"Usamos la tecnología con un fin social y ambiental", describe Lamónica, quien se unió a Nilus hace más de un año para desarrollar la plataforma. En 2015 había creado Green Code, una compañía de software especializada en logística que trabaja para grandes marcas de consumo masivo.
A partir de esta experiencia, fue convocado por Ady Beitler, emprendedor uruguayo y co- fundador de Nilus. "En principio, ofrecí desarrollar una plataforma similar a las que usan las empresas para la distribución de sus productos en forma voluntaria, pero finalmente decidí asociarme al proyecto", cuenta.
Una tonelada y media al día
Hoy, la plataforma es usada por los Bancos de Alimentos de la ciudad de Rosario y Mar del Plata, Cáritas y organizaciones comunitarias en Villa Itatí y La Matanza. También realizaron unos acuerdos con Walmart, Granja Tres Arroyos y con el Mercado Central, donde a partir de las donaciones que realizan una docena de puesteros, logran rescatar por día 1,5 toneladas de alimentos por día y llevarlas a distintos comedores en la Capital Federal y el Conurbano.
"Nuestro foco es trabajar con alimentos frescos como carne, verduras y frutas, que son los de mayor calidad alimenticia y no suelen ser donados porque se echan a perder rápido", destaca Lamónica.
Al no contar con stock ni depósitos, la clave es procesar la información sobre oferta y demanda de alimentos y transportes disponibles al instante, para realizar las entregas en cuestión de horas.
Soluciones tecnológicas para el hambre
Gracias a esta herramienta, los encargados de los comedores y organizaciones comunitarias pueden ver la oferta de alimentos en sus celulares. Existen restricciones a esta oferta según el "perfil" de cada entidad (cantidad de asistentes, si brinda almuerzo o sólo merienda, ubicación, etc). Cuando hacen el pedido, se dispara una convocatoria a los transportistas y aquellos que tienen disponibilidad aceptan el viaje.
En el sistema pueden inscribirse transportistas independientes o agrupados en empresas y cooperativas. Los choferes deben contar con registro profesional y vehículos adaptados para transportar alimentos frescos o que requieran cadena de frío.
Por ahora, el sistema funciona mediante acuerdos con grandes generadores de desperdicio de alimentos y redes de comedores comunitarios, pero la idea es ir llevándolo hasta los comercios y verdulerías minoristas, así como a merenderos y comedores barriales más pequeños.
A medida que la plataforma crece en número de usuarios y volumen de datos, se pueden aplicar algoritmos para que, a partir del historial de compras, se puedan predecir las necesidades de cada comedor comunitario, o asistir a sus organizadores en la planificación de menúes equilibrados con frutas, verduras de estación y alimentos disponibles para donar.
Los instituciones sociales reciben gratis los alimentos (ya que son donaciones), y sólo se cobra el envío. Hoy Nilus está desarrollando otro esquema por el cual los comedores barriales pueden agruparse para hacer compras conjuntas y conseguir un mejor precio en alimentos frescos. "Lo que hacemos es unir la oferta con la demanda, en base a la información", describe el socio de Nilus.
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