Neil Papworth: "Antes del SMS no me interesaba tener celular"
El 3 de diciembre de 1992 envió el primer mensaje de texto de la historia
Este año se enviaron, en promedio, más de 300.000 SMS por segundo en todo el mundo, según datos de la consultora Portio. Esto es, 300.000 veces por segundo, alguien -o algo, porque también los hay automáticos- envió, en alguna parte del planeta, un mensajito a un celular. Todos los días del año. En 2011 fueron casi 8 billones de mensajes; es decir, un 8 seguido de 12 ceros. Caracteres más, caracteres menos, eso es algo así como el texto de 500 millones de libros. Veintiún veces todos los que están guardados en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
Para todo y un poco más
Usamos el SMS (siglas de Short Message Service; Servicio de Mensajes Cortos) para recordarle a una persona que la queremos mucho; que nos encontraremos a las 10 en lo de Carlitos; que la veremos allí pero en un toque, porque estamos en camino; que estamos en la puerta del edificio, aunque enviar el mensaje sea más farragoso que tocar el timbre. También está quien lo usa para informarle a alguien que la pareja ha terminado; que está despedido (sí, se ha hecho); que la vaca Florcita está en celo (sí, en Suiza y Finlandia). Todo lo que pueda plasmarse en un texto inteligible de hasta 160 caracteres, incluido -lamentablemente- el spam que llega a las 3 de la mañana para alertarnos sobre que somos ganadores de una promoción que no deseamos.
Una persona, hace 20 años, envió el primer SMS. El inicial. El primigenio. El que abrió esa avalancha de palabras cortadas, abreviadas, de espantos gramaticales y de mucha comunicación. Contacto. La charla íntima con el que no está cerca, la confesión que no podría hacerse cara a cara, la conversación, la unión remota de bolsillo a bolsillo.
El que envió ese primer mensaje, el 3 de diciembre de 1992, se llama Neil Papworth. Y tiene un correlato, claro: existe, también, una persona que fue la primera en el mundo en recibir un SMS. Se llama Richard Jarvis, y en ese entonces trabajaba en la compañía Vodafone, en Inglaterra.
Papworth -también inglés- tenía 22 años, se había enamorado de las computadoras desde su Sinclair ZX80 (a los 10 años) y era uno de los que estaban construyendo, para Vodafone, el primer centro de gestión de SMS del mundo.
El texto del mensaje de Papworth (insisto, el primero de la historia) fue: Feliz Navidad .
Un poco adelantado, para ser un 3 de diciembre. "Fue así porque en la oficina de Vodafone estaban festejando la Navidad en forma adelantada", le explicó Papworth a LA NACION. No hubo sorpresa, sin embargo: "No sé cuál fue su reacción, pero yo tenía alguien al lado que hablaba por teléfono con otra persona que estaba en esa oficina, al lado de Jarvis, y que confirmó que el mensaje había llegado".
Papworth usó una computadora para enviar el mensaje. Jarvis lo recibió en un Orbital 901 (uno de esos antiguos teléfonos-valija), el primer celular en permitir la recepción de mensajes. Pero no podía responderle con un Gracias, igualmente porque ese equipo ¡no admitía mensajes de texto!
Idea de pizzería
Aun así, fue la coronación de más de un año de trabajo; Vodafone presentó el servicio unas semanas después. ¿Fue un éxito inmediato? De ninguna manera. Nadie tenía teléfonos capaces de aceptar los mensajes de texto (menos enviarlos). Las operadoras no sabían cómo cobrarlos. "Al principio sólo podías recibir -recuerda Papworth-, y cuando después fue posible el envío, en 1993, sólo podías conversar con gente de la misma operadora. Recién cuando se hizo interoperable comenzó a hacerse popular."
Ocho años habían pasado desde que el finés Matti Makkonen tuvo la idea, en una pizzería de Copenhague, de un sistema que aprovechara la entonces naciente red de telefonía móvil para enviar mensajes escritos; nunca patentó su idea. Los detalles menores -como la elección de 160 caracteres como límite- fueron definidos por Friedhelm Hillebrand y Bernard Ghillebaert para las redes GSM (entonces sólo en uso en Europa), y el mensaje de texto se estandarizó en 1990.
"Lograr implementar todo fue bastante difícil, porque las cuestiones técnicas no estaban terminadas del todo, y era difícil probar que funcionaban -dice Papworth, que hoy vive en Montreal-. En los años siguientes viajé por todo el mundo instalando sistemas SMS para diversas operadoras, y estuve casi 20 años en Sema -la empresa a cargo de la implementación- desarrollando software relacionado con el tema. No me compré un celular hasta mucho después del primer SMS. Para mí, entonces no tenía sentido tener uno."