Moto Razr: probamos el nuevo smartphone con pantalla flexible
Este martes Motorola presentó, para la prensa internacional, al nuevo Moto Razr con pantalla plegable: como los modelos de Samsung o Huawei, el teléfono tiene una bisagra que permite doblar la pantalla para modificar el tamaño general del teléfono. Lo estuve probando durante la presentación, y aquí van algunas impresiones iniciales.
Más compacto
Me gusta la idea de que un teléfono se haga más compacto al momento de llevarlo en el bolsillo del pantalón, en la mochila o la cartera. Huawei y Samsung quieren que tengas una tableta para hacer más cosas; Motorola quiere que el teléfono interrumpa menos cuando no se usa, y creo que acierta en ese camino (quizá la mejor confirmación de esto es que Samsung ya dijo que prepara un dispositivo con el mismo concepto para 2020). Al llevarlo en el bolsillo, cerrado, es una sensación rara: estamos acostumbrados al rectángulo rígido en el bolsillo delantero o trasero del pantalón, y con esto cambia completamente. No se siente que estemos llevando un teléfono. Es más grueso que uno convencional (14 mm) pero no abulta demasiado.
La pantalla flexible
La pantalla de plástico es, claro, su mayor incógnita. Es un OLED de plástico con una resolución modesta (2142 x 876 pixeles), pero que queda muy bien en la pantalla de 6,2 pulgadas: no se extraña una mayor definición a simple viste. Tiene muy buenos colores y contraste. Motorola diseñó la bisagra para que la pantalla tenga tres puntos de pliegue y no uno solo; la bisagra sostiene la pantalla y esto se nota cuando uno pasa el dedo por donde se flexiona la pantalla. Pero en los equipos de prueba (flamantes) no se apreciaba a simple vista el doblez como sí pasa con el Galaxy Fold. El tiempo dirá. Como sea, ya hay una diferencia táctil al desplazar el dedo por la pantalla. No molesta, pero está ahí. ¿Cómo se comportará ese plástico con el paso del tiempo, con la presión de las uñas, con una miguita de pan o polvo sobre la superficie que sea arrastrado por el dedo sin querer? No sabemos todavía.
La bisagra con una flexión tipo gota
La pantalla está sujeta por un marco de acero que evita que se expongan sus bordes y, en teoría, protege todo el mecanismo de las motas de polvo que arruinaron los primeros equipos de Samsung. Y que se doble en forma de gota, o bulbo, reduce el estrés mecánico sobre la pantalla, porque no depende de un único punto de flexión. Es muy ingenioso porque las pantallas plegables no se doblan como un papel: tienen un radio mínimo de doblez. Cuanto mayor sea ese radio, menos se estará forzando la pantalla, y eso logra Motorola con la bisagra del Razr. Pero cuando se abre y se cierra el teléfono la pantalla se separa del cuerpo del equipo. Esto es inevitable, pero igual es un punto posible de daño.
Se abre con las dos manos
Hablando de la bisagra: es dura. Se siente rígida. Lo bueno es que esto hace que cuando está abierto el Razr se sienta como un smartphone moderno; estamos acostumbrados a una superficie recta, un bloque sólido de vidrio, y acá el Razr deja una buena impresión de solidez. Lo malo es que el teléfono, en lo posible, debe abrirse con dos manos; quienes añoren la época de abrir el Razr original con un gesto del pulgar (algo que fue uno de los lineamientos del diseño de 2004) ahora se encontrará con que el teléfono se abre más cómodo con dos manos. Se puede abrir insertando el pulgar entre las tapas, pero no es un gesto tan cómodo, y hay que empujar la tapa hasta que se abra por completo. Sí se puede cerrar con una sola mano, ideal para finalizar una llamada con un gesto terminante.
Con el teléfono en un puño
El Moto Razr recupera una sensación perdida con la llegada de los smartphones monolíticos, la de llevar el teléfono en el puño, y se siente muy bien en la mano cuando está cerrado; las tapas son sólidas, no tienen movimiento lateral y quedan pegadas, a diferencia del Galaxy Fold, en el que Samsung debió dejar una luz entre las tapas y el lomo (formando un triángulo isósceles) para no forzar la curvatura de la pantalla. El diseño de Motorola, con esa triple flexión, evita esto y deja un dispositivo mucho más compacto.
Abierto, mide 172 x 72 x 6,9 mm; cerrado mide 94 x 72 x 14 mm. Esos 14 mm son lo que hicieron famoso al Razr original. Esto también debería ayudar a evitar que la pantalla junte polvo. A la vez, la tapa superior del teléfono tiene unos topecitos internos para dejar un mínimo de luz entre ambas partes del teléfono. Al tenerlo en el bolsillo se nota la diferencia entre una tapa (de vidrio) de la otra (de acero, con un tramado típico de Motorola) lo que facilita sacarlo del bolsillo en la posición correcta.
La pantalla externa es interactiva
La pantalla externa del Moto Razr no está de adorno. Es un panel OLED de 2,7 pulgadas debajo de una cubierta de vidrio curvo que protege toda la tapa superior, y es sensible al tacto. Tiene las notificaciones estándar de Motorola (las mejores del mundo Android, a mi gusto, por sus posibilidades de interacción) y ahora agrega más funciones. Cuando llega un mensaje de Whatsapp o un mail se puede leer el texto, descartar la notificación o responderla, con mensajes automáticos sugeridos por Android o con un texto dictado al teléfono. Todo, sin abrir el Razr. Está muy bien resuelto, es muy intuitivo para usar, y es un buen agregado; evita forzar al usuario a abrir el teléfono cada vez que quiere ver la hora o que le llega una notificación. También permite controlar la música, y esa pantalla se transforma en un visor para la cámara, que está a su lado.
La cámara principal para selfies
La cámara principal es de 16 megapixeles, con apertura f/1.7 y autofoco de doble pixel y por láser, además de estabilización digital de la imagen. Se puede usar para tomar una selfie con el teléfono cerrado (la pantalla externa es en colores y tiene una resolución decente) o hacer videollamadas. Con el teléfono abierto se puede usar como una cámara convencional, y apelar al sensor de 5 megapixeles que tiene junto a la pantalla interna para otras funciones. No pude probar la cámara más allá de algunas fotos que no forzaron el sensor, pero que tenían buena definición y balance de colores. Motorola incorporó un modo nocturno, guías para ayudar en el encuadre, disparo automático ante una sonrisa y cosas similares. Falta probarla con más tiempo, pero parece una cámara típica de Motorola, con calidad razonable pero lejos de un tope de gama (Samsung y Huawei fueron por otro lado, con las cámaras de sus mejores equipos).
Por qué tiene un Snapdragon 710
La elección de esa cámara y no de un combo más sofisticado tiene que ver con costos y con diseño; la elección de Motorola de hacer un teléfono que se achica la obligó, también, a usar un procesador más frugal (un Snapdragon 710, perfectamente capaz para cualquier tarea diaria) que no agote tan rápido las dos baterías que tiene en cada tapa del teléfono (ubicadas así para balancear el peso, y que juntas suman 2510 mAh). Motorola dice que el teléfono debería lograr al menos un día de uso sin problemas; supongo que el uso primordial de la pantalla externa para limpiar notificaciones ayuda bastante en esto (evita encender la pantalla interna, que gasta más batería). Tiene 6 GB de RAM y 128 GB de almacenamiento; esa combinación y la resolución de la pantalla le permiten a Android 9 funcionar sin inconvenientes. Se actualiza a Android 10 en los próximos meses.
La barbilla no molesta
Algo que puede preocupar en el uso es la barbilla que tiene el teléfono en la base, esa pera donde está en sensor de huellas digitales, el conector USB-C (para cargar la batería y los auriculares) y el parlante incorporado. Digo preocupar porque Android está pensado para una interacción en la que los dedos lleguen al final de la pantalla sin interrupciones. La buena noticia es que este borde elevado no interfirió en el uso normal del teléfono para tipear o usar los botones de control (atrás, inicio, aplicaciones activas) de Android. Por verse está cómo se comporta con los gestos que incorpora Android 10, pero a priori no parece que vaya a ser un problema. Sacando eso, la pantalla de 6,2 pulgadas resulta adecuada en su formato 21:9. Pero a la hora de la usabilidad hay que pensarla como algo más chico;/de hecho, el teléfono tiene el mismo ancho que un Samsung Galaxy S10e de 5,8 pulgadas (la pantalla no es tan alargada).
Sin conector de audio analógico
Quienes compren un Moto Razr recibirán una caja que es un testimonio al empeño que la compañía puso en el teléfono: además del cargador de 15 watts para carga rápida, viene con auriculares Denon (USB-C) y un adaptador de USB-C a miniplug, además de un cable USB-C, todo en un estuche similar al de un par de anteojos. La caja en la que viene sirve de soporte para el teléfono, y de amplificador pasivo para su parlante inferior, que tiene bastante potencia, ya que usa toda la barbilla del teléfono como caja acústica, algo que LG ya había implementado en otros modelos. Según Motorola, este combo estará disponible para quienes paguen 1500 dólares para tenerlo en enero en Estados Unidos (con Verizon) o lo compren en la Argentina, Brasil o México en los próximos meses. No hay una fecha concreta.
Un dato de color es que usa eSIM y prescinde de la tarjeta SIM convencional, por lo que por ahora está limitado, en la Argentina, a Personal y Movistar (las únicas dos operadoras que anunciaron en forma oficial el soporte para esta tecnología).
Acierto en el primer tiro
Así, el Moto Razr deja dos impresiones: una, la incógnita intrínseca a cualquier teléfono plegable hoy, y que está atada a la durabilidad de la pantalla y la bisagra, y al precio elevado que hay que pagar por ser un usuario pionero de esta tecnología, que aporta conveniencia, pero que no necesariamente resuelve un problema serio; es más una cuestión de gustos por ahora. El precio es transitorio: los próximos modelos seguro bajarán su costo. La otra, que la compañía resolvió muy bien los elementos básicos del teléfono plegable: se agradece el tamaño compacto, queda clara su utilidad, están bien pensados los detalles para aprovechar la pantalla externa que evitan tener que abrir y cerrar el teléfono para cada tarea. Es poco probable que la cámara sea superlativa y hubiera sido mejor un procesador más poderoso, pero la mayoría de la gente no notará la diferencia. Es decir, en una primera impresión (falta chequear la autonomía, la durabilidad de la pantalla, etcétera) Motorola parece haber acertado en diseño con el que 15 años después vuelve a sorprender con un celular con tapita.