La propuesta parece muy simple: un juego para smartphone o tablets en el cual hay que lograr que un astronauta esquive asteroides, naves alienígenas o basura espacial que anda circulando por ahí, en el vacío entre las estrellas y los planetas. U otro muy similar, pero en el fondo del océano. Pero lo original no es el juego en sí, sino que no hay que tocar la pantalla del dispositivo para jugar, ni tampoco hay que mover los aparatos de un lado para otro: se utiliza en cambio una interfaz muy especial, una especie de mitón pero al revés, porque cubre solo los dedos de la mano, deja la palma libre y se conecta a un dispositivo que va atado a la muñeca. Eso es Motfi, un proyecto del bioingeniero pampeano Pablo Rensonnet, que utiliza sensores en los dedos y juegos interactivos para ayudar a la rehabilitación de la motricidad fina de la mano, es decir la coordinación de los movimientos musculares, huesos y nervios que permiten usar los dedos.
El prototipo de este dispositivo consistió la base de la tesis para el proyecto final de carrera para obtener el título en bioingeniería en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) del joven de 24 años. En concreto, el dispositivo tiene varios sensores en las yemas de los dedos. Al hacer contacto entre las yemas del pulgar con otro dedo, por ejemplo, ese movimiento se transmite a la app, vía Bluetooth, y con eso es posible realizar determinadas acciones en el juego. Puede haber varias opciones de juegos y también es posible navegar la app directamente con el guante. Con esos movimientos puntuales, se busca estimular el desarrollo de la motricidad fina de la mano en el paciente y motivarlo para que haga los ejercicios de rehabilitación con algo que le resulte entretenido.
Hijo de un kinesiólogo, mientras crecía Rensonnet vio a su padre ayudar a la rehabilitación de muchas personas y sintió que podía aportar algo para la recuperación de la motricidad fina: "en general, una vez terminadas las sesiones, a los pacientes se les suele indicar que hagan unas serie de ejercicios en su casa. Pero estos ejercicios suelen ser monótonos, aburridos, y por lo general los pacientes los terminan abandonando rápidamente, desaprovechando así tiempo de recuperación", explica desde su hogar en General Pico, La Pampa.
El sistema permite que las personas realicen ejercicios análogos o complementarios a los que efectúan cuando están en las sesiones de recuperación, pero con la ventaja de que pueden hacerlo en cualquier momento y lugar. El aspecto lúdico permite que no sea una simple repetición de ejercicios, algo que también suele aburrir a los pacientes: "La idea es que el paciente pueda seguir con la rehabilitación con los videojuegos, fuera del centro donde hizo las sesiones de kinesiología, aprovechando el tiempo que no está con el profesional", aclara Rensonnet.
"Además, de esta manera se van recopilando datos sobre los movimientos que realiza con cada dedo y con toda la mano. Se puede llevar a cabo el análisis de esa información, a la que acceden los profesionales, evaluando así la evolución del paciente y mostrarle a ellos mismos cómo es su progreso" indica, y luego agrega que "incluso se pueden hacer modificaciones en los juegos según lo que necesite cada paciente: subir la dificultad, prender o apagar diferentes sensores para que hagan un movimiento determinado… ese tipo de cosas que permiten flexibilizar la terapia, en función de la evolución del paciente". El sistema también puede ser diseñado para que el paciente no se sobreentrene y mejore las funciones motrices. Así puede saberse si no se está haciendo un movimiento concreto, el tiempo de entrenamiento puntual, si algún día se trabajó más que otros y varios datos más.
Alternativa a las consolas y la realidad virtual
La diferencia del uso de consolas y juegos que se usan para hacer ejercicio (muchos de ellos fueron aprovechados durante la cuarentena, para que tanto chicos como grandes hicieran actividad física a pesar del encierro) es que Motfi fue desarrollado específicamente para ser usado por los pacientes, mientras que los sistemas de las consolas o los diseñados para Realidad Virtual o Realidad Aumentada son pensados en primer lugar para ser usados por usuarios comunes y luego, llegado el caso, se los adapta para pacientes. "Aquí el paciente es el centro del sistema. Porque de esta manera es posible asegurarse de optimizar los resultados de la terapia y lo que va a ser la experiencia del paciente con sus dificultades puntuales", dice Ransonnet.
El desarrollo de Motfi es de bajo costo, para que el paciente pueda adquirirlo si así lo desea. También está la posibilidad de que el centro de rehabilitación lo tenga y se lo presten por un tiempo. "El precio estimativo, calculando los valores actuales de costos de las piezas electrónicas, está entre los 6000 o 7000 pesos. Siempre considerando que el paciente contará con un celular o una tablet para utilizarlos". Ese valor, claro, puede modificarse debido a los habituales vaivenes de la economía argentina.
Para el diseño de todo el proyecto, Ransonnet se basó no solo en la experiencia de su padre, sino también en consultas constantes con los pacientes, otros profesionales y proyectos similares de otros países: "a mí me gusta programar y todo lo relacionado con la electrónica. Mi papá es kinesiólogo y siempre me llamó la atención todo esto. A lo largo de todo el desarrollo fui teniendo contacto con él, con los pacientes, para ver cuáles eran sus necesidades y sus posibilidades. La idea original era probarlo con pacientes en Buenos Aires, pero eso fue imposible por la pandemia", explica.
Por ahora, está diseñado solo para Android. Y solo para el uso de la mano, aunque durante las primeras pruebas no faltó quien le pidiera también si podía hacer un sistema similar, pero para los dedos de los pies. "Si bien no habría muchas diferencias, los movimientos de los dedos de los pies son distintos a los de la mano, así que habría que hacer algo especialmente adaptado para eso", concluye Ransonnet.
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