La ejecutiva albanesa, de 34 años, está considerada como una de las mujeres más poderosas en el mundo de la tecnología; comandó la creación de ChatGPT y es la directora de tecnología de OpenAI
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Cuando asumió como directora ejecutiva de OpenAI a fines de noviembre, Mira Murati se volvió el centro de atención.
Fue un cargo temporal mientras se resolvía una crisis, pero le dio un nuevo protagonismo en la escena internacional.
Murati, jefa de tecnología de OpenAI, se ha convertido en uno de los rostros visibles de la empresa, cuyo producto más conocido es ChatGPT, un sistema de inteligencia artificial que ha revolucionado el mundo tecnológico.
La ingeniera albanesa de 34 años fue elegida este año como una de las 100 mujeres más poderosa del mundo, según la revista Fortune, y se convirtió en uno de los íconos de Silicon Valley.
“Hay un montón de preguntas con las que luchamos todos los días”, dijo en una entrevista en el programa The Daily Show.
Aunque se conocen pocos detalles sobre sus aficiones y su vida personal, ella ha dado algunas pistas.
“Me encanta leer y me encanta hacer caminatas. El senderismo es una de mis actividades favoritas, estar en la naturaleza”, comentó en el podcast Behind the Tech.
Y en una entrevista con la revista Time, dijo que entre sus canciones favoritas está Paranoid Android de Radiohead; entre sus libros preferidos, Duino Elegies, una colección de poemas de Rainer Maria Rilke; y en el cine, se inclinó por 2001: odisea en el espacio de Stanley Kubrick.
¿Quién es Mira Murati, cuál es su origen, cómo fue su carrera y qué piensa sobre la inteligencia artificial? Aquí te lo contamos.
Su origen albanés
Murati nació en 1988 en Albania, un pequeño país en los Balcanes y una de las naciones más pobres de Europa, poco antes de que cayera el gobierno comunista.
Hija de profesores de literatura, su infancia transcurrió en medio de una “transición desde el comunismo totalitario al capitalismo liberal. Cuando yo tenía dos años, cayó el régimen dictatorial. Fue una especie de anarquía de la noche a la mañana”, relató en Behind the Tech.
Desde pequeña, dijo en el programa, estuvo interesada en las matemáticas y la física.
“Albania estaba increíblemente aislada, como lo está hoy Corea del Norte. Y entonces no llegaba mucho entretenimiento o cualquier otra cosa más allá de los libros”.
A los 16 años se ganó una beca para estudiar en Vancouver, Canadá, donde terminó los dos últimos años de la escuela secundaria y luego estudió ingeniería mecánica en la Universidad de Dartmouth.
La llegada a OpenAI
Pronto se mudó a San Francisco e ingresó a trabajar a Tesla, de Elon Musk, donde ayudó a desarrollar el Modelo X y la herramienta AutoPilot, un asistente de inteligencia artificial.
Después de Tesla, trabajó por un breve período de tiempo en Leap Motion, una firma que fabrica sensores para tecnología de realidad virtual, como vicepresidenta de productos e ingeniería.
Luego ingresó a OpenAI en 2018 y jugó un rol importante en el desarrollo de la tecnología que sustenta ChatGPT y Dall-E, el generador de imágenes de la empresa.
En esa época, OpenAI aún era un laboratorio de investigación sin fines de lucro, pero pronto se convertiría en una compañía comercial.
Ingresó a la firma como vicepresidenta de inteligencia artificial aplicada, fue ascendida a vicepresidenta senior de investigación, productos y asociaciones en 2020 y a directora de tecnología en 2022.
Según el New York Times, Murati ha manejado la relación de la compañía con Microsoft, socio que ha invertido miles de millones en OpenAI, y ha colaborado en el desarrollo de políticas en relación con el desarrollo de la inteligencia en Washington y Europa.
“Ha demostrado su capacidad para formar equipos con experiencia técnica, perspicacia comercial y un profundo aprecio por la importancia de la misión”, escribió Satya Nadella, director ejecutivo de Microsoft, en la revista Time.
“Como resultado, Mira ha ayudado a crear algunas de las aplicaciones de inteligencia artificial más interesantes, tecnologías que jamás habíamos visto”, agregó.
“Capacidades peligrosas”
Una de las cosas que le inquietan, dijo en una entrevista con la revista Fortune, son “los modelos que tendrán lo que llamamos capacidades peligrosas”.
“Esa tecnología es la que probablemente afectará la política internacional más que cualquier cosa que hayamos construido. El caso más cercano es, por supuesto, el de las armas nucleares”.
“Por lo tanto, se trata de cómo podemos crear una regulación que lo mitigue”, apuntó.
Cuando le preguntaron sobre cómo será el futuro con la irrupción de la inteligencia artificial, considerando que hay un bando optimista y otro que la percibe como una amenaza existencial, contestó que cree en ambas posibilidades.
“Soy muy optimista de que podemos asegurarnos de que todo vaya bien. Pero la tecnología en sí conlleva inherentemente ambas posibilidades, y no es diferente a otras herramientas que hemos construido en el sentido de que hay un mal uso y existe la posibilidad de que ocurran cosas realmente horribles, incluso eventos catastróficos”.
“Y lo que es único en esto, es el hecho de que también está la amenaza existencial de que, ya sabes, es básicamente el fin de la civilización. Creo que [sólo] hay una pequeña posibilidad de que eso suceda, pero está esa pequeña posibilidad, por lo que vale la pena pensar en ello”, agregó.
En una entrevista con la revista Time, Murati también se refirió a los eventuales peligros que encierra los modelos tecnológicos que ella y su equipo desarrollan.
“La tecnología nos moldea y nosotros le damos forma a ella. Hay muchos problemas difíciles de resolver. ¿Cómo se consigue que el modelo haga lo que usted quiere y cómo se asegura de que esté alineado con la intención humana y, en última instancia, al servicio de la humanidad?”
“Eso, por ahora, no tiene respuesta. Como tampoco tiene respuesta la gran pregunta de quién tendrá el poder de decisión, quién tendrá el control de los nuevos sistemas de inteligencia artificial. ¿Las empresas, los gobiernos?
“Somos un grupo pequeño de personas y necesitamos muchos más aportes en este sistema y muchos más aportes que vayan más allá de las tecnologías: definitivamente, reguladores, gobiernos y todos los demás”.
“Va a cambiar industrias enteras”
En una entrevista con la revista Wired, Murati se refirió a los problemas que pueden causar herramientas como ChatGPT o GPT-4, en el mundo del trabajo o los derechos de autor.
“Va a cambiar industrias enteras; la gente lo ha comparado con la electricidad o la imprenta. Por eso es muy importante empezar a integrarlo en cada capa de la sociedad y pensar en cosas como las leyes de derechos de autor, la privacidad, la gobernanza y la regulación”.
Las nuevas tecnologías están avanzando hacia lo que se conoce como la “Inteligencia Artificial General” (AGI, por sus siglas en inglés), que es una forma de inteligencia artificial que posee la capacidad de comprender, aprender y aplicar conocimientos en una amplia gama de tareas y dominios.
Frente a la pregunta sobre si se puede llegar a la AGI por un camino diferente que el que está siguiendo OpenAI, donde las herramientas se desarrollan a partir de la repetición de tareas aprendidas a través del uso que le dan las personas, Murati respondió:
“No se me ha ocurrido una mejor manera que las implementaciones iterativas para descubrir cómo obtener esta adaptación continua y retroalimentación desde el extremo real que retroalimenta la tecnología para hacerla más sólida”.
“Es muy importante hacer esto ahora, cuando todavía hay poco en juego. A medida que nos acerquemos a AGI, probablemente evolucionará nuevamente y nuestra estrategia de implementación cambiará a medida que nos acerquemos a ella”.