Más de 30 tips para mejorar tu vida digital
Las nuevas tecnologías han sido mi normalidad desde que tengo memoria, y esa travesía –parecida a un viaje en el tiempo, porque nací en una era y hoy vivo en otra por completo diferente– me ha enseñado una cantidad de lecciones que me gustaría compartir. Lo de hoy es mayormente hardware y software; tengo versiones sobre otros temas tecno, pero vamos por partes; sin demasiado orden ni concierto, como vaya saliendo.
- Nunca tire del cable para desenchufar algo. Siempre hay que sujetar el enchufe. Es una de las más tempranas lecciones que aprendí en una casa donde, medio siglo atrás, ya había muchas más cosas electrónicas de lo que era normal.
- Si algo no funciona en un enchufe USB, el problema es el enchufe USB. Use otro.
- Dele tiempo. Computadoras que parecen colgadas en realidad están, como se dice, pensando. Dos, cinco minutos. A veces incluso más.
- Si el atajo Alt-Tab funciona, casi seguro la máquina no está colgada. Y todavía más probable es que descubra un cuadro de diálogo que debería estar en primer plano, pero, por un error de programación, quedó oculto y, a la vez, bloqueando todo lo demás.
- Las cajas negras son una mala idea. Si no se puede desarmar y cambiarle lo que dejó de funcionar, entonces dimos un paso atrás en la libertad que nos otorgaron las computadoras personales. Los smartphones son cajas negras casi siempre.
- Lo de las cajas negras cuenta también para el software. El código fuente cerrado es otro retroceso. No importa si podés leer código o no. No es personal. El hecho de que nadie pueda leerlo, excepto sus autores, y que se mantenga guardado bajo siete llaves, le arrebata al consumidor el derecho a saber qué contiene ese producto. Si una lata de gaseosa o un paquete de fideos informan de qué están hechos, mucho más debería hacerlo el software, que hoy mueve el mundo.
- Más conozco a las máquinas, menos confío en ellas. Incluso cuando hoy son sustancialmente más confiables que las primeras computadoras, la experiencia me ha enseñado que la combinación de miles de millones de componentes y cientos de millones de líneas de código tarde o temprano falla.
- O sea, haga backup y guarde a menudo lo que está haciendo.
- Tampoco confíe en lo que le dice la pantalla. Vaya y verifique. Aunque sea la primera vez que usa un software. He sabido de, por ejemplo, un programa de backup que decía que estaba todo OK, y cuando hizo falta restaurar ese backup, resultó que la carpeta de destino se encontraba vacía. Horror.
- Fundamental: para tareas críticas, si funciona, no innove. A menos que el programa solo sea compatible con un sistema operativo discontinuado (en cuyo caso, sí, habrá que cambiarlo por uno nuevo) o que contenga una falla de seguridad grave, sea conservador con esas actualizaciones. Los mismos desarrolladores avisan de esto al diferenciar entre lo que llaman "versión estable" y la otra, la que todavía se está cocinando. Puede que la llamen de desarrollo, inestable, etcétera, pero el mensaje es que el programa del que depende su trabajo no debe fallar. Me encantaría instalar LibreOffice 7 en esta máquina ya, pero la uso para escribir todos los días. No puedo darme el lujo de que me deje de a pie en medio de un cierre. Así que sigo con la 6.4.6.
- No ponga a cargar un dispositivo si va a dejarlo solo; especialmente portátiles y móviles.
- Trate todos estos equipos con cuidado y delicadeza. La densidad de componentes que tenemos hoy desafía no solo la imaginación, sino también nuestra capacidad de comprensión. Un transistor, que en mi adolescencia tenía el tamaño de una moneda, hoy es 400 veces más pequeño que un glóbulo rojo. Así que nada de arrojar el celular, cerrar la tapa de la notebook de un golpe o manipular el disco externo como si fuera un ladrillo. No es un ladrillo. En esa cajita puede almacenarse el texto equivalente a un millón de Biblias. Apiladas, tendrían más o menos 50 kilómetros de altura. Así que más respeto.
- Lea el manual. Ya sé que esto parece tan nerd que suena a sobreactuado, pero es pragmatismo puro. En más de una ocasión la lectura del manual antes siquiera de enchufar el equipo me salvó de dañarlo. Especialmente si tiene motores, produce calor (un horno, pongamos) o de alguna otra forma tiene el potencial de abusar de las leyes de la termodinámica, lea el manual. Además, en sus páginas va a descubrir docenas de características que de otro modo jamás habría aprovechado. El secreto de mis canelones es una función de mi horno eléctrico que, de no haber leído el manual jamás se me habría ocurrido probar.
- Use las baterías hasta que les quede un 15% y solo entonces ponga a cargarlas. Y deje de cargarlas cuando lleguen al 100 por ciento. Repita el ciclo.
- Respete los polos. Como por lo general usamos corriente alterna, esto pasa inadvertido. Pero las pilas, baterías y los enchufes de los cargadores (esos que son como un tubito) tienen un polo positivo y uno negativo. No es ninguna buena idea conectarlos al revés.
- Si algo no arranca, mire si está enchufado. Parece broma. No lo es.
- Ante un problema, pruebe primero si no hay un falso contacto.
- Lo que importa son los altavoces y la memoria RAM. Invierta en eso antes que en todo lo demás. Si a ese equipo de audio que costó una fortuna le conecta un par de parlantes de segunda categoría, sonará como de segunda categoría, irremediablemente. Si a esa notebook con más poder de cómputo que el Pentágono le pone 4 GB de RAM, en un par de semanas va a estar arrastrándose.
- No pueden guardarse secretos en un dispositivo conectado a la Red. Si le dicen otra cosa, están mintiéndole. O espiándolo.
- No es usted, es su máquina. Y su patrimonio. Y su identidad. Mucha gente me llama exagerado por la cautela que siempre recomiendo en cuanto a contraseñas, autenticación, vulnerabilidades y demás. El argumento es siempre: "Yo en mi notebook no tengo nada que pueda interesarles a los hackers". Bueno, dos cosas. Primero, no son hackers. Son delincuentes informáticos. Segundo, el delincuente busca aprovechar su hardware y robar datos filiatorios, credenciales bancarias y de sitios de comercio electrónico, etcétera.
- Si al alejar los auriculares a la distancia de un brazo todavía puede oír la música y hasta reconocer la banda, está buscándose una sordera a mediano o largo plazo. Baje el volumen. Es en serio.
- Todo necesita mantenimiento. Sin excepción. Desde un ventanal hasta una caldera, desde el auto hasta el smartphone. De otro modo, tarde o temprano, y en general en el momento más inoportuno, el ventanal se trabará, la caldera no encenderá, el auto se quedará sin batería, y el smartphone, sin espacio de disco.
- El tiempo y el esfuerzo dedicados al mantenimiento de un equipo, así como su imperiosa necesidad, son directamente proporcionales a dos variables: la complejidad del dispositivo y lo crítico de su misión. Por ejemplo, un avión de pasajeros, muy complejo y cuya misión es en extremo crítica, requiere mucho tiempo y esfuerzo en tareas de mantenimiento, y estas no pueden pasarse por alto. El paralelismo con el smartphone o la notebook es bien claro.
- Agua y electrónica no se llevan bien. Eso incluye la lluvia. Aunque hay algunos equipos que toleran la inmersión o las salpicaduras, la regla es no mezclar agua con electrónica. Fin del debate. Y aleje esa taza de café de la notebook, por favor. Ah, ¿es té? Lo mismo. Lejos.
- Nunca use una pantalla en una habitación completamente a oscuras. Siempre debe haber una fuente secundaria e indirecta de luz, a un costado, no demasiado fuerte ni tampoco muy débil.
- No use una pantalla a contraluz de una ventana durante un día soleado. Ni de espaldas a esa ventana. El display, siempre perpendicular a una fuente de luz intensa.
- Si el programa o el sitio no son claros y fáciles de usar, están mal diseñados. La idea de que hay que ser un veterano de Unix para usar una computadora es tan obsoleta como discriminatoria. Su médico puede salvarle la vida y quizá no tiene ni idea de qué es grep. Ni hablemos de cómo usarlo.
- El teclado es seis veces más rápido que el mouse, excepto para modelado 3D, diseño gráfico y otras tareas en las que emulamos alguna clase de movimiento. O sea, aprenda todos los atajos de teclado que pueda. Y cambie de software, si el que está usando solo sirve con mouse.
- Toda maquinaria tiene límites operacionales. Altitud, velocidad, temperaturas máximas y mínimas, revoluciones, etcétera. Si las excede, habrá consecuencias. Desde romper el equipo hasta que deje de funcionar, al menos temporalmente. Recuerdo una vez, en la montaña, con mucho frío, bastante por debajo de cero, cuando alguien me dijo que su cámara de fotos había fallado. "No anda más", sentenció. Tuve que señalarle que en realidad no hay electrónica de consumo que funcione debajo de cero grados. Ese dato figura siempre en el manual.
- Desactive la descarga de fotos y videos automática de WhatsApp en el celular. El 99% de lo que le mandan no le interesa y encima ocupa lugar en el teléfono, hasta que se pone lento y ya no nos deja instalar más nada.
- El del estribo: pruebe todos los posibles gestos, toques y clics en un nuevo dispositivo. Las combinaciones son muchas. Toques dobles, triples, clic con el botón secundario, gesto a la izquierda, a la derecha, y así. Por ejemplo, en el teléfono, Gmail permite configurar el arrastrar hacia la derecha para que ejecute una cierta acción. Digamos, borrar el mail. Y, hacia la izquierda, otra acción; digamos, archivarlo. Ganará semanas de tiempo libre, si explora estas opciones en todos sus equipos y programas. En ciertos móviles, alcanza acercar la mano para que la pantalla muestre las notificaciones. Sonará demasiado geek, pero vivimos tiempos geek.
Por Ariel Torres
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