Los nuevos retos de curar contenido
Desde la plataforma Doméstika y la editorial Taschen, el brasileño Julius Wiedemann apuesta al intercambio creativo
Somos criaturas tecnológicas. Sin duda, en los últimos 40 años las innovaciones modificaron las maneras en las que nos vinculamos, aprendemos, percibimos y nos relacionamos con el entorno. El smartphone, unido a las facilidades de acceso a la información que brinda internet, más las nuevas formas que a partir de esas herramientas cobra cada una de las aristas de la comunicación humana son el puntapié para una revolución en marcha que abarca las maneras de capacitarnos y aprender. Y aunque en un mundo que cambia tan vertiginosamente no sepamos a qué empleos o profesiones futuras apuntamos, sabemos que lo haremos en un contexto cada vez más digital.
Sobre estos temas reflexiona el brasileño Julius Wiedemann, experto en nuevos contenidos y curador jefe de Doméstika, una plataforma digital formada por más de 4 millones de usuarios que brinda más de 400 cursos, a cargo de reconocidos creativos de cada área, permite el trabajo colaborativo y se propone alimentar tanto la economía creativa como la búsqueda permanente de nuevas soluciones a nuevos problemas. "Es un desafío en la era de la hiperinformación encontrar y curar contenido relevante y darle el marco y la forma adecuados para ser transmitido como conocimiento, aprovechando el potencial global que regala la era digital", sostiene.
El tiempo no para
"Se trata menos de imposición y más de intercambio. La etapa enciclopedista vinculada a fórmulas estancas para todos igual deja de ser efectiva en un mundo en constante metamorfosis", dice Wiedemann.
Según destaca, es ahí donde surge la "revolución del aprendizaje" y las plataformas de enseñanza online barren con las barreras geográficas del conocimiento. Esto significa que un estudiante de diseño que cursa sus estudios de grado en Diseño Gráfico en San Pablo, y que le interesan los cursos de ilustración y quiere realizar todas las experiencias posibles, puede tomar capacitaciones con ilustradores de Alemania, Holanda o la Argentina sin moverse de su cuidad. Pero la sistematización de esos cursos, la creación de comunidad se transforma en un ambiente óptimo para impulsar la economía y el crecimiento de estas profesiones como sector. "Según estadísticas de Google, el términoeducation onlinetiene una popularidad de entre 75 y 100 puntos, de una escala en la que 100 es el máximo y el 0 es el mínimo". Y en este mar de información y posibilidades, el hallazgo verdadero de lo que buscamos, lo relevante y lo pertinente, la efectividad, suele ser un reto. Por esto, el rol de Wiedemann como Chief curator del contenido, el formato del contenido, la calidad y cómo se lo ofrece son la clave que parece explicar el motivo del rotundo éxito de algunas plataformas y la falta de atractivo de otras.
En pleno reinado del algoritmo que se basa en elecciones anteriores y otras métricas para ofrecer contenido al usuario, ¿cuál es el valor específico del editor?
Se vuelve un rol clave. Es la diferencia entre el contenido de calidad y efectivo, que en menor tiempo resuelve lo que buscabas, y las 200 horas de buscar y revolver tutoriales que te dejan una leve idea de lo que querías, pero no terminan de completar el conocimiento al que se querías acceder. Las dos claves de Doméstika, por ejemplo, son la comunidad y la edición. Se trata de curaduría en movimiento. Mi rol es conectar a los mejores creativos, darme cuenta de lo mejor que tienen para dar, si cursos paso a paso, documentales inspiracionales u otro contenido, y luego volcarlo a un lenguaje visual y dinámico, por supuesto buscando la excelencia para que llegue con todo su potencial. Luego, hay un trabajo de quien lo recibe o compra el curso, de aprovecharlo, contactarse con la comunidad, interactuar, participar. Veo una enorme oportunidad, porque las personas creativas suelen ser personas con hambre de aprender, y mucha voluntad e imaginación para tomar caminos que antes no estaban trazados. De eso se nutre la plataforma.
¿Cuál es la pregunta inicial al comenzar a armar un curso?
Es muy parecido a cuando se comienza a pensar un libro de los que hacemos en Taschen. Siempre es a partir de preguntarnos qué podemos hacer que todavía no exista en internet. Mientras antes era qué libro o curso podemos hacer que no haga otro libro o curso, ahora la competencia es contra internet, que el curso sea online es anecdótico o no [risas], pero si lo puedo encontrar fácil y gratis por otro lado, ¿para qué pagar el curso? Vale porque es una visión, porque es un contenido cuidado, editado, pensado y organizado en detalle para el fin para el que fue creado. Y el plus, alimentado por una comunidad de intereses en común.
¿Y cómo se encuentra eso?
Inmerso en el terreno. Vivo arriba del avión, entre Cambrige, Barcelona, Estados Unidos, Alemania... Puede no ser una innovación completa, sino una mirada, una vuelta a algún tema que ya esté. Hay maneras distintas de hacer que la gente perciba el contenido que tenemos, pero la pregunta fundamental es si uno puede ir al Google Images y en media hora tener lo que necesitamos. Porque si es así, no es por ahí. Por eso, es clave trabajar con un equipo de curaduría que dedique tiempo para hacer una selección de lo que es importante, relevante, y asegurarse de la historia y la visión detrás de cualquier cosa que se esté contando.
¿Y cómo se organiza el contenido?
Se puede hacer de cinco maneras, según una teoría que me gusta y que creó el fundador de las conferencias TED, Richard Saul Wurman: por localización, tal como lo hacen los supermercados en las góndolas; alfabéticamente; temporalmente, donde el ejemplo más claro es el timeline de Facebook; por categoría, como suelen hacerlo los e-commerce, y jerárquicamente, como por ejemplo la valorización por estrellitas. Son instrumentos de organización de cualquier contenido y nociones básicas de la arquitectura de la información, pero en resumidas cuentas siempre adhiero en lo personal a la frase Less is more. No recargar, ir al hueso. La síntesis, la simplicidad, sumada a la belleza para organizar el contenido, sobre todo visual, siempre funciona para mí. Algo totalmente enganchado al valor del tiempo, que es un recurso finito y hay que aprovecharlo.
¿La plataforma surge para aprovechar el tiempo? ¿Es su core?
El alma de Doméstika son sus profesores. La excelencia en la gestión del tiempo es importante, pero lo que cada persona increíble, dueña de esa visión humana, cruce de millones de historias que componen la cabeza de un creativo, es lo que llevamos nosotros como vehículo, a lo que por supuesto agregamos valor. Ellos son los protagonistas y lo importante. Podemos ser sus brazos, sus piernas, hasta su cerebro a veces al dar ideas de cómo bajar la información, pero el corazón, el core, sin duda son ellos. Por eso, armamos con ellos conferencias, actividades y eventos que nutren ese contacto que después se transpasa y que tenemos en lo digital.
¿Nace como un impulso o un pedido de ellos?
Como una confluencia entre una necesidad y la posibilidad tecnológica de que fuera posible, pienso. La historia es que los dueños españoles, diseñadores y apasionados por lo creativo, tenían una empresa de servicios de internet. Vendieron todo y se quedaron solo con esta plataforma porque era interesante, estaban en contacto con otros creativos, les encantaba el ida y vuelta, pero no tenían un modelo de negocios; era una comunidad de intercambio de información, solo eso. Luego de vender, empezaron a observar un movimiento importante, sin hacer nada, de gente con ganas de conectar, de aprender del otro. Y enfocaron en qué cosas decían y notaron que se preguntaban por tips, técnicas. Apoyaron su crecimiento, pero, claro, había costos y entonces había que pensar alguna manera de monetizarlo. Pusieron un curso, la gente empezó a comprar, sin hacer mucho para que eso ocurriera. Y en tres años se profesionalizó tanto que 1,2 millones de personas compran cursos y la composición explota en latitudes bien distantes: la comunidad está compuesta en un 30 por ciento de mexicanos, 30 de españoles, 10 de países cuya lengua es el portugués o el inglés, y el 30 restante proviene de Latinoamérica.
¿Surgió entonces naturalmente del potencial de una red social con las nuevas maneras de aprender?
Exactamente. Se trata de un proyecto que combina la fuerza de las redes sociales con los recursos concretos que ofrece la educación online gracias a la tecnología. Acá no, pero en España hay una bolsa de empleo gratuita y para todos los países, por supuesto, gratis los docucursos inspiracionales a los que todos pueden acceder. Es una herramienta distinta enfocada en los creativos. Todo lo que se puede encontrar de fotografía, ilustración, diseño, animación, tipografía, caligrafía, cursos técnicos como de Photoshop o After Effects... Creo que en estos campos tenemos todo por crecer y las posibilidades son infinitas.
Wiedemann sabe que la tecnología ha venido a empujar de manera exponencial el cambio social. "Me fascina cómo la tecnología cumple un rol gigante, porque nos ofrece herramientas de cambio social muy rápido. A corto plazo, va a revolucionar el mundo del empleo, ya lo estamos viendo: los empleos pasaron a formar parte de jerarquías flexibles, sobre todo en el área creativa. Ya no se necesita estar en la oficina, porque el trabajo es intelectual, y se envía en un instante al otro lado del mundo. Las estructuras son completamente descentralizadas. Se facilita la toma de desiciones, la organización de recursos, de talentos, el alcance, es realmente revolucionario", subraya entusiasmado.
Por supuesto que se puede mirar el fenómeno desde la perspectiva del ahorro de costos, pero si bien es una dimensión existente, lo interesante es ver cómo este nuevo panorama otorga nuevas posibilidades. "Ahora, hasta dónde la persona que busca capacitarse y aprender quiere llegar depende casi exclusivamente de su voluntad. El mercado es mucho más flexible, global y lleno de posibilidades. Las profesiones, –de vuelta, sobre todo vinculadas a lo creativo– han dado un salto enorme que implica que cada profesional se haga cargo de su pasión, de lo que quiere aportar, y esté dispuesto a llevarla al siguiente nivel, pueda nutrirse de su comunidad y aprovechar las herramientas. En eso, el argentino, el latino, es especialista por una cuestión casi cultural, su voluntad de aprender y encontrar nuevas maneras de hacer las cosas está siempre latente".
El futuro, al alcance
Wiedemann está convencido de que no exagera con esto que remarca una y otra vez: posibilidades infinitas. "La tecnología llegará a cambiar tanto que nos encontraremos como humanidad en el punto en donde tengamos que decidir hasta dónde intervenir nuestra propia naturaleza".
¿Cómo imaginás ese futuro?
Afrontaremos dilemas éticos, ya lo hacemos, por momentos. Ahí vamos a descubrir el verdadero rol de la tecnología. Ahora es mayormente utilitario, pero irá más allá. Llegará el día en que podamos ingerir una píldora que nos haga experimentar, sin tocar a nadie, la mejor relación sexual que podríamos tener sin los efectos colaterales como el embarazo o la transmisión de enfermedades sexuales, por ejemplo. Vamos hacia eso. Y allí habrá que decidir cuáles son los caminos que queremos tomar. El desafío será moral, ético. Habrá que contestar a la pregunta si la tecnología nos hará bien o nos hará mal, y cómo utilizarla. Se podrá afectar la naturaleza, intervenir el color de los ojos, la inteligencia natural de una persona. De hecho, ya casi estamos ahí. Mi madre, que vive en Brasil, tiene Parkinson. Y tiene instalado en el cerebro un chip que emite ondas electromagéticas que compensan la falta de dopamina y otras cuestiones. Esto hace que deba tomar el 80 por ciento menos de medicación. Se llama Deep Brain Estimulation. Y es protocolo, no es un experimento loco. Es un procedimiento frecuente. Entonces, todo lo que cambiaba despacio con la genética, la tecnología lo viene a acelerar con todo y el efecto que tiene a nivel social es directamente proporcional, enorme.
¿El modelo o sistema cara a cara es contrapuesto al digital?
Por supuesto que no. Antes, aprender estaba ligado solo a una clase cara a cara y era un sistema rígido, porque no había otras opciones, eso no significa que el modelo esté mal, sino que hay otros métodos paralelos que pueden complementarlo. La clave es que no hay tanta estandarización de los procesos de aprendizaje. No queremos ser competencia de lo presencial, incluso uno de los objetivos a corto plazo, que ya se está conversando con varias de las universidades más importantes del mundo, es diseñar formaciones digitales para que puedan ofrecer, con su plantel de profesores, programas que aniden en sus instituciones con nuestro know how y la ayuda de nuestros conocimientos de edición, realización y difusión. Aportar dinamismo, recursos narrativos, volver atractivo desde lo visual los contenidos, destacar, jerarquizar, entre otras cosas. Será productivo, porque las universidades tendrán una manera de lanzar su marca al mundo sin tener un departamento de desarrollo de proyectos que quizá no estén con la disposición para lanzar desde adentro. Será una especie de alianza. Las formaciones hoy apuntan a ser un 20 por ciento digitales, y es como se refleja en los CV, pero pronto no alcanzará y las instituciones educativas formales lo saben.
¿Cómo explica el éxito de la monetización en este caso y el fracaso en otros proyectos similares?
El éxito de las plataformas de aprendizaje es inevitable y se da por la combinación entre un cambio dramático del aprendizaje, el acceso a la información y las formas de comunicarnos, de conectarnos, las redes. Por eso, es imparable. Solo hace falta un cálculo y buenos financistas, inversiones, y ni siquiera suerte. Los cursos son súper accesibles. El panorama está dado. Ahora estamos con inversores estadounidenses, porque ellos comparten esta visión, y además se sienten atraídos por el segundo mercado más grande después de China, el hispanoparlante.
¿Hay un potencial especial en Latinoamérica y países en desarrollo en este sentido?
El potencial que tenemos es mayor porque el hambre es más grande y la voluntad también, estamos habituados a que las dificultades no nos detienen, nos mantienen más creativos y al final la herramienta la tenemos, que son los móviles. El acceso está democratizado de tal manera que no hay diferencia entre un chico en Estados Unidos, Alemania, Inglaterra o Argentina. Creemos que el futuro está en ayudar y dar herramientas para que la economía creativa y la comunidad creativa se expanda y sea más global todavía.