Los dispositivos electrónicos se adaptan para ganar terreno en un mundo móvil
Los fabricantes de hardware apuntan a crear equipos con software que puede actualizar de forma remota para poder mantener su vigencia en el mercado ahora dominado por smartphones y tabletas
Los fanáticos de la tecnología descienden cada enero sobre Las Vegas para la CES 2015, una reunión colosal de presentación de aparatejos y cosas para especialistas, donde algunas de las compañías más grandes del mundo se pavonean con sus mejores ideas para el futuro.
Este año como en todos los años recientes el show ha estado cargado de angustia existencial, con muchos escritores especializados en tecnología diciendo que piensan faltar a un evento que ya no se considera vital. Hace mucho que no se presenta nada imponente en la CES.
Pero los problemas de la CES son síntoma de una transformación mayor en la tecnología. La era dominada por los dispositivos electrónicos de consumo -lo que la mayoría llama gadgets- está conmocionada.
Un motivo es que muchos dispositivos han sido superados por una herramienta todo poderosa: el teléfono inteligente. Hoy casi todo lo que en un tiempo requería un dispositivo electrónico pequeño específico -desde cámaras pasando por consolas de juego portátiles hasta navegadores GPS y reproductores musicales y mucho más- funciona mejor como aplicación en un celular.
Al mismo tiempo, los teléfonos inteligentes han creado nuevas categorías de capacidades que han eclipsado a los dispositivos como el centro de energía e innovación de la industria tecnológica.
Hablo de aplicaciones fotográficas como Instagram, compañías de mensajería comoWhatsApp y Snapchat, sistemas de transporte de pasajeros como Uber y Lyft, y Apple Pay, el sistema de pago inalámbrico, creado por una compañía conocida principalmente por sus equipos.
Estos servicios, basados en software inteligente, usan la conexión constante de nuestros teléfonos a la nube y su poder de conectarnos los unos con los otros, para crear experiencias tecnológicas que no hubieran sido posibles con los aparatos del ayer. Ninguno de ellos hubieran ocupado un escenario en CES, porque ninguna de estas cosas son realmente aparatos; son mucho más atractivas que los aparatos.
Esta es la lección importante para las compañía de productos electrónicos de consumo masivo: el futuro de la tecnología puede no estar en equipos más llamativos y poderosos, sino en los servicios basados en software ingenioso. Los dispositivos importan, pero sólo si permiten el uso de software que pueda crear servicios útiles, quizás novedosos, que funcionen con todos los dispositivos.
"Hoy lo que todo cliente espera es que su dispositivo sea una plataforma" dijo John MacFarlane, el CEO de la compañía de parlantes conectados Sonos, en referencia a una práctica de diseño en la que la inteligencia de la máquina y la interfaz de usuario se basan en software flexible en vez de estar incorporadas al equipo, lo que permite futuras mejoras por medio de actualizaciones.
Sonos, que fue fundada en 2002, fue una de las primeras firmas nuevas de hardware en diseñar sus productos de este modo.
En 2005, cuando Sonos vendió su primer sistema musical para múltiples habitaciones, las unidades reproducían música almacenada en una computadora y tenían que ser controladas por el control remoto con pantalla táctil de la compañía. Pero la compañía creía que cualquiera que comprara sus parlantes tendría que conservarlos por mucho tiempo, probablemente una década o más, de modo que el dispositivo tendría que poder sobrevivir a cambios tecnológicos impredecibles.
Por lo que en el comienzo de su proceso de diseño Sonos decidió asegurarse de que el cerebro del software de sus dispositivos pudiera ser actualizado regularmente. Cada pocos meses, el dispositivo se conectaría con la base de la empresa y adquiriría nuevas capacidades.
"¿Sabíamos que habría un iPhone?", dijo MacFarlane. "No, no sabíamos que Apple estaba trabajando en eso. Y por cierto que no previmos las tabletas. Pero tomamos la decisión de poner la experiencia del usuario en cualquier dispositivo cercano a la gente, como el teléfono o el Asistente Digital Personal (conocido por la sigla PDA)".
Si uno se pone a contar la cantidad de dispositivos que han sido destruido por el teléfono inteligente puede terminar con una docena de categorías, pero también puede terminar con dos o tres docenas de cosas nuevas que se hicieron posibles gracias al teléfono inteligente, señala el analista Benedict Evans
Como resultado de ello, en los años que han transcurrido desde entonces, los parlantes Sonos han adquirido una variedad de nuevas capacidades. Pueden ser controlados por una aplicación de teléfono inteligente, reproducir música de docenas de servicios de streaming de musica y conectase a un sistema de automatización de hogares, permitiendo al sistema leerle el pronóstico del clima cuando va a la cocina para tomar el desayuno. Si usted compró esos parlantes de Sonos de la era del 2005, habrá advertido algo casi desconocido para la tecnología de consumo masivo y en general en la vida en aquel entonces: cuanto más envejecían los parlantes, tanto más parecían poder hacer. Sonos era un pionero, pero una variedad de nuevas firmas de hardware han abrazado la filosofía que valora el software flexible como el centro de los aparatos.
Nest transformó el mercado -antes quedado- de los termostatos hogareños creando un modelo que aprovecha software conectado a internet. En el mismo sentido, firmas como Dropcam hicieron cámaras basadas en software y compañías como Fitbit y Jawbone hicieron aparatos para ejercicios conectados.
Benedict Evans, analista de la firma de capital de riesgo Andreessen Horowitz, señaló que muchos de estos dispositivos novedosos podrían no haber existido sin el auge de los teléfonos inteligentes. Las aplicaciones no solo funcionan como la interfase de usuario para muchos de estos dispositivos, sino que la industria telefónica también ha creado una cadena de oferta de componentes de computación baratos como procesadores y sensores de movimientos que se usan en muchos dispositivos conectados nuevos.
"Si uno se pone a contar la cantidad de dispositivos que han sido destruido por el teléfono inteligente puede terminar con una docena de categorías, pero también puede terminar con dos o tres docenas de cosas nuevas que se hicieron posibles gracias al teléfono inteligente" dijo Evans, autor de "Mobile Is Eating the World" (Lo móvil se devora el mundo), un examen de cómo los teléfonos inteligentes han sacudido le negocio tradicional de la tecnología.
Aún así estos fabricantes con la mirada puesta en el futuro deben esforzarse por mantener sus dispositivos un paso por delante del avance de los teléfonos inteligentes, que siempre acumulan nuevas capacidades que liquidan otros aparatos. Considérese el mercado de dispositivos que hacen el seguimiento de las actividades físicas, por ejemplo el Fitbit Zip, un dispositivo de 60 dólares del tamaño de un pulgar que se engancha en el cinturón y cuenta sus pasos al caminar.
Video oficial de Fitbit Zip (en inglés)
Este aparato que se conecta al celular para sincronizar sus datos, pudo haber tenido sentido hace unos años, cuando la gente no estaba tan obsesionada con sus teléfonos. Pero en la medida que la gente lleva su celular consigo cada vez más -y los celulares se han vuelto capaces de medir mejor, incluso la elevación- ¿necesitará la gente un aparato específico para seguir su actividad física? Al fin de cuentas, los mejores celulares actuales, incluyendo el iPhone y los nuevos dispositivos de Samsung, tienen aplicaciones que vienen de fábrica con el equipo, que registran sus movimientos.
Es precisamente por este riesgo de ser desplazados por los teléfonos que los fabricantes de dispositivos debieran pensar en sus equipos como plataformas para software.
En ese mundo un registrador de actividad física que se vuelve superfluo por un teléfono podría adquirir nuevas capacidades para otro uso. ¿Quizás pudiera convertirse, vía software, en un rastreador de la actividad de las mascotas? O quizás podría convertirse en parte de un sistema de automatización hogareña.
Como informó mi colega Molly Wood, muchas compañías en la CES esta semana se están concentrando en planes para integrar sus dispositivos en sistemas conectados, en vez de simplemente presentar equipos más llamativos.
No espere que esta integración se dé de la noche a la mañana; podríamos tardar años en llegar al momento en el que cualquier dispositivo que compre esté conectado a cualquier otro. Los fabricantes de aparatejos harían bien en apurar la llegada de esta era: su salvación está en el software.
Traducción de Gabriel Zadunaisky
The New York TimesTemas
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