Probamos el LG G5, el smartphone con doble cámara trasera y accesorios modulares
El equipo se vende en el país y su mayor diferencial está en el sistema fotográfico con dos lentes de aperturas diferentes
En febrero último, LG sorprendió al mercado al presentar el G5, un teléfono con un diseño modular. En agosto la compañía comenzó a venderlo en la Argentina con las tres operadoras; estuve probando este teléfono, que Claro ofrece a 13.699 pesos con un plan de 700 pesos (con uno de $ 290 trepa a 17.599; hay otras alternativas) y Personal vende a 11.570 con un plan Black, o a 18.999 con un abono de 230 pesos mensuales (también ofrece otras opciones). El precio con Movistar es de 13.999 pesos con un abono de 700 pesos; con uno de 220 ronda los 18.600 pesos; hay más alternativas.
En los tres casos, por ese precio el kit de venta incluye (por ahora) el teléfono, los anteojos de realidad virtual 360 VR y la cámara CAM 360 (que registra fotos y videos en 360 grados).
Resumen para ansiosos
Como teléfono el G5 es bueno, y un digno sucesor del G4, aunque no mejor que el Galaxy S7, OnePlus 3 o iPhone 6S. Tampoco está rezagado; pero como teléfono es uno más. El sistema modular que amplía sus funciones es, por ahora, una incógnita; el del Moto Z parece estar mejor resuelto. La presencia de la doble cámara trasera es el verdadero diferencial del equipo, y resultará atractiva para los amantes de la fotografía; es el gran angular el que aporta algo por encima de lo que tienen otros competidores del segmento. El combo de venta con los anteojos y la cámara 360 vuelve más atractiva la oferta.
Qué trae el teléfono
El LG G5 cambia levemente el diseño de la línea G: ahora usa un cuerpo de metal y plástico (pintados ambos para darle un aspecto uniforme; a la vista es una sola pieza), y ya no tiene cubierta trasera como los modelos anteriores, aunque sí una tapa en la base que da acceso a la batería (más sobre eso bajo). Esto le permite ser más delgado que su antecesor; su alto y ancho son casi iguales (149,4 x 73,9 x 7,3 mm contra 148,9 x 76,1 x 9,8 mm del G4). Más allá de su tamaño, los bordes redondeados hacen que sea cómodo de llevar en la mano. Lo que cambia es la pantalla, que pasa de 5,5 a 5,3 pulgadas; la reducción es para hacer lugar a la tapa inferior desmontable, que es esencial al sistema modular que eligió la compañía.
El G5 es el primero de la familia G en sumar al ya clásico botón de desbloqueo en el dorso del teléfono un sensor de huellas digitales (de impecable funcionamiento). los botones de volumen hora van en el lateral del equipo, una distribución que hoy usa la mayoría de los fabricantes.
El resto del hardware es de primera línea, desde la pantalla IPS de resolución QHD (2560 x 1440 pixeles) hasta el procesador Qualcomm Snapdragon 820 (el mismo que usa la versión estadounidense del Galaxy S7, entre muchos otros equipos), pasando por los 4 GB de RAM y 32 GB de almacenamiento interno (23 GB disponibles para el usuario; se pueden ampliar con una tarjeta microSD). Nada que comentar en este aspecto: es muy rápido en la carga de todas las aplicaciones, y tiene músculo para rato. Algo que, por otro lado, ya no es novedad en los equipos de alta gama de los últimos años; pero como sea, todo carga muy rápido.
La pantalla tiene buena visibilidad a la luz del sol y excelentes colores e incorpora, como el Galaxy S7 (y como los Lumia y Moto, antes) un reloj que se muestra en forma permanente en pantalla. LG dice que se lleva un 1 por ciento de batería por hora; se puede desactivar. Muestra la hora, la fecha y los iconos de las notificaciones, aunque no son interactivas como las de los Moto. También tiene una luz de notificación, como alternativa.
LG mantiene dos clásicos de esta línea: la radio FM y el sensor infrarrojo, que permite usarlo de control remoto; completa el hardware la conectividad 4G (funcionó muy bien), Wi-Fi, GPS, Bluetooth y NFC. La calidad de audio en las llamadas fue buena, lo mismo que la salida de audio y el parlante, ubicado en la base del teléfono (y que hay que tener cuidado de no tapar con la mano).
Trae una novedad para el mercado local: un conector USB-C (reversible); quienes compren el equipo deberán invertir, quizás, en un segundo cable o cargador para tener en la oficina, etcétera. A propósito, el cargador que viene con la caja es de carga rápida, por lo que llevar de cero a cien a la batería de 2800 mAh del equipo es un trámite rápido (menos de media hora para media carga). Esto es una gran noticia, porque la batería (más chica que la de su predecesor, o que la del Galaxy S7) no hace magia; dependerá del uso que le de cada uno, por supuesto, pero en general llega al final de una jornada de uso sin demasiado resto.
Corre Android 6.0.1, y más allá de cambios cosméticos en los íconos, y el clásico menú de notificaciones con botones configurables de la compañía, la interfaz de usuario no sufrió demasiadas modificaciones, ni hay software inútil que quite espacio al usuario. Sí trae, como otros, la posibilidad de cambiar la posición de los botones de control (inicio, aplicaciones activas, atrás); la integración de Dropbox, Onedrive, Google Drive y Box en el administrador de archivos; un gestor de almacenamiento; un administrador de la batería para definir qué sucede cuando está con poca carga (restringir aplicaciones en segundo plano, etcétera).
Hasta aquí, lo convencional del equipo, que no se diferencia en rendimiento de otros smartphones con ese hardware; es uno más entre los tope de línea de este año; no descolla ni por su diseño ni por el rendimiento (que no es malo tampoco), y en Android está un pequeño paso por detrás del Galaxy S7, el OnePlus 3 y otros. El diferencial está en la cámara y en el sistema modular.
Dos ojos en vez de uno
El LG G5 tiene dos cámaras traseras (y una frontal, de 8 megapixeles, de calidad decente). Las dos cámaras traseras no funcionan, como en el caso del Huawei P9 o el HTC One M8, como un mismo sensor (veremos qué sucede mañana con el iPhone 7, si se cumplen los pronósticos). Las del LG G5 son, literalmente, dos cámaras en un mismo teléfono. Una tiene una lente con 78 grados de apertura y 16 megapixeles de resolución (f/1.8); la otra, 8 megapixeles pero 135 grados de apertura (f/2.4). Un normal y un gran angular, y así funcionan; se elige usar uno u otro con un botón en la interfaz de la cámara. También hay un salto automático entre uno y otro cuando se hace zoom con el gran angular. Y tiene un par de modos de captura que combinan la foto de una cámara dentro de la otra; pero más allá de eso, sus registros siguen siendo independientes.
Las cámaras del LG G5 ofrecen, además, foco por láser y detección de fases (PDAF), y estabilización óptica; la normal, además, ofrece muy buena calidad de imagen en fotos con poca luz. Y funcionan muy rápido, tanto para la carga de la aplicación de la cámara (que es instantánea) como para el foco y el disparo. La aplicación ofrece un modo manual para controlar todos los parámetros de la cámara (con cualquiera de las dos lentes).
Es difícil decidir si es mejor que la del Galaxy S7, el iPhone 6S o el HTC 10, por poner tres ejemplos, pero es de primer nivel; y cualquier discusión minuciosa sobre la calidad final la compensa con la posibilidad de cambiar de lente para tener otro encuadre, algo que se puede hacer incluso durante la grabación de un video, lo que da una gran flexibilidad al fotógrafo.
Los módulos: veremos
El LG G5 tiene, por ahora, dos módulos que complementan sus funciones básicas (y que no están disponibles en el país de momento): un grip para la cámara, que permite un mejor agarre, suma otra batería y un botón físico para la cámara; y unos parlantes externos de Bang&Olufsen, que también pueden usarse por separado, es decir, desenganchados del equipo. A propósito de esto: el sistema modular permite que, llegado el caso, alguien compre una batería adicional y cambie la que está en el teléfono, al estilo tradicional.
Extraerla es, en teoría, muy sencillo: hay que presionar un botón en la base y se desengancha la tapa inferior, que extrae la batería; se desconecta la batería de la base y se cambia por otra, o por el módulo nuevo. En la práctica, a veces requiere de una fuerza mayor a lo esperado, y siempre está la sensación de que estamos haciendo las cosas en forma incorrecta. Es cuestión de acostumbrarse, pero el sistema de Lenovo con el Moto Z (con un sistema magnético) me resulta más conveniente, y no requiere apagar el teléfono.
Los módulos son un concepto interesante, aunque muy de nicho: representan una inversión adicional, y aunque se supone que serán compatibles con los sucesores del G5, implican un compromiso con la marca que no todo el mundo está dispuesto a hacer. En cualquier caso, usar el teléfono sin los módulos (como hará la mayoría de los usuarios) no afecta ni al funcionamiento ni al perfil del G5; es algo que simplemente se puede ignorar.
Los amigos que acompañan
El LG G5 se vende en la Argentina, al menos por ahora, en un kit que incluye los anteojos de realidad virtual y la cámara 360 de la compañía (los "amigos", según los define la compañía).
Usar la cámara LG Cam 360 es fácil, porque carece casi por completo de opciones de configuración: una presión en el botón toma una foto (de 180 o 360 grados, algo que se gestiona en la aplicación del teléfono); una presión larga inicia el registro del video, que se almacena en su tarjeta microSD. La batería dura una hora de uso continuo, más o menos. La cámara se puede usar sin el teléfono, para transferir luego las fotos y los videos; si están en rango (conectados en forma inalámbrica) es posible dejar la cámara en un lugar fijo (o con un trípode, tiene una rosca estándar) e iniciar la grabación desde el teléfono, revisar lo registrado, etcétera. Viene con un estuche protector, y es muy compacta; entra en cualquier bolsillo.
Los anteojos de realidad virtual LG 360 VR vienen también con su propio estuche, y funcionan en forma diferente a los Gear VR de Samsung o el Cardboard de Google, en los que el teléfono mismo se pone frente a los ojos. Aquí los anteojos de LG tienen sus propias pantallas (y acelerómetros para detectar el movimiento de la cabeza), y reciben los datos del teléfono vía el cable USB-C. Lo bueno: son mucho más livianos que los diseños que usan un teléfono como pantalla, y el smartphone funciona de mando (se activan funciones tocando la pantalla) lo que habilita opciones de interacción con el mundo virtual más sofisticadas que las de Samsung. Además, se puede modificar la posición de las ópticas para que se ajuste mejor a nuestra fisonomía. Lo malo: los anteojos son un poco pequeños, lo que deja filtrar luz perimetral; hay que acomodar bien el cable para que no moleste en la cara; y el contenido disponible hoy es limitado, comparado con el de Samsung (que se beneficia de su sociedad con Oculus). Pero los anteojos son cómodos, y funcionan bien.
En resumen
Lo que vale del LG G5 no son los módulos (útiles para pocos) ni el hardware general del teléfono (muy bueno, pero no es mejor ni peor que el de sus sus competidores del segmento más sofisticado del mercado); el distintivo está en la doble cámara trasera. La inclusión de los anteojos y la cámara 360 con la compra son un agregado atractivo.
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