Le robaron su cuenta de Instagram y los delincuentes lograron sacarle $100.000 a sus seguidores
A Elsa Inchassendague, concejal de Río Colorado (Río Negro) le usurparon una cuenta de Instagram; los ladrones se hicieron pasar por ella y le pidieron dinero a sus seguidores, con la excusa de un inconveniente económico menor y con la promesa de devolverlo al día siguiente
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Elsa Inchassendague es concejal de Río Colorado, en el norte de Río Negro. Un pueblo con más de 17.000 habitantes. De trayectoria radical, Inchassendague tiene 60 años y pertenece al partido Juntos Somos Río Negro. Pero no fue por su trayectoria política que fue noticia esta semana, sino porque su cuenta personal de Instagram fue usurpada por delincuentes que se aprovecharon de la identidad digital para pedirle plata a sus contactos.
El 17 de mayo, “a la tardecita”, como dice Inchassendague, empezó a recibir mensajes extraños en su WhatsApp. “Me avisan mi nieta y mi hija que me habían robado la cuenta de Instagram, que me habían hackeado, pero no entendía bien qué significaba un hackeo”, relata. “¿Qué podría tener de particular mi cuenta de Instagram para que alguien la mire, la use, o se la quede? -se preguntó-. No entendía bien cuál podía ser la gravedad.”
La gravedad
Lo cierto es que con el correr de la horas empezó a entender. Desde su cuenta de Instagram, que ya no estaba en su poder, llevaron a cabo el robo. “La primera que me avisa fue mi nuera, que me envía una foto de un depósito y ahí se me apagó el mundo -cuenta, rememorando la imagen del comprobante bancario-. Me cuenta que yo le había pedido un préstamo porque ‘me había excedido en el uso de mi cuenta bancaria y que le iba a devolver en una hora’. Ese fue el mismo verso para todos mis contactos. Incluso para mi nieta, que tiene 17 años.”
“En tres o cuatro horas era algo imparable, pero ya no le podía avisar a todos -señala Inchassendague. El día avanzaba, el dinero fluía y ella no sabía cómo avisarle a sus amigos que no era ella realmente la que pedía el dinero-. Entonces lo puse en mi estado de WhatsApp, para que alguien lo viera, lo puse en Facebook. Pero no todo el mundo está atento a todo lo que se publica en redes sociales. Lo que no podía hacer era avisar o recuperar mi cuenta de Instagram, que ya tenía otro correo electrónico asociado”, señala.
La imposibilidad de la denuncia
En el medio, quiso hacer la denuncia, pero en la comisaría local no se la aceptaron porque, según le dijeron, no era ella la estafada. “Traté de explicarles, pero no hubo caso”, admite. Fue entonces a la fiscalía de Río Colorado. En el medio, los delincuentes se habían hecho de 100.000 pesos, de la mano de cinco contactos de Inchassendague.
Pudieron ser más: hubo cuatro personas que, al querer agendarla para hacer la transferencia, tuvieron que esperar 24 horas para poder hacer el depósito, uno de los requisitos que les pide el home banking. La llamaron para avisarle: “no, por favor no hagan la transferencia”, les suplicó la concejal, y les explicó la situación. Ese mismo día, Inchassendague apareció en diferentes medios locales para contar la situación. “Era lo único que podía hacer para advertir al resto de que no lo hiciera, no tenía otra manera”. Para algunos, no alcanzó.
No es una cuestión de edad
“Siempre se advierte que la gente grande puede ser engañada; todos los que hicieron el depósito en este caso tienen 30 años. La mayoría les dio lo último que les quedaba en sus cuentas. En un caso, cuando hicieron una transferencia de 15 mil pesos, les volvieron a pedir un monto similar, cosa que también hicieron”, relata.
Aún consternada por la situación, Inchassendague cree que esto hasta pudo ser peor, más allá del dinero perdido. “¿Qué hubiera pasado si el delito hubiera sido otro? Si me hubieran comprometido en otra cosa, que difícilmente uno pueda demostrar que la cuenta está en poder de otra persona, como por ejemplo difundir imágenes de abuso sexual infantil”.
Tras unos días, la concejal creó una nueva cuenta de Instagram. Su primer seguidor, paradójicamente, fue su usuario robado. “Cuando lo vi, me asusté. Así que por ahora no la estoy usando”, admite. Mientras tanto, la investigación de la fiscalía de Río Colorado continúa para determinar a quiénes pertenecen esas cuentas bancarias a las que fue a parar el dinero. Y que son quienes en definitiva estuvieron detrás del atraco. Inchassendague igualmente se hará cargo: “yo voy a devolverles la plata a mis contactos”.