¿Las personas son más agresivas después de haber jugado videojuegos violentos?
Suele responsabilizarse a los videojuegos violentos por actitudes agresivas de los gamers, pero múltiples estudios analizan su relación y no encuentran un efecto perceptible
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La relación entre los videojuegos violentos y las conductas agresivas en los jugadores viene siendo tema de investigaciones desde hace años. Existen estudios que sugieren que la exposición continua a contenido violento puede tener un efecto a corto plazo en el aumento de la agresividad y la reducción de la empatía. Sin embargo, no hay un consenso científico claro al respecto; y el número de personas que juegan juegos es suficientemente alto como para asumir que el impacto, si lo tiene, es sólo en un grupo reducido de personas.
En uno de los estudios más recientes, llamado Time Spent Playing Two Online Shooters Has No Measurable Effect on Aggressive Affect (EL tiempo invertido jugando a dos juegos de tiros online no tiene un efecto mensurable en la agresividad) los autores analizaron a 1092 jugadores de Apex Legends y a 1488 jugadores de Outriders, de forma tal que se les midió el tiempo dedicado a jugar y el afecto agresivo. Los resultados mostraron que, para ambos juegos de disparos, no hubo un efecto significativo en los niveles de agresividad de los jugadores, y tampoco se registraron cambios en el comportamiento durante las semanas que las cuales se les pidió a esas personas que no jugaran a ese tipo de juego.
Este estudio encontró que para ver un aumento de medio punto en la escala de afecto agresivo, cada jugador necesitaría jugar entre 25 y 50 horas más por día, lo cual no es posible. Estos resultados son consistentes con metaanálisis y estudios más recientes que no muestran un vínculo significativo entre los videojuegos violentos y la agresión. “Los estudios meta-analíticos son un tipo de investigación estadística que permite combinar los resultados de distintas investigaciones. Entonces se van sumando esas evidencias particulares en un rastreo bibliográfico que se hace del tema para hacer un análisis estadístico sobre las investigaciones ya publicadas para dilucidar si está presente o no esa relación, en este caso, entre los videojuegos violentos y las conductas agresivas”, explica Belén Mesurado, directora de la carrera de Psicología de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral e investigadora independiente del CONICET.
Por otra parte, de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, revisaron 84 estudios que analizan la intersección entre los videojuegos y la salud mental, y tampoco encontraron relación alguna. En un intento por ir más allá con la evidencia reunida hasta el momento, los expertos norteamericanos comentan que, para conocer realmente cuáles son los efectos de jugar videojuegos violentos frecuentes y habituales, y para saber por cuánto tiempo persisten estos efectos se necesitan estudios en los que los participantes sean entrenados durante períodos de tiempo más largos, evaluados después de un retraso más prolongado después de jugar intensamente y evaluados con baterías más amplias que evalúen la agresión pero también otros dominios relevantes como la empatía, así como el estado de ánimo y la cognición.
“Además, se necesitan evaluaciones de seguimiento a largo plazo”, se señala en la investigación Does playing violent video games cause aggression? A longitudinal intervention study (¿Jugar videojuegos violentos genera agresión? Un estudio de intervensión longitudinal). En este documento, los investigadores explican que, para dar respuesta a esos interrogantes, expusieron a los participantes adultos a dos tipos diferentes de videojuegos durante un período de 2 meses para analizar sus cambios en la conducta. De esta manera, un grupo de personas jugó al videojuego Grand Theft Auto, mientras que otro grupo interactuó con el juego de simulación de vida no violento Los Sims.
Además, se conformó un grupo de control pasivo. “Aunque utilizamos una batería de pruebas integral que constaba de cuestionarios y pruebas conductuales computarizadas que evaluaban la agresión, los constructos relacionados con la impulsividad, el estado de ánimo, la ansiedad, la empatía, las competencias interpersonales y las funciones de control ejecutivo, no encontramos efectos negativos relevantes en respuesta a los videojuegos violentos”, señalan los investigadores.
Sin embargo, otros trabajas llegan a conclusiones diferentes. Por caso, en el documento Who is most at risk for developing physical aggression after playing violent video games? An individual differences perspective from early adolescence to emerging adulthood, publicado en abril de este año por investigadores de Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, se pone de manifiesto que, si bien existen muchas teorías del desarrollo que sugieren que jugar videojuegos violentos no afectaría a todos los adolescentes de la misma manera, “estos estudios cuentan con una investigación empírica escasa”. Para abordar esta brecha, esos investigadores analizaron a un grupo jóvenes. de un rango de edad de 8 años, para abarcar múltiples períodos de desarrollo. Como hallazgo, detectaron que hay individuos que responden de forma más agresiva que otros al estímulo de los videojuegos violentos. Los resultados se discuten desde una perspectiva equilibrada y se reconoce que los videojuegos violentos no afectan a todos los adolescentes de la misma manera.
“Si bien hay resultados contradictorios en las investigaciones, los estudios más exhaustivos encontraron que, efectivamente, los videojuegos violentos aumentan el nivel de agresividad de los adolescentes y de jóvenes adultos. Por otra parte, otros documentos particulares más recientes han llegado a conclusiones similares, e incluso sostienen que aumenta en los jugadores las emociones como ira y enojo”, dice Mesurado.
Por su parte, Mariano David Cáceres, que es Licenciado en Psicología, especialista en Neuropsicología y docente de la Escuela Superior de Ciencias del Comportamiento y Humanidades de la Universidad de Morón, considera la relación entre jugar videojuegos agresivos y expresar una personalidad violenta resulta demasiado compleja, y puede darse solo bajo ciertas condiciones. “Es decir, depende de la singularísima asociación de variables de tipo genéticas, psicológicas, ambientales y de estilo de crianza del usuario de ese estilo de videojuegos”, explica Cáceres. Y ejemplifica: “Si consideramos el caso de un niño con propensión hacia la impulsividad y el pobre control inhibitorio, inmerso en un ambiente hostil y con un entorno poco contendor, el agregado de los videojuegos violentos hará que las probabilidades de expresar conductas violentas aumenten, a diferencia de otro niño, expuesto al mismo estímulo, pero con una realidad distinta”.
Efectos positivos
Más allá de los hallazgos encontrados sobre la conducta de los jugadores, los científicos internacionales están encontrando beneficios en las personas que se entretienen con este tipo de título. En tal sentido, argumentan que estos juegos confrontan a los jugadores con nuevos desafíos y retroalimentación inmediata sobre la técnica. Además, permite a los participantes adoptar un enfoque iterativo hacia la mejora del juego y les entrega una sensación posterior de logro, que los ayuda a adoptar una perspectiva saludable hacia los problemas del mundo real.
Además, muchos de estos videojuegos son intrínsecamente sociales. En tal sentido, los estudios sobre videojuegos multijugador online evidencian mejoras en la autoestima y las habilidades cognitivas y sociales, junto con disminuciones simultáneas en la depresión, el estrés y la soledad. Incluso se han identificado vínculos entre el bienestar social y el juego en línea, independientemente de la edad o la intensidad del jugador. Y la especialista de la universidad Austral, agrega que también contribuye a desarrollar habilidades visoespaciales, que es la capacidad para representar, analizar y manipular objetos mentalmente, y de percibir esas relaciones espaciales entre distintos objetos.
“Desde un enfoque netamente neuropsicológico, deberíamos diferenciar las destrezas a nivel cerebral que se despliegan para una ejecución correcta de la tarea que propone el videojuego, del componente violento que ese mismo trae incluido: en lo que respecta al primer nivel mencionado, existe amplia literatura científica que respalda el hecho que juegos considerados violentos, como los de peleas en tercera persona o de disparos en primera persona, traen aparejado beneficio en el desarrollo y el mejoramiento de ciertas funciones mentales superiores, principalmente, en los mecanismos atencionales y en el procesamiento visoespacial. Además, algunos de esos juegos, puede contribuir a la sociabilización y el trabajo cooperativo. Sin embargo, no deberíamos desatender el segundo componente mencionado, respecto a la violencia que el videojuego propone. Y sobre este punto, considero que debería moderarse este tipo de entretenimientos, sobre todo en niños o niñas menores de 16 años, en donde las estructuras neurofisiológicas y psicológicas están en pleno proceso de maduración y desarrollo”, analiza Cáceres.
Conclusiones
Dado que no hay un consenso científico claro sobre si jugar a videojuegos violentos provoca directamente un comportamiento agresivo a largo plazo en los jugadores, los entrevistados sugieren monitoreo concienzudo por parte de los adultos responsables, en especial cuando se trata de niños en edades tempranas. “Lo óptimo -detalla Cáceres- es que los progenitores o tutores estén al tanto de cuáles son los contenidos de los juegos que los niños utilizan, con qué frecuencia lo hacen, en qué momentos, si lo hacen solos o en compañía, ya que atender a ese tipo de información podría dar indicios del estado psicológico actual de los mismos”.
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