Mascotas robot: ¿son efectivas para combatir la soledad de los mayores durante el aislamiento provocado por la pandemia?
Al ritmo con el cual avanza la pandemia y, por ende, las personas se resguardan en sus casas evitando reunirse con amigos y familiares, aparece otra epidemia: la soledad. Esta situación es crucial ya que la calidad y cantidad de las relaciones sociales impacta no solo en la salud mental, sino también en la morbilidad y la mortalidad de los individuos, tal como indican varios estudios.
Frente a este escenario, y con el objetivo de “tener compañía” muchas personas decidieron adoptar una mascota, pero para las personas mayores esta puede no ser una opción viable. En estos casos, las mascotas-robot se están posicionando en países como Japón, Australia y Estados Unidos como una alternativa, donde se comercializan “perros” y “gatos” artificiales, que están preparados para brindar una sensación de compañía y un nivel de interacción variado.
En cuanto a las investigaciones sobre el tema, la Oficina para el Envejecimiento del Estado de Nueva York, Estados Unido, llevó a cabo un estudio en el que se demostró que el 70% de los sondeados informaron una disminución en su sentimiento de soledad después de 1 año de convivir con una mascota-robot. Otros programas similares realizados en otros puntos de ese país también mostraron resultados positivos. Incluso, se ha registrado que las mascotas-robot pueden ayudar a mejorar el bienestar y la calidad de vida de las personas solitarias o aisladas así como también de aquellas que padecen deterioro cognitivo. Por último, se demostró en un estudio en el cual se analizaron a 61 residentes, que interactuar por tres días a la semana durante tres meses este tipo de mascota-robot provocó una disminución en sus niveles de estrés y ansiedad. Además, necesitaron menos medicamentos para el dolor y para disminuir sus problemas de conducta.
“Las cuarentenas han provocado consecuencias bastante negativas en los adultos mayores en términos de soledad. Frente al aislamiento social las mascotas-robot son aconsejables siempre y cuando sirvan para la interacción. De todos modos, siempre es mejor un animal de carne y hueso”, explica a LA NACION la Dra. Susana Levantini, doctora en Psicología y profesora de la carrera de Psicología de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, que también integra el grupo de Investigación y Extensión de la UA. En tal sentido, afirma que lo que importa es que la mascota-robot sea interactiva, porque eso es lo que permite que exista una “relación”, y lo que diferencia a este dispositivo de un “objetivo frio”.
Mariano David Cáceres, que psicólogo especialista en adultos mayores con orientación neuropsicológica, y se desempeña en el área de estimulación cognitiva de la Universidad de Morón, considera que “la implementación de intervenciones tecnológicas no farmacológicas como las mascotas robots para mitigar los efectos nocivos de la soledad es pertinente, siempre y cuando no sea posible tener un animal de carne y hueso”. De todas maneras, aclara que la interacción entre el adulto mayor y el dispositivo nunca será igual a la que pondría mantener un humano con un organismo que tenga las capacidades cerebrales para sincronizar emocionalmente y lograr, de esta manera, regular de manera positiva el estado de ánimo.
Cómo son y cuánto cuestan
El precio internacional de los perros-robots ronda los 130 dólares, aunque hay una gran dispersión de precios. A diferencia de un animal de peluche tradicional, se trata mascotas interactivas: tienen movimientos, responden al contacto y reaccionan ante el llamado de los humanos. Entre otros detalles, algunos modelos tienen pelaje, y hacen sonidos de cachorro realistas. Esta interacción bidireccional ayuda a crear una experiencia personalmente rica que puede brindar diversión, alegría y amistad a los adultos mayores. Lógicamente, también hay otras las ventajas: por ejemplo, estas “mascotas” que no ensucian, no hay que sacarlos a pasear ni darles de comer (sí hay que recargar su batería).
A modo de ejemplo, en las plataformas de compra-venta por internet se pueden ver varios modelos. Hay gatos como este que se consigue por 110 dólares en Amazon. Esta mascota-robot hace movimientos y sonidos similares a los de un gato e incluso hace un ronroneo similar al real. Entre otros detalles, es capaz de abrir y cerrar los ojos, levantar la pata, abrir la boca y mover la cabeza y el cuerpo. Viene con un pelaje sintético, suave y que se puede cepillar. Además, tiene sensores para respondes al movimiento y al tacto, como caricias y abrazos. Quienes prefieren a los perros con las funciones recién detalladas, pueden optar por un cachorro de 129 dólares. Ambos son fabricados por Joy For All.
En tanto, el perro Aibo, de Sony, tiene aspecto de cachorro pero es claramente un robot (no tiene pelaje): tiene un precio de 2899 dólares y, entre sus numerosas funciones, incorpora inteligencia artificial para conocer más a su amo a medida que pasa el tiempo. Incluso, utiliza sus “ojos” (que tienen cámaras) como interfaces de respuesta, modificando su comportamiento en función de lo que ve. Además, es capaz de detectar obstáculos, golpes y personas, jugar con una pelota y más. Su alternativa es MarsCat, el gato robot, con un precio de 1049 dólares.
En otro nivel está Paro, la foca de peluche que se usa como acompañante terapéutico, o Pepper, el robot humanoide que conversa con sus dueños, que tiene un precio de 1600 dólares pero que se vende con un modelo de suscripción.
A medida que avance la adopción de estos dispositivos tecnológicos, es esperable que incorporen más funciones para intentar ser lo más parecidos posibles a los cuadrúpedos de carne y hueso.
Otras noticias de Robots
Más leídas de Tecnología
Viral en TikTok. La pregunta que debés hacerle a ChatGPT si quieres saber qué conoce acerca de uno mismo
Paso a paso. Por qué recomiendan desactivar el Meta IA de WhatsApp: cómo hacerlo
Halloween 2024. Así es el doodle de Google de hoy que celebra la Noche de Brujas
Ojo con Tony Stark. La terminante decisión de Robert Downey Jr. respecto de la inteligencia artificial