Las aplicaciones para dejar de usar el celular no alcanzan, porque los principales responsables somos nosotros
El 98% de los argentinos tiene un teléfono inteligente, según los datos de enero provistos en el estudio We Are Social. Y la cantidad de minutos diarios que se destinan al uso de estos dispositivos crece año tras año, en especial desde el inicio de la pandemia.
Si bien es cierto que para conocer y medir cómo cada usuario utiliza el smartphone se pueden descargar algunas de tantas aplicaciones que nos dicen en qué invertimos el tiempo que pasamos frente a la pantalla, y que incluso tanto iOS, de Apple, como Android, de Google, incorporan funciones de este tipo, un nuevo estudio afirma que medir el tiempo de pantalla no es suficiente para disminuir el uso del móvil.
En concreto, la investigación de marzo último “Why are smartphones disruptive? An empirical study of smartphone use in real-life contexts” (”Por qué son disruptivos los smartphones, un estudio empírico del uso del smartphone en contextos reales”), llevada a cabo por la Escuela de Ciencias Políticas y Económicas de Londres, concluye que “los móviles solo inician alrededor del 11% de las interacciones que tienen con sus propietarios. El otro 89% de las veces son los usuarios quienes los revisan cuando tienen unos minutos libres o cambian de tarea”. Es decir, no alcanza con cancelar notificaciones o ponerlo en “no molestar” para que no lleguen cosas: el problema es mayoritariamente nuestro.
El estudio, cuya principal conclusión es que “las interacciones con los smartphones son impulsadas por un conjunto complejo de rutinas y hábitos que los usuarios desarrollan a lo largo del tiempo”, también revela que muchas interacciones se realizan de forma inconsciente, y que incluso las personas estudiadas accionaban sus dispositivos en intervalos inferiores a los 5 minutos. En tal sentido, Gimena González, psicóloga y profesora de la Universidad Siglo 21, comenta que “estos dispositivos han generado una revolución de emociones, sensaciones y cambios de conducta hasta el punto tal que no se ha tomado una verdadera dimensión de las consecuencias que puede atraer en cada caso”.
Magdalena Tiesi, profesora de la carrera de Psicología, Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, coincide con el estudio y reflexiona: “Cuando tomamos nuestro teléfono inteligente siempre vamos a encontrar algo útil para hacer, siendo la productividad un aspecto muy valorado por nuestra sociedad. De esta forma, cuando tenemos tiempo libre, por ejemplo, en la sala de espera del médico, acudimos a nuestro smartphone para aprovechar el tiempo. Y entonces luego nos encontramos “aprovechando todo lo posible nuestro tiempo” en múltiples situaciones, pensando que seguramente tengamos muchos mensajes pendientes en nuestro WhatsApp, mails aguardando para ser leídos, llamados que realizar o algo importante que haya sucedido de lo que será mejor estar notificados”, señala y agrega: “Ante esta realidad es oportuno preguntarnos qué nos sucede cuando nos hallamos en esos momentos de inactividad en los que tenemos que esperar, o simplemente tenemos tiempo de ocio, y en lugar de preguntarnos qué nos gustaría hacer con nuestro tiempo libre, agarramos el smartphone”.
Un episodio del podcast Cómo fabricar tiempo que te puede servir:
Claves para reducir el uso del smartphone
Los hábitos que han creado los usuarios en torno al dispositivo móvil son tan potentes que es difícil que cualquier app para controlar el tiempo de uso pueda funcionar por sí sola, porque depende de que los usuarios logren modificar estos horarios y restricciones.
El problema es que el acceso instantáneo a los contenidos, y que estos sean virtualmente inagotables (el sinfín de videos y publicaciones de TikTok, Instagram, Twitter, YouTube Facebook, etcétera) hace que sea difícil que el usuario se autocensure en el momento de utilizar el smartphone. En tal sentido, una opción que demostró ser efectiva es que el usuario deba completar una tarea para poder acceder a una aplicación o al desbloqueo del teléfono. Esta es la conclusión a la que llegó la investigación realizada en la Universidad de Corea “LocknType: Lockout Task Intervention for Discouraging Smartphone App Use (”LocknType: bloqueo con intervención de tareas para disuadir el uso de apps del smartphone”) Como parte del estudio, los usuarios tenían que desbloquear el dispositivo introduciendo 10 o 30 dígitos para poder acceder a la app. Como conclusión, la investigación señala que pedirle a los usuarios que realicen una tarea adicional para ingresar a la app desalentó el 13,1% de los participantes, mientras que la tarea en la que tenían que introducir 30 dígitos desalentó al 47,5% de los usuarios.
Más allá de este informe, en la práctica, González recomienda, en primer lugar, que el usuario identifique y sea consciente de que está realizando usos en exceso. Luego, una alternativa es deshabilitar las notificaciones de las aplicaciones. “Se recomienda establecer tiempos y horarios destinados a pasar en cada una de las apps, así como también tiempos de pausa. Otras de las cuestiones a considerar, es evitar caer en el miedo a perderse de algo vital si no estamos constantemente viendo las redes sociales, ya que ello puede interferir sobre todo en nuestra vida diaria”.
Por su parte, Tiesi propone dejar el dispositivo en otro ambiente para preservar momentos de reunión con amigos y familiares, o simplemente cuando quisiéramos poner nuestra atención en lo que estamos haciendo. “Es interesante entrenarnos en el registro de nuestras motivaciones a la hora de agarrar el celular, para detenernos un instante a preguntarnos “¿para qué?” “¿realmente es tan importante?” -reflexiona-. Estos cuestionamientos pueden ayudarnos a reorientar nuestra conducta cuando sea necesario, haciendo de los espacios vacíos, momentos de oportunidad para el encuentro personal.”
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