La tecnología, un refugio para los adolescentes con altas capacidades
Cuando estábamos en la escuela, seguramente muchos fantaseamos con la idea de poder estudiar y que sea fácil, o sumar nuevos conocimientos sin tener que esforzarnos. Paloma, una adolescente con altas capacidades, lo vivió como algo negativo durante su niñez. Aburrimiento, desmotivación, vergüenza y malos tratos fueron solo algunas de las situaciones que sufrió en sus primeros años de escolaridad. "Desde muy chica Paloma aprendía cosas por su cuenta, a leer, los números, y siempre fue muy curiosa", cuentan Sergio y Mariela, su papá y mamá. "Fueron años muy difíciles para todos. Queríamos ayudarla, pero no sabíamos cómo. Los docentes la probaban, no entendían cómo tratarla y sus compañeros la aislaban", recuerdan. Es que, aún hoy, acompañar el diagnóstico de una persona superdotada es una tarea complicada.
La Asociación Altas Capacidades Argentinas, fundada en 2015, explica que ser superdotado o tener Altas Capacidades Intelectuales (ACI) implica poseer capacidades excepcionales en una o más áreas de conocimiento o en una o más funciones cognitivas. Es decir, una persona con ACI cuenta con un potencial para el conocimiento, un talento en algún área de conocimiento (no necesariamente el académico) que se encuentra latente y, por ende, se debe estimular.
Si bien los datos para dar cuenta de esta población en la Argentina no son fáciles de encontrar, según un estudio del área de neuropsicología de la Universidad Nacional de Córdoba, el 15% de los niños y niñas del país tienen ACI, de los cuales un 13% son talentosos y un 2% son superdotados, es decir, además de ser talentosos en un área específica, pueden tener razonamiento lógico interrelacional. El lado oscuro: el 80% de estas personas son blanco de bullying. "En primer grado me cargaban diciendo que era 'más inteligente' y llegaron a encerrarme en un baño por eso. Al cambiarme de colegio dejé de demostrar que aprendía rápido para tener amigos y dejar de sufrir", confiesa Paloma, quien hoy tiene 15 años.
"Con el tiempo y cuando Paloma fue reconociendo sus capacidades, las situaciones se fueron acomodando", cuenta su familia. Participar de grupos en algunas asociaciones ayudó mucho y gracias a un profesor de matemática y tecnología que la inspiró y a una organización de la sociedad civil que le abrió sus puertas, en su vida apareció algo que la cambió por completo: la tecnología. "Desde que Paloma empezó a relacionarse con lo tecnológico encontró un lugar de desafío que la motiva y la impulsa a seguir aprendiendo y relacionándose", cuentan Sergio y Mariela.
La tecnología como un lugar seguro
Como cuenta Paloma, la tecnología es su refugio, el escape de su vida cotidiana y los lentes de felicidad con los cuales puede ver un entorno más positivo. "En los distintos eventos tecnológicos a los que asisto me siento en casa, acompañada y feliz al saber que hay más jóvenes que comparten mis gustos. No me siento tan sola como antes, no me siento el bicho raro".
A los 13 años Paloma identificó, a partir del primer programa en el que participó, que las oportunidades laborales para las mujeres eran desiguales en las condiciones y remuneración, y en equipo prototipó una app que busca y ofrece trabajo exclusivo para mujeres. Esta solución genera un espacio cuidado y seguro, que propone equidad en las publicaciones de búsquedas laborales. Al año siguiente ganó una beca y se recibió de desarrolladora full stack –uno de los perfiles más demandados por las empresas y una de las profesiones número uno en búsquedas de los portales de empleo–, continúa con su formación y asegura que la tecnología es un espacio que la desafía a tener un aprendizaje constante.
En días de pandemia, la tecnología emergió como una respuesta para todo lo que hacemos en la vida cotidiana, desde clases hasta reuniones de trabajo. Sin embargo, pocas veces nos pusimos a pensar en el impacto que tiene en un grupo de personas que muchas veces olvidamos, que son una minoría y que cuentan con talento poco reconocido socialmente. Este grupo es, quienes seguramente, en silencio, están pensando soluciones para que nuestra vida sea mejor, más justa, equitativa y, en tiempo de encierro, más entretenida. Quizás, sea tiempo de acercarles nuevas oportunidades de desarrollo, inclusión y reconocimiento, y quizás esté en la palma de la mano con un celular.