Pocos inventos recientes han cambiado nuestro mundo tanto como el teléfono móvil o celular, particularmente, el de los dueños de los 4780 millones que hay hoy en día en el planeta. Una cantidad respetable para un artilugio que fue usado por primera vez en la historia hace menos de medio siglo.
La primera llamada telefónica fue hecha en 1973 en Nueva York, por el ingeniero Martin Cooper, conocido como el padre del teléfono móvil.
"Para el público, sonaba como ciencia ficción: habíamos estado amarrados con un cable a la casa o al escritorio durante 100 años", recuerda Cooper en conversación con la BBC.
"Sin embargo, nosotros pensábamos que la gente era fundamentalmente móvil, que quería estar conectada en cualquier lugar en el que estuvieran. Por eso teníamos que crear un aparato, nunca antes hecho... y lo tuvimos que hacer en un plazo de 3 meses", relata.
Un cambio profundo
Se dice que fue el pequeño dispositivo portátil llamado 'el comunicador' que utilizaban los personajes de "Star Trek", el programa de televisión de ciencia ficción de los años 60, el que inspiró a Cooper.
Pero en realidad lo que lo hizo pensar por primera vez en la posibilidad de que existiera algo así fue la radio de muñeca que usaba el detective Dick Tracy en la tira cómica estadounidense, relató el ingeniero.
"Antes del celular, cuando hacías una llamada telefónica, estabas llamando a un lugar; ahora, llamas a una persona, y ese es un cambio profundo", destaca.
El prototipo del primer teléfono portátil que Cooper y su equipo presentaron en el hotel Hilton de Nueva York en abril de 1973 era muy diferente al delgado dispositivo plegable de Star Trek, el reloj futurista de Dick Tracy o el celular en el que probablemente estés leyendo esta historia.
"Medía unos 25 x 5 x 10 centímetros y pesaba más de un kilo, y sólo podías hablar durante 20 minutos antes de que se le acabara la batería. La gente se ríe de él, pero era lo mejor que se podía hacer en esa época".
La primera vez
Marty Cooper trabajaba para la compañía Motorola, que en ese entonces era un operador pequeño en el mercado estadounidense de telecomunicaciones.
"Decíamos 'llegará el día en el que cuando alguien nazca le asignarán un número telefónico que tendrá hasta que muera'. Sabíamos que en el futuro todo el mundo tendría un teléfono", asegura el ingeniero.
"Lo que nunca anticipamos es que iba a tener una supercomputadora, una cámara digital, conexión a internet... ninguna de esas cosas existían en 1973".
Fue el 3 de abril de ese año, en la 6ª avenida de Nueva York, que Cooper hizo la primera llamada. "Estábamos hablando con un reportero de una estación de radio mientras caminábamos por la calle y yo realmente no tenía planeado a quién iba a llamar, así que decidí marcarle a mi contraparte en AT&T, Joel Engel", relata.
AT&T era el gigante de las telecomunicaciones en EE.UU. y el mundo; los presupuestos de Motorola eran muy bajos en comparación... ¿qué le dijo Cooper a Engel en esa primera llamada? "Pues marqué su teléfono y fue un milagro que me contestara él mismo, así que lo saludé y le dije 'Soy Marty Cooper y te estoy llamando desde un teléfono celular: un teléfono de mano, portátil y personal'".
Parecido, pero no igual
El gigante AT&T también había estado pensando en el futuro de los teléfonos. Habían sido pioneros en una nueva tecnología, la tecnología celular, que pasa llamadas a través de una red de células, utilizando frecuencias de radio.
Hasta ese momento, tu teléfono tenía que estar conectado por un cable a tu casa u oficina. Pero esa tecnología celular había permitido que los teléfonos fueran más móviles. Pero la idea de AT&T era poner más teléfonos en los automóviles, pues creía que esa era la apuesta correcta para el futuro; no había considerado los portátiles de mano.
Fueron esos jóvenes advenedizos de Motorola los que les demostraron a los grandes de AT&T que estaban equivocados. "Su visión era extender los cables hasta los autos pero para nosotros la idea de que las compañías telefónicas nos iban a amarrar a nuestros carros no tenía sentido", dice Cooper.
David y Goliat
Cooper y su equipo sabían que AT&T estaba presionando a la Comisión Federal de Comunicaciones, que regula las ondas aéreas en EE.UU., para que le otorgaran derechos exclusivos al espectro de radio que necesitaría para poner teléfonos en millones de automóviles utilizando esta tecnología celular.
Motorola sabía que si AT&T ganaba ese monopolio, perderían todas las posibilidades de usar la red para un nuevo teléfono portátil. "AT&T era la compañía más grande del mundo. Tenían dos cabilderos en Washington por cada comisionado federal de comunicaciones haciendo lobby a su favor", dice.
Fue una lucha entre David contra Goliat. Cooper se dio cuenta de que para que Motorola tuviera algún chance de persuadir a los comisionados de comunicaciones, necesitaban algo espectacular. Tenían que mostrarles el futuro: tenían que hacer un teléfono móvil.
"Había 20 personas creando el teléfono en sí, que trabajaban día y noche. Pero ten en cuenta que también teníamos que construir las estaciones de radio y las celdas, así que otras 20 o 30 personas estaban encargadas de eso, mientras que otros preparaban la demostración en Nueva York".
Sólo tenían tres meses para lograrlo. La gerencia de Motorola los respaldó con mucho dinero, pero el desafío era enorme.
Juguete de ricos
Cuando Cooper fue a hacer la gran revelación ante la prensa, llevó consigo dos prototipos, en caso de que uno se rompiera. Pero no llegaron muchos periodistas, si acaso unos 15 o 20.
"Ciertamente no nos prestaron mucha atención. Pero una vez hicimos la demostración, empezaron a salir historias sobre un teléfono con el que podías hablar desde cualquier lugar del mundo", recuerda el ingeniero.
"Había una periodista australiana que nos preguntó si podía llamar a su madre en Australia, y le contestamos: '¡Por supuesto!', mientras cruzábamos los dedos. La llamada funcionó y quedó encantada", cuenta.
Sin embargo, se necesitaron de varios años más -y la intervención del presidente Ronald Reagan-, para que los reguladores federales le garantizaran el acceso de Motorola a las frecuencias de radio que necesitaba. Y fue solo en 1983 que Motorola pudo lanzar su primer teléfono celular disponible comercialmente.
"La mayoría de las personas pensaron que nunca podrían darse el lujo de tener un teléfono como ese. Costaba más de US$ 4000 y el servicio era extraordinariamente caro. Así que, al principio, realmente era un juguete para los ricos", recuerda Cooper.
Un soñador que sigue soñando
El que recibió el apodo de 'teléfono zapato' se convirtió en un ícono. "Yo lo llamé DynaTAC, la abreviación de DYNamic Adaptive Total Area Coverage (cobertura dinámica adaptativa del área total)", explica Cooper.
"Lo que DynaTAC representaba era mi sueño de lo que el mejor teléfono sería: uno que pudieras usar sin importar dónde estuvieras, que se adaptara al entorno y que te permitiera hablar con otra persona como si la distancia que te separara no existiera", dice.
"Aún no hemos logrado todo eso, pero estamos muy cerca de hacerlo. Así que ser un soñador tiene algunas ventajas".
Cooper sólo se dio cuenta de la dimensión del cambio que su creación había generado después de unos años: "cuando salieron al mercado otros modelos que competían; cuando había filas de personas comprándolos; cuando me di cuenta que en los países del Tercer Mundo había más teléfonos móviles que fijos".
"Fue entonces que supimos que habíamos tenido razón", valora.
Al preguntarle a Cooper cuánto ganó con su invento, responde que "en términos de satisfacción, muchísimo"; en términos de dinero, no tanto. "Cuando empecé a trabajar en Motorola, firmé un documento que decía que todas mis creaciones eran propiedad de la firma, y por ellas me pagaban US$1", cuenta Cooper.
"Fue el mejor negocio que hice jamás: Motorola me trató muy bien y el mundo ha sido muy amable conmigo", le dijce al programa de la BBC Click.
Un mundo mejor
Todos estos años más tarde, cuando los teléfonos parecen capaces de hacerlo todo, algunos aspectos fundamentales se han quedado en el tintero. "El énfasis de la industria ha sido vender la novedad, pero aún no tenemos una cobertura sólida. Cuando no puedes hacer una llamada, cuando no te puedes conectar, es porque se agotó la capacidad del sistema", se lamenta el padre de la telefonía móvil.
"Existe la tecnología para incrementar esa capacidad, para solucionar ese problema, e incidentalmente esa tecnología hasta ahorra dinero, pero el énfasis sigue siendo la novedad", se queja.
Ahora, con más de 90 años de edad, Marty Cooper vive en California y sigue trabajando e inventando. Sueña con crear un teléfono lo suficientemente pequeño como para engancharse en la oreja, y otro que examine la salud del usuario, "para poder entender que irregularidades se están empezando a formar en el cuerpo, antes de que se conviertan en enfermedades".
"Te doy un ejemplo: una de las principales causas de muerte en Occidente es insuficiencia cardíaca. Y sabemos cómo anticiparla, pues implica que estás acumulando fluidos en tus pulmones", explica.
"Ya existe un parche que te pones en tu pecho que monitorea el nivel de fluidos en tus pulmones y se comunica con tu teléfono, de manera que recibes una alerta 6 horas antes de tener un ataque al corazón para que te tomes una pastilla y lo evites.
"¡Extrapola eso a muchas otras enfermedades!", dice Cooper, invitándonos a imaginarnos un mundo mejor.
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