La dieta de las notificaciones en el celular
Hace aproximadamente un año y medio que dejé de mostrar todo tipo de notificaciones en mi celular. No porque la gente dejara de escribir, o las aplicaciones de enviarme mensajes push; un día desactivé todo para validar una idea. Necesitaba saber si ese simple cambio realmente haría una diferencia significativa en mi vida. Mis días, y quizás los tuyos, sonaban muy parecidos a esto:
El día comienza. Apagás el despertador del celular. Tenés varios mensajes, correos y notificaciones de algo que pasó mientras estabas durmiendo. Desayunás. Te bañás. Te vibra el celular con notificaciones del diario que seguís. Salís de tu casa camino al trabajo. En el viaje te ponés a trabajar. Si vas en el auto contestás llamadas con el Bluetooth. Si vas en el tren o subte chequeás correos, revisás las notificaciones de Facebook y agendás reuniones de la semana.
Llegás al trabajo, te sentás en la computadora y empezás a resolver todos los pendientes: no los del trabajo, sino los de tu casa. Pagás las cuentas. Transferís las expensas. Le preguntás a tu pareja por algún mensajero qué falta pagar. Siempre falta algo. El tiempo en la oficina deja de ser sólo para trabajar: la distinción entre de la "vida laboral" y la "vida personal" desaparece. Durante la semana es un mix que no termina hasta que te vas a la cama y contestás el último correo antes de apagar la luz. Es la vida, ahora.
En el almuerzo tratás de comer la comida más sana y cuando salís de trabajar hacer el mejor ejercicio. Estar sentado es el nuevo fumar, y por lo menos vamos a ponerle esfuerzo con la comida y el esfuerzo físico. Pero es tan difícil saber qué es "sano" o lo "mejor" con tanta nueva información, nuevos hallazgos y con los científicos, que tienen más alcance que nunca. Ahora resulta que comer yemas no solo es malo, sino que te hace crecer un tercer brazo en la espalda. Ni hablar de los "referentes" que te hablan desde sus cuentas en redes sociales con 1,4 millones de seguidores contándote las claves del éxito para estar "fit". Los datos abundan, y los filtros escasean.
En el camino de vuelta a casa revisás nuevamente los diarios. Mínimo 4 catástrofes en distintos países. Asesinato en la provincia. Mafias que están tomando más poder y alguna que otra noticia sobre los vecinos del norte. Nunca faltan. Todo pasó hoy. Rápido. Muy rápido. La información te da cachetadas en la cara a un ritmo que pareciera imposible lograr internalizar y analizar lo que recibís, todo en menos de 16 hs.
Llegás a tu casa. No tenés ganas de cocinar. Sacás el celular, usás la aplicació para pedir comida. Una notificación de que recibieron tu pedido. Otra de confirmación de envío. En 40 minutos te tocan el timbre y un ser humano te entrega la comida. El delivery vía drone todavía no es una realidad. Comés. Te fijás si hay algún nuevo estreno interesante en tu servicio de películas y series. 15 nuevos estrenos. Nada interesante. Ultimo chequeo a los correos, no vaya a ser que haya pasado algo importante. Te vas a dormir. Ponés el despertador en tu celular. Cerrás los ojos. No te podés dormir. A los 10 minutos te gana el desvelo. Agarrás el celular y empezás a pasear por tu red social favorita.
Definitivamente no es el día tipo de todos, pero muchos puntos en común seguramente podemos encontrar. Pero un año y medio sin las notificaciones en el teléfono, resultó un pequeño cambio de rutina diaria que en mi caso fue una de las mejores decisiones que tomé. En ese momento sólo estaba validando, ahora no podría volver a tener tanto ruido diario. La capacidad de tu cerebro no es inagotable, y el incremento en el uso de dispositivos, pantallas varias, redes sociales y la adopción de un estilo de vida digital donde estamos constantemente "conectados" y disponibles, genera que nuestra capacidad de atención sea cada vez más corta y los niveles de ansiedad cada vez más altos.
La tecnología está a nuestro servicio, pero también es importante aprender a regularla para vivir mejor.
Sofia Contreras es asesora estratégica de empresas, incubadoras y aceleradoras. Es una de las co-fundadoras de Chicas en Tecnología.