En medio de la brutal devaluación y con la cadena de bloques en entredicho, el gigante de los chips lanza su propio hardware de minado; pero no es lo único que tiene en contra
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Intel tiene un historial de llevarse mal con las oportunidades. Cuando lanzó el primer microprocesador comercialmente disponible, en 1971, el diseño había sido creado para una compañía llamada Busicom, que quebró antes de sacar al mercado la calculadora que llevaría ese primer cerebro electrónico, el Intel 4004. Intel debió luego recuperar ese diseño de los escombros de Busicom.
Pero además, en esa época, Intel fabricaba memorias, por lo que al principio no le prestó mucha atención al tema de los microprocesadores, muy a pesar de que serían el producto que revolucionaría la industria. Pasó cierto tiempo, en una industria donde el tiempo es posiblemente el activo más valioso, hasta que entendieron el escenario.
Finalmente, logró imponerse, pero durante casi dos décadas no se dio cuenta de que la ley de propiedad intelectual no permite registrar números. Así que la generación pionera de los 8080, 8088, 8086, 80286, 80386 y 80486 (en serio, se llamaban así) dio lugar al Pentium y otros nombres más o menos fáciles de recordar que le siguieron (Celeron, Core). Para entonces, ya les había salido una competencia nutrida, en la que se enfocaron. Estaban en eso cuando, en 2007, explotó la movilidad, con el iPhone, y, poco después, con Android. Intel, por motivos que no viene al caso analizar ahora (no fue la única que sufrió este traspié, además), se negó a fabricar el microprocesador del iPhone y se perdió la gran revolución de los últimos 15 años.
Fue una metida de pata histórica que le hizo atravesar a la compañía momentos duros, con fuertes recortes de personal y varios intentos de reinventarse. Ahora, en una iniciativa que tiene sentido, prometió lanzar estos días un ASIC (siglas de Application Specific Integranted Circuit) para minar criptomonedas (en realidad, sirve para cualquier proceso que use la prueba de trabajo para validar entradas en la cadena de bloques tal como la conocemos hoy). Lo hizo finalmente este miércoles (hubo tweet, obvio), un poco antes de lo que se esperaba, y empezó a despachar su nuevo ASIC para criptomonedas, llamado Blockscale.
Pero lo hace justo cuando las criptomonedas están en su peor momento en mucho tiempo. Además, como si no bastara con la crisis de confianza generalizada que llevó a esta mega devaluación cripto, empezó a hablarse de alternativas menos contaminantes para validar la cadena de bloques (como la Prueba de participación, por ejemplo) y, para colmo, un informe que mandó a hacer el Pentágono dice que la blockchain podría no ser tan segura como aseguran. ¿La razón? El estudio pone en duda que sea tan descentralizada como se la pinta. Si el informe es cierto, hay mucha gente en muchos lugares que tiene un problema multimillonario.
En todo caso, y más allá de la montaña de tecnicismos que rodea el mundo cripto, la intención original de Intel de subirse a la ola homónima (o sea, la ola cripto) estaría saliendo exactamente al revés de como lo planearon. Con todo, es mejor que el gigante del silicio siga buscando reinventarse en lugar de aferrarse a una realidad que ya no existe, como han hecho otras corporaciones, con resultados catastróficos (típicamente, Digital Equipment en la década del ‘90).
¿ASIC cuánto?
Las siglas ASIC requieren tal vez de una explicación. Un circuito integrado es un chip que contiene todos los componentes activos en una sola pieza de silicio. Salvo algunos pocos muy discretos (típicamente condensadores), es posible poner toda una computadora en un solo circuito integrado. La integración de componentes, que condujo a la fenomenal miniaturización actual, con miles de millones de transistores en el mismo chip, tiene una historia larga, pero el primero que consiguió un producto comercial fue Robert Noyce, en Fairchild; Noyce sería uno de los dos fundadores de Intel, en 1968.
En general, cuando hablamos de circuitos integrados (las letras IC en las siglas ASIC) pensamos en cerebros electrónicos de propósito general. Un Pentium, un Celeron, un Core. Pero, por ejemplo, las placas de video contienen cerebros electrónicos dedicados a hacer tareas muy específicas relacionadas con la representación de imágenes en una computadora, un teléfono o una consola. Eso es una aplicación específica (las letras AS en las siglas ASIC) de un circuito integrado. En el caso del lanzamiento de Intel, se trata de una aceleradora de hardware para criptomonedas. O sea, la aplicación específica no es la de mostrar imágenes, sino la de minar monedas. Que, para el caso, es algo muy semejante a mostrar imágenes, razón por la que las aceleradoras de gráficos se usan también en el minado. Esto más la escasez de chips durante la pandemia (esa crisis continúa) hicieron que los precios de la placas de video se fueran a las nubes. Altri tempi. Ahora, con el derrumbe cripto, ese escenario está cambiando rápidamente.
Pero eso es un ASIC, un circuito integrado (una plataforma centrada en un chip) diseñado para hacer muy específico muy rápidamente. Blockscale, el que acaba de lanzar Intel, podría ser otro callejón sin salida. O podría posicionar la compañía en un espacio donde la necesidad de esta clase de cómputo no tiene techo. Eso va a depender de si el mundo cripto se recupera. Pero la capacidad de cómputo (y esto Intel lo sabe) sigue siendo uno de esos activos de los que siempre necesitaremos más. No es una mala noticia que el inventor del microprocesador y una de las pocas marcas fácilmente reconocibles de esa industria se mantenga en movimiento. Aunque a veces llegue un poco tarde (¿o demasiado temprano?) a la fiesta.