La calculadora, una creación de posguerra que se transformó en reloj y en app, pero conserva su formato original
Después de ver una competencia que premiaba al más veloz en resolver sumas y restas, Tadao Kashio sumó a sus hermanos para darle vida a un proyecto: crear la primera calculadora electrónica relativamente portátil
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Hoy, en un tiempo en el que buena parte de las necesidades modernas parecen tener que ser solucionadas mediante apps, resulta importante recordar que hasta hace no más de 20 años, era necesario disponer de tecnologías completas, con un soporte físico muy diferente a cualquier teléfono celular. La resolución de cálculos matemáticos más o menos complejos, por ejemplo, requería de tiempo (si se elegía darle solución a mano) o de tecnologías más costosas y complejas que no estaban al alcance de cualquier persona. Y si bien hoy basta con utilizar una planilla de cálculo o con abrir la aplicación en el móvil, todo empezó con una calculadora electrónica, que en 1957 era un aparato del tamaño de una mesa y que pesaba 140 kilos.
Los centennials se sorprenderán al saber que, durante casi toda la década de 1990, tener una computadora en casa era una rareza, y que la calculadora científica constituía un bien muy preciado para los estudiantes secundarios y universitarios. Y eso era porque la Casio Fx-82, una de las más populares de la época, no solo permitía hacer cálculos con fracciones: también servía para machetearse con la cara interna de su tapa, algo que de ninguna manera se alienta hacer desde esta columna. ¿Pero qué hubo entre aquella mesa calculadora y la actual aplicación presente en cualquier celular?
Un trabajo familiar
El Japón de la posguerra era una tierra llena de necesidades, con pocos recursos económicos para satisfacerlas. No es casual que buena parte de las grandes marcas que hoy conocemos y consumimos -Sony, Onitsuka Tiger, Honda, Toyota- hayan surgido cuando Japón atravesaba la época más dura de su historia. Había que reconstruir un país, y para ello hacía falta trabajar. Con eso en mente, el tornero Tadao Kashio diseñó la Pipa Yubiwa, un anillo que funcionaba como boquilla para los cigarillos. De esa forma la gente podía trabajar sin perder tiempo en fumar, y podía también aprovechar hasta el final los cigarrillos sin quemarse los dedos, ya que en ese entonces no tenían filtro. Las soluciones a las necesidades debían ser simples y económicas, porque nadie iba a gastar muchos yenes en elementos caros.
Al poco tiempo, Tadao asistió a un festival cuya principal atracción era la de hacer cálculos en vivo, frente a un público dispuesto a aplaudir al más veloz. Los oponentes eran un estadounidense, armado de una enorme calculadora mecánica, y un japonés, munido de un ábaco. La historia no documenta quién venció en aquella contienda numérica, pero sí que fue todo lo que Tadao necesitó para empezar a pensar en cómo diseñar una calculadora eléctrica que sea más rápida, simple y precisa.
En 1950 Tadao armó equipo con su hermano Toshio, quien finalmente encontró la forma de reemplazar ciertas partes mecánicas por circuitos eléctricos. No había capital para contratar a especialistas, por lo que los hermanos hicieron todo por su cuenta. En 1954 presentaron su primer dispositivo, pero se dieron cuenta de que, con una etapa de desarrollo tan larga, ya había quedado desactualizado. Necesitaban un equipo que pudiera con las operaciones básicas, pero al que se le pudieran añadir nuevas sin descartar por completo el proyecto.
Tadao y Toshio sumaron a sus hermanos menores, Kazuo y Yukio. La calculadora ya era el proyecto familiar de los Kashio. En 1956, con el nuevo prototipo listo, decidieron presentarlo en una feria en la ciudad de Sapporo, pero como el dispositivo era tan grande, tuvieron que desarmarlo para poder subirlo al avión y que cumpla con las medidas permitidas. Pero al volver a armarla en destino, la calculadora ya no funcionaba, por lo que solo pudieron presentar la teoría mediante diapositivas. Aun así, la empresa Uchida Yoko (hoy una marca de soluciones gráficas digitales) les encargó su primera calculadora.
Lo “digital”, y lo digital
La 14-A fue la primera calculadora eléctrica producida en masa, y marcó el comienzo para Casio Computer Co Ltd. El dispositivo pesaba 140 kilos, y medía aproximadamente 1 metro de ancho, 80 centímetros de alto y 45 centímetros de profundidad. Y debía su nombre a que podía hacer las cuatro operaciones aritméticas con números de hasta 14 cifras. Todo un avance para la época. Otra innovación fue la utilización de cables de distintos colores, para identificarlos más rápido; y la especialización de los empleados, para producir más y mejor.
En 1965 Casio presentó la 001, la primera calculadora de escritorio, y de ahí en más todo se trató de que el próximo dispositivo sea más liviano y pequeño que su predecesor. La cuestión de los precios altos también fue solucionada cuando presentaron la Casio Mini, la primera calculadora de bolsillo que se alimentaba con cuatro pilas AA. Para ese entonces ya se había hecho costumbre llevar una pequeña máquina de hacer cuentas en el bolsillo del saco o en la cartera. Las calculadoras ya formaban parte de la vida cotidiana.
La primera calculadora electrónica de bolsillo tal como la conocemos hoy fue la Busicom LE-120A, presentada en 1971 en Japón, y que aprovechaba dos desarrollos fundamentales de los últimos tiempos: tenía un panel LED para mostrar los números, y usaba un único circuito integrado para hacer todos los cálculos, una novedad para la época.
En 1972 llegó la HP-35 de Hewlett-Packard, la primera calculadora científica (es decir, que podía hacer algo más que sumar, restar, multiplicar y dividir), que además llevaba el chip 4004 de Intel, una compañía que estaba comenzando a desarrollar microprocesadores y que usó ese diseño de base para crear el cerebro electrónico que sigue, 50 años después, en el corazón de la mayoría de las PC.
El reloj de Marty
La tecnología descubierta y puesta en práctica con las calculadoras -la miniaturización, la conversión de teclas a botones- hizo que Casio se convierta en la referencia obligada a la hora de hablar de dos productos: teclados musicales electrónicos y relojes digitales. En 1974 presentaron el Casiotron, su primer reloj digital a cuarzo, que además de mostrar la hora, señalaba también el día y si el año era bisiesto. Y aunque la de los relojes sea otra historia, existe un elemento en el que ambos mundos confluyeron y que en los ‘80 se convirtió en un objeto de deseo de grandes y chicos: el reloj calculadora.
El Casio C-80 fue lanzado en 1980, y tuvo su evolución en el CD-40, una versión que además de calculadora tenía la función Databank, es decir, una memoria para almacenar hasta 10 números de teléfono. Algo así como un Blackberry, pero de muñeca. Tan icónico resultó el reloj que su versión CA-50 fue el que utilizó Marty McFly en Volver al Futuro. También Walter White en Breaking Bad.
Hoy las calculadoras, tanto en su modelo reloj como en cualquiera de sus versiones digitales- siguen vigentes, por moda o por utilidad. Cualquier negocio de barrio tiene en su mostrador una calculadora común o con impresora; y muchos estudiantes todavía utilizan la calculadora científica en lugar del celular. El motivo: sacar el celular implica la posibilidad de cruzarse con varias distracciones, algo que con la simple, pero avanzada calculadora, creación de los hermanos Kashio, no sucede. La nobleza de las tecnologías que dan soluciones sin traer problemas.