Hiroshi Ishiguro: “El objetivo de los robots es entender a los humanos”
Por primera vez para la Argentina, el doctor en ingeniería de sistemas Hiroshi Ishiguro -profesor distinguido del Departamento de Sistemas de Innovación en la Escuela de Postgrado de Ciencias de la Ingeniería en la Universidad de Osaka y desde el 2011, Jefe de Grupo del Laboratorio en el Instituto de la Investigación de Telecomunicaciones Avanzadas (ATR)- participó en una conferencia donde compartió sus décadas de estudio en robots sociales antropomórficos y su relación con los seres humanos. Ishiguro es, entre otras cosas, el cocreador de Erika, la primera robot androide en protagonizar una película.
“La robótica centrada en las personas: alternativa tecnológica para la Argentina” fue el titulo de su ponencia. ¿Su argumento? Que en la Argentina y otros países de América Latina la percepción de los dispositivos robóticos sigue fuertemente asociada a las industrias y al reemplazo de la mano de obra humana. Sin embargo, en Japón la relación de las personas con la tecnología y los robots es distinta; la “robótica social” podría configurarse como “un posible camino para el desarrollo” para nuestro país. Su foco de estudio se centra en el concepto de sonzaikan, palabra de origen japonés que no tiene traducción directa a nuestro idioma y representa esa sensación de estar “en presencia física de otro ser humano”. Es decir, estudia a las personas en su interacción con los otros y con los robots que permitan aumentar las capacidades individuales y las de la sociedad. Ishiguro imagina una sociedad simbiótica, donde los humanos convivan con estos robots con rasgos humanos “porque los humanos tienen un cerebro que reconoce otros humanos, es la interfaz ideal”, señala. El mismo explica que se trata de ciencias cognitivas combinadas con robots.
“El gran objetivo es comprender a los humanos gracias a utilizar robots”, enfatiza. Se sabe que la inteligencia humana compromete memoria, aprendizaje, inferencia, cada una en una dosis específica que conforman una formula determinada. “El desafío es saber cuál es la manera en que interactúan. La ciencia constructiva busca utilizar los androides para conocer mejor a los humanos y sus macro funciones. A la vez, las ciencias cognitivas mejoran la performance de los robots en un círculo virtuoso”.
En el fondo, siempre ha existo un interés de Ishiguro en la humanidad que ha sido su motor; en su juventud, ligado a lo artístico. Cuenta que cuando era estudiante lo que quería en realidad era representar la humanidad en un lienzo. “Se requiere mucho conocimiento para ser un artista profesional, preferí entonces dedicarme a la robótica”, bromea.
De alguna manera el experto japonés cumple su sueño de representar a la humanidad en los robots. “Cuándo empecé a estudiar robótica e inteligencia artificial me preguntaba qué era lo que estaba faltando; y lo que quedaba fuera era todo lo que tenía que ver con el cuerpo”, destaca.
Alcanzar la verdadera autonomía
El objetivo de sus investigaciones y su trabajo de décadas en el laboratorio es que además de su apariencia humana, no se pueda distinguir un robot que está siendo manejado por humanos de otro operado directamente por una inteligencia artificial, es decir, que tenga deseos, intenciones y pueda traducirlos en comportamientos.
La IA de sus androides no solo se nutre de dispositivos, micrófonos y sensores para reconocimiento facial, de imágenes y de sonidos, sino que conforma una compleja red de algoritmos que permiten funciones meta cognitivas para que los robots puedan relacionarse, lograr integración multimodal, embodiment, autonomía, sensaciones así como poder de decisión y escucha activa.
Sus robots se dividen en dos grandes grupos: Intelligent Sensor Network Robots, que por ejemplo son los que toman órdenes en los restaurantes y Self Organizing Network Robots, capaces de conversar con chicos, cuidar negocios, ser recepcionistas, intérpretes/guías o que entren en conversación y compañía, por ejemplo, con personas mayores.
Frente a interrogantes de cómo puede hacer la sociedad para aceptar de mejor manera los robots, Ishiguro explica que hace tiempo que investigan los vínculos de las personas mayores con los robots de compañía. “Puede parecer extraño, pero a veces la conversación con los robots resulta más fluida para las personas mayores, porque si sienten una especie de presión al conversar con humanos, no sucede cuando tienen esta conversación con robots; sobre todo los que tienen algún tipo de condición en la salud mental; lo mismo con los niños autistas”, puntualiza.
¿Pueden los deseos y las intenciones de los robots entrar en conflicto con su programación? ¿Una revolución al estilo Skynet, una violación de las reyes de robótica de Asimov, si pudieran implementarse?. “Los robots se hacen a semejanza de los humanos, están programados, no tienen libre albedrío. Si me preguntan en términos morales qué es lo más peligroso, definitivamente los humanos”, afirma sin dudar.
Sin embargo, una preocupación muy válida para el profesor es la posibilidad que estos robots sean hackeados y utilizados con otros usos diferentes a los que fueron pensados. “Hay que poner mucho acento en este aspecto, porque en realidad lo que subyace siempre es que los humanos están tratando de hackear otros humanos, el daño que buscan generar es en otro ser humano, por lo cual tener mayores niveles de seguridad va hacer algo crucial”, enfatiza.
Un robot suplente
El otro gran tópico es la posibilidad real o no que los robots quiten trabajo a la personas. Ishiguro explica que su próximo trabajo de investigación tiene que ver con el avatar, un robot androide basado en una persona existente que puede actuar como un avatar de la persona original usando un sistema de teleoperación.
“A Japón le faltan trabajadores, muchos. Con estos avatares los empleados podrían estar en la Argentina, pero estar trabajando para Japón. Existiría una solución para los países en vías de desarrollo y los que requieren mano de obra”, subraya.
Finalmente Ishiguro se refiere a un futuro casi de ciencia ficción donde robots y humanos convivan, y los primeros puedan tener “derechos”. Para él las sociedades son las que otorgan estos derechos e históricamente lo fueron haciendo paulatinamente con sectores segregados y marginados de la sociedad. “Lo mismo podría pasar en el caso de que los robots evolucionaran a una forma cada vez más humana, y que tuvieran un sentido del propósito, que tuviera que ver con el bienestar de los seres humanos. Si llegaran a esa integración, es posible pensar que tengan algún tipo de derechos”.
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