Cuando Jack Dorsey cofundó Twitter en 2006, no tenía idea de que sus colegas y él estaban creando lo que se transformaría en una plataforma de acceso universal, global, constante, las 24 horas los 7 días de la semana, para que decenas de miles de personas le gritaran. En cualquier caso, en ese entonces, los ejecutivos tecnológicos multimillonarios todavía eran -al menos en algunos círculos- figuras de admiración, en vez de foco de miedo y sospecha tanto para la izquierda como para la derecha. Las redes sociales lograron esta misión disruptiva demasiado bien, transformando las sociedades de maneras que todavía no llegamos a entender. Eso deja a la gente como Dorsey, CEO de Twitter desde 2015 (luego de una serie inicial entre 2006 y 2008, cuando fue interrumpida), luchando cual aprendiz de brujo, con una cantidad cada vez mayor de problemas de una complejidad abrumadora. ¶ En una entrevista que tuvo lugar en dos sesiones -una durante una cena (pollo frito, ostras; su única comida del día, bajo su régimen de dieta intermitente) en Blue Ribbon Brasserie, de Nueva York, a donde llevó su propia botella de vino orgánico con bajo contenido de alcohol; la siguiente, en una sala de conferencias con puertas de vidrio en las oficinas centrales de Twitter en San Francisco-, Dorsey habló de esos desafíos y sobre su vida, trabajo, carrera e ideales. La noche de la primera conversación, estaba de camino al aeropuerto para dar inicio a un viaje de tres semanas en India y Birmania. Su decisión de pasar un tiempo en un severo retiro de silencio en este último país –donde los militares están cometiendo atrocidades contra la minoría de musulmanes rohinyá– despertó importantes críticas. Cuando habló de ese tema en nuestro segundo encuentro, fue la única vez que emergió una pizca de irritación en su comportamiento generalmente tranquilo.
Especialmente en comparación con ciertos estereotipos de Silicon Valley, él es altamente agradable; hace contacto visual (a veces muy intensamente), se ríe con facilidad, tiene modales excelentes. Dorsey, 42 años, es fan de la música (a las masas de Twitter no les impresionó cuando designó a Kendrick Lamar como su "poeta preferido") que, en el fondo, es un esteta digital, à la Steve Jobs. Incluso siguió el mismo patrón de exilio y regreso de Jobs. Luego de que Dorsey fuera desterrado de Twitter en 2008, cofundó Square, una compañía de pagos online que ahora vale miles de millones de dólares (es la razón por la que podés usar una tarjeta de crédito en un food truck), y su vieja compañía finalmente lo llamó de vuelta. Ahora es CEO de ambas.
En San Francisco, tenía puestos un jean negro, sandalias para correr que facilitan su caminata de ocho kilómetros hasta el trabajo, y un suéter de cachemir con capucha que, indica, tiene más de tres años. Su anillo en la nariz y su voluminoso vello facial –que hizo que un diputado republicano el año pasado le informara que no parece un CEO– tienen más sentido considerando su vida pre Twitter, en la que tomó clases para ser masajista, estudió ilustración botánica, y consideró una carrera en el diseño de modas. Lo que sigue es una versión editada y condensada de nuestras conversaciones.
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Sin importar lo que tuitees, la respuesta bastante estándar es: "Sí, pero echen a los nazis de Twitter". Parece ser una señal de cómo cambiaron las expectativas hacia vos y Twitter.
Sí. También pasaba cuando yo tuiteaba sobre Kendrick y la gente decía: "Genial, ¿podés subir el precio de las acciones?". Y después pasaron a pedir el botón de "editar" tweets. Últimamente fue más el tema del abuso y nuestras políticas. Y adquiere la forma de categorizar a la gente como nazis, y pedir que los echen. La gente definitivamente no está satisfecha con nuestro progreso en esas áreas. No es tan simple como indicaría la respuesta, pero hay mucho trabajo por hacer.
Técnicamente, declararse como un nacionalista blanco no es suficiente para que te echen, ¿no? ¿Hay que hacer amenazas específicas?
De hecho, sí es suficiente. Si alguien se alinea con un grupo extremista violento, como el Partido Nazi Americano, le suspendemos la cuenta. No hay nazis autodeclarados. Si me los podés mostrar, me encantaría verlos, y descubrir por qué no actuamos sobre ellos, pero...
Te puedo confirmar que hay nazis en Twitter.
Muchos de los pedidos de "echen a los nazis" también se deben al hecho de que nuestras acciones operan sobre denuncias. Mucha gente no denuncia. Ven cosas, pero es más fácil tuitear "echen a los nazis" que denunciarlo. Tenemos que ser más proactivos, pero mucho tiene que ver con la fricción de que todo depende de las denuncias, en primer lugar. Hace dos años, solo podías denunciar si eras víctima directa de una respuesta o amenaza, o de algún comportamiento abusivo. Ahora podés ser testigo y denunciarlo.
Seth Rogen, a quien le preocupaba que los racistas fueran verificados en Twitter, tuiteó que a vos "parece no importarte una mierda" este tema, después de un ida y vuelta con vos.
Eso fue devastador. Le mandé un mensaje privado, y hablamos por teléfono. Me dijo: "Me sorprende no estar cortándote... Pero creo que tenés buenas intenciones. Pero ustedes son muy malos comunicadores". Estoy de acuerdo, estuvimos mal en la comunicación, no fuimos todo lo directos que debimos haber sido, ciertamente no fuimos muy transparentes. Nos importa mucho. Pero necesitamos hacerlo de una manera progresiva. Este trabajo no se hace de la noche a la mañana.
En Silicon Valley, el modelo durante mucho tiempo fue "somos una plataforma neutral". Obviamente, ya no es así. Así que, si no es una plataforma, ¿qué es?
La gente ve a Twitter como una plaza pública, y por lo tanto tiene las mismas expectativas que para una plaza pública. Washington Square Park, por ejemplo. Hoy pasé una hora y media ahí. Me senté, hice mis llamadas, miré gente. Pasan muchas cosas en Washington Square Park. Hay turistas, estudiantes, cineastas, músicos, prostitución, venta de drogas, gente jugando al ajedrez. Y hay gente hablando al aire libre. El parque en sí mismo es completamente neutral respecto de lo que pasa en él. Pero si parás ahí, no te das cuenta de lo que realmente es el parque. Incluye expectativas de libertad de expresión, pero todo el mundo se cuida entre sí. Así que, si alguien se para en una tarima, con un megáfono, y empieza a gritar, se le acerca un grupo de gente a escucharlo. Esa persona también puede gritar por el parque y decir: "Ey, idiota, sí, vos, te estoy hablando a vos, vení acá". Eso sería abuso, y la gente lo notaría, y le diría: "Ey, man, no hagas eso. Pará". Y también está la policía en el parque, que mantiene el estándar de decencia en el lugar.
Manejar el abuso parece fácil comparado con la idea de la información falsa. A veces parece que tu perspectiva fuera: "Si hay información falsa, la naturaleza de Twitter es que contamos con que la información verdadera la supere". ¿Es correcto?
Bueno, creo que pasa, pero no es algo que debamos transformar en un modelo. Puede darse así, pero no quiere decir que podamos contar con eso. Un ejemplo: antes de las elecciones [de 2016] hubo un tweet. Alguien tuiteó una imagen de un código que supuestamente te permitía registrarte para votar. Era información equivocada. El modo en que esto funciona en Twitter es que los tweets que lo denunciaban como falso tuvieron más impresiones que el original. Más gente vio los tweets denunciándolo como falso que los que vieron el tweet original.
¿Qué conclusión sacás de eso?
Podemos no hacer nada, ser neutrales y pasivos, onda: "OK, estamos bien", porque la cosa se autocorrige. Pero en vez de eso tenemos que aprender lo que significa y cómo podemos hacer que ocurran más esas cosas. No podemos ser árbitros de la verdad. Me parecería peligroso que nos pidieran que lo fuéramos. ¿Qué podemos hacer, entonces? Lo que decidimos hacer es enfocarnos en la información engañosa, que busca llevar a alguien en una dirección particular, que haga una acción particular. El tweet para reprimir votos era ciertamente información falsa pero, lo que es más peligroso, buscaba llevar a la gente a tomar una acción que hubiera dañado a la sociedad, e incluso a ellos mismos. No creo que tengamos que decir: "La red se cuida a sí misma". Tenemos que decir: "¿Cómo hacemos, no para determinar si es verdadero o falso, sino si es información engañosa?". Entonces, ¿cómo detenemos la diseminación de información engañosa antes de que tenga una exposición significativa?
La gente habla de cómo las redes sociales fueron diseñadas para liberar dopamina, para ser adictivas. ¿Hasta qué punto eso es cierto en Twitter?
Ciertamente, no tenemos esa intención. Construimos Twitter originalmente porque queríamos usarlo, y nos enamoramos de él. Hay una adicción general, más allá de Twitter, a lo que está pasando, a lo nuevo. Los adictos a las noticias existen, la búsqueda de títulos existe, la búsqueda de controversias existe. Puede ser superficial. Nunca diseñamos el producto pensando en cómo hacer para que fuera más adictivo. Nunca fue una pregunta que me haya hecho, ni tampoco mi equipo. Quizás se lo preguntó la compañía antes, de hecho, estoy seguro de que fue así. Pero esa no es nuestra intención, ni hoy, ni pensando en el futuro. De hecho, estamos pensando en qué pasaría si sacáramos el número de "likes".
La gente se enojó con esa idea.
Sería quitar las variables. Cuando la gente abre Twitter hoy, ¿qué es lo que incentiva la app esencialmente? No sé la respuesta. Esa es la pregunta que nos estamos haciendo ahora mismo. La pregunta es: si sacáramos el número de likes para todos excepto para el autor, ¿qué pasaría?
¿Vos tenés algún grado de adicción a Twitter? ¿Chequeás compulsivamente Twitter como hacemos muchos de nosotros?
En ciertos contextos, sí. Durante eventos, sí. Durante la noche de las elecciones, sin parar; durante un partido de básquet, sin parar. Ahí es cuando pongo la opción de tweets recientes; el resto del tiempo, lo tengo según los tweets más relevantes. Ya sé que esto va a sonar demasiado exagerado, porque no estamos ni cerca de lo que voy a decir, pero cuando cierro la app, yo quiero haber aprendido algo nuevo. Estamos muy lejos. Si le preguntara a cualquier persona en este restaurante: "Cuando cerraste Twitter, ¿aprendiste algo nuevo?", la mayoría me diría que no, o que aprendieron algo que ya sabían de antes. Más que otra cosa, lo que yo quiero es que la gente que usa Twitter no se pase horas, ni días, ni minutos consumiendo contenido, sino que sean notificados cuando hay algo de lo que puedan aprender y, aun más, que quieran participar en una conversación sobre ello. Eso, para mí, contribuiría al tema de la salud. Que después de Twitter te sientas empoderado, informado, feliz. Ahora, yo solo me siento abrumado, porque no creo que aprenda nada nuevo.
Obviamente, hay un cambio general, de un tecno-optimismo a un tecno-pesimismo. ¿Cuál es tu idea, respecto de Twitter en particular, como una fuerza para el bien?
Creo que es algo positivo que todo el mundo tenga más posibilidades de tener voz. Porque beneficia a aquellos que en general menos la han tenido. Lo que más me enorgullece de Twitter es que es un vehículo para que grupos históricamente marginados compartan su historia.
Por otro lado, obviamente Twitter les permite a figuras públicas, políticos incluidos, potencialmente mentirles a millones de seguidores, sin ningún filtro.
Un caso interesante es el video de Sarah Sanders, que puede haber sido adulterado para incrementar la severidad de lo que sea que hizo Jim Acosta. Eso dice algo sobre dónde van todas estas tecnologías. Es muy fácil, potencialmente, crear relatos alternativos. La pregunta que ahora nos hacemos es: si eso realmente es engañoso, ¿cómo evitamos que se expanda? Podemos amplificar el contrarrelato. Tenemos un equipo de curadores que busca un equilibrio. Muchas veces, cuando nuestro presidente tuitea, ocurre un Momento, y mostramos perspectivas completamente diferentes. Así que, muchas veces, la gente no ve esos tweets.
Bajo todo punto de vista, Square funciona con menos problemas que Twitter.
Tiene que ser así. Sí, uno está manejando el dinero de la gente. O sea, es algo extremadamente sensible. Si perdés 140 caracteres, la gente dirá: "Eh". Si perdés 140 dólares, o incluso 1,40, es importante. Sabemos la rigurosidad, y sabemos lo sensible que es para la gente. Estamos impactando en sus vidas, así que todo tiene que salir bien. Hay mucha regulación en los pagos. Si hacés algo mal, vas a la cárcel.
¿Hay algo esencialmente complicado en la naturaleza de Twitter, el hecho de que haya crecido a partir de un código que no había sido programado para ser más grande? También están todas las implicaciones psicológicas y políticas…
La expresión es algo complicado. Tiene resultados impredecibles. Hay tanta gente que entra y agrega su voz. La canción sigue y sigue. En 50 años, cuando siga acá, y yo ya no esté, mi impacto no va a ser nada comparado con el impacto que tendrá la gente que use la plataforma en esos 50 años. Todos tenemos tiempo para sumar a la canción. Después nos vamos, y la canción sigue. Creo que es por eso que tenemos tanta resonancia con tanta gente en el hip-hop. Ellos vieron los 140 caracteres como una limitación maravillosa que les permitía hacer bars. El primer público, y el más audaz, que tuvimos fueron los comediantes, que son puro ritmo, y el hip-hop, que es puro ritmo. Se necesitaba una expresión complicada para capturar la expresión humana.
Hablando de complicaciones, la provocadora de derecha Laura Loomer se encadenó a tus oficinas en Nueva York para protestar por su suspensión en Twitter por su supuesto discurso de odio.
Respeto eso. Creo que es valiente. Me encantan los activistas. Me encanta la protesta. Yo soy punk. Cuando yo era chico, mi música era el punk. Los hackers son punk. Se trata de cuestionar el sistema, no porque lo odies, sino porque lo querés mejorar. Respeto su deseo de hacer que Twitter sea mejor. Respeto cada mención que hay para hacer que Twitter sea mejor y que yo sea mejor. Espero no perder eso. Yo no me encadenaría a la oficina de una corporación, pero respeto ese coraje, y respeto lo que tenés que hacer mentalmente para llegar a ese estado.
¿Cómo contrarrestás la desconfianza general que hay dando vueltas?
Hay mucha desconfianza. Hay mucho miedo. Hay miedo hacia compañías como la nuestra. Miedo del poder, y es 100 por ciento natural. La gente le tiene miedo a la tecnología, en lo que se ha convertido, y lo que puede hacer. Hay un buen capítulo en el libro de Yuval Noah Harari, 21 lecciones para el siglo XXI: "La tecnología parece como si pudiera volverme irrelevante". Si no podemos ser transparentes acerca de nuestras intenciones y de lo que está haciendo la tecnología, nosotros alimentamos ese miedo a la irrelevancia. Tenemos que comunicarnos de una manera que la gente pueda entender, y hoy no lo estamos haciendo.
¿Cómo hacés para no estar en un estado constante de agitación pensando en que algo terrible va a ser tendencia, o que va a empezar una guerra u otra calamidad a partir de un tweet?
Tenemos un equipo global. Y confío en ellos para tomar decisiones. Y confío en que tomen decisiones sin que yo tenga que interferir o supervisarlos, para nada. Y confío en que nuestra actitud es de aprendizaje. Que vamos a corregir las cagadas que nos mandemos. Y vamos a aprender de ellas. Y no vamos a repetir los mismos errores. Así que, en términos de lo que pasa en la plataforma, estoy preocupado. Soy un ciudadano de este mundo. Siento el peso de cómo se usa nuestra herramienta en la sociedad, y cómo ha sido usada para el bien y cómo ha sido usada para cosas que no me enorgullecen.
¿Por ejemplo?
Como crear burbujas, cajas de resonancia. No me enorgullece eso. Definitivamente ayudamos a dividir a la gente. Definitivamente creamos aislamiento. Definitivamente, hacemos que sea fácil para la gente confirmar sus propias opiniones. Les dimos una herramienta, que es seguir una cuenta que en un 90 por ciento va a confirmar sus opiniones. Y no les permite buscar otras perspectivas. Contribuye al tribalismo. Contribuye al nacionalismo. Y es contrario a lo que necesitamos que el mundo considere, que es: ¿cómo resolvemos el cambio climático? No hay ningún país en el planeta que pueda resolverlo por sí mismo. ¿Cómo resolvemos que la inteligencia artificial borre todos los trabajos, o la guerra nuclear? Esas conversaciones son globales, y hay que ir en esa dirección. Ahora, está apuntando hacia adentro.
Cuando tuiteaste tus estadísticas de salud, mostrando que dormís ocho horas y media por noche, la gente literalmente dijo: "Bueno, no deberías dormir tan tranquilo". La implicación era, otra vez, que no te importa.
La única manera de mostrar que nos importa es cambiando el producto y arreglando cosas. Nada de lo que yo diga puede hacer eso. Y, mirá, hay mucha gente a la que le importan el mundo y la sociedad y leen mis tweets, muchos accionistas que lee mis tweets. Pero también muchos empresarios que leen mis tweets. Y mi mamá lee mis tweets. No quiero un modelo de conducta en el que estoy 20 horas por día trabajando para arreglar algo, porque no creo que sea saludable a largo plazo. Es un delirio.
Así que vos querés mostrar que es posible dirigir dos compañías grandes y también dormir bien.
Sí, creo que es posible, y quiero mostrar que es posible. Habiendo dicho eso, cada hora que pasa para mí es significativa. Así que pasar una hora acá significa que no estoy haciendo otra cosa, ¿y vale la pena eso? Tengo que considerar cada día. Y termino no mirando mucha televisión. Pero cuando quiero escapar, lo hago.
Hablemos de Birmania. Las críticas dijeron que no deberías haber ido, por el supuesto genocidio perpetrado por el gobierno.
No estoy de acuerdo. Creo que hay que confrontar las cosas poco placenteras. Yo sí hablo con gente sobre eso. Yo fui a Ferguson [Missouri, donde el joven de 18 años Michael Brown fue asesinado por un policía en 2014], y mucha gente también me dijo que no fuera ahí. Tenemos que enfrentar estas cosas. Lo más sorprendente que aprendí en Birmania, número uno, es que ahí internet es Facebook. Twitter es muy chiquito. Lo segundo es que cada monje y monja que conocí tenía celular. Muchos de los monjes con los que hablé me dijeron que creen en cualquier cosa que aparezca en el teléfono, cualquier cosa que aparezca en Facebook. Pero yo fui ahí específicamente para mi meditación. Quiero volver el año que viene, y el siguiente. Quiero hablar más con la gente acerca de lo que está pasando en la región, y cómo puedo hacer para ayudar. Hay que empezar por algo. Es un país que me importa mucho.
Este es el segundo año consecutivo en el que vas a un retiro de silencio. ¿Qué te hace eso?
Yo iba para practicar enfocarme. Es físicamente doloroso. No se habla de religión ni de espiritualidad. Es una práctica física del cuerpo. Te sentás, y lo que te dicen que hagas es enfocar toda tu conciencia, no en la respiración, sino en sentir cómo pasa tu respiración. Es fascinante cómo eso hizo que las cosas chiquitas de la vida de repente fueran muy, muy grandes. El primer año, el sexto día fue el más difícil para mí porque miré alrededor durante una meditación y pensé: "Man, en este momento todos parecen Buda. Todos parecen iluminados, y no lo entiendo". Pero esa noche había lección, y meditamos, y ahí se cristalizó. Me hizo sentir muy bien. Era puro placer, sin ruido.
Parte de lo que muestra la controversia de Birmania es esa misma desconfianza por alguien como vos en 2018.
Sí, creo que hay mucha falta de confianza. Yo celebro eso. Si yo no estuviera en las circunstancias en que estoy, si yo tuviera 21 años y mirara todo esto, yo también desconfiaría. Así era yo. Yo sé quién soy. La gente alrededor mío sabe quién soy. No me sorprendió el foco en la meditación en lugar de Birmania. Lo que me sorprendió fue que a la gente le molestara que yo medite. O que lo viera como un alarde. Sí, estoy tratando de aprender. Me molesta porque creo que puede hacer que menos gente lo pruebe. Yo quería compartir mi experiencia, quizás va a resonar con otra gente, porque ¿qué otra cosa podemos hacer?
Creo que, de algún modo, es la idea de Twitter.
Sí. También creo que para mucha gente la idea del servicio es sentirse enojado. Y expresarlo.
Existe la idea de que vos podrías ser como un personaje de Silicon Valley, el programa. ¿Cómo afecta eso la manera en la que te comunicás con el mundo?
Tengo que ignorarlo. ¿Cómo entro en contacto con algo? Lo pruebo. ¿No se supone que haga estas cosas? ¿Hay experiencias en el mundo que yo no debería tener, solo porque trabajo en tecnología? Medito desde hace 20 años.
Si alguien te hubiera dicho, cuando tenías 12 años, que serías multimillonario, con dos compañías, ¿habría tenido algún sentido para vos?
Me habría parecido difícil de lograr. No sé el tema de mi propia imagen, porque no creo que yo tuviera una idea concreta de lo que quería ser. De hecho, no la tenía.
Cuando eras joven, ¿te considerabas un artista?
Me encantaba dibujar. Me encantaba hacer música. Me encantaba crear. La perspectiva era más esa. No me encantaban los negocios. No quería ser CEO. No quería ser empresario. Quería crear cosas.
Leí que tenías dificultades para hablar cuando eras chico.
Sí, tenía un defecto. No podía pronunciar las palabras. Fui a fonoaudiología dos años. Me hizo ser más tímido. No quería hablar con nadie, ni siquiera en mi familia. Después hice fonoaudiología, y me lo arreglaron casi todo. Todavía le presto mucha atención. En esta conversación, pronuncié mal al menos cuatro palabras. Cuando estaba en la secundaria, hablar me daba un miedo tremendo. Después decidí que era ridículo, y que necesitaba salir, así que me anoté en el equipo de discursos. Tienen un concurso de improvisación de discursos. Te dan una tarjeta blanca con una palabra, y tenés cinco minutos para escribir un discurso sobre la palabra. Era la cosa más aterradora que yo pudiera hacer. Y lo hacía, lo hacía, y lo hacía. Y funcionó.
Cuando eras chico en St. Louis, ¿cuándo fue la primera vez que te interesó la posibildad de programar?
Bueno, fue antes de la computadora, porque mi papá tenía un Heathkit, como una radio de Heathkit. Jugar con eso con código morse era muy interesante. Después la PC Junior, programando archivos batch. St. Louis tenía una cultura hacker muy activa, en el mejor sentido de la palabra hacker, alguien curioso por la tecnología, dispuesto a analizarla y entender cómo funciona.
Era una fascinación básicamente intelectual, ¿no? No tenías al principio una idea práctica de qué hacer con esas cosas, ¿o sí?
No en ese momento. Yo quería construir. Quería hacer cosas. Me fascinaban los sistemas operativos. Es lo que hice en la universidad.
En esa época, hubo cosas que amenazaban con desviarte del camino, otros intereses. ¿Hiciste mil horas de entrenamiento para ser masajista, y estudiaste diseño de modas e ilustración botánica?
Bueno, lo que me desvió no fue un interés por los masajes, la ilustración botánica o la moda. Era que programar era demasiado abstracto. Me perdía constantemente, porque estaba todo el tiempo metido en mi propia cabeza. Te afecta los sueños. Empezás a programar dormido. Al menos, era mi experiencia. Es demasiado abstracto, nada parece real. Yo quería hacer algo diferente, algo con las manos.
Siempre algo muy concreto.
Me gusta dibujar desde que era chico. Mi mamá pintaba, y yo era bueno. La ilustración botánica tenía algo maravilloso, una intersección entre el arte pero también algo muy preciso y útil. Después me di cuenta de que no podía vivir de eso. Volví a la programación. Después tuve síndrome del túnel carpiano. Un amigo me dijo que me hiciera un masaje. Me gusta entender la teoría que hay atrás de las cosas. No me gusta ir y recibir algo. Yo quiero entender por qué y cómo. Hice mil horas de terapia de masaje para entender cómo sería útil, pero también para arreglarme a mí mismo, y funcionó.
¿Y la moda?
Siempre me fascinaron la arquitectura y la construcción. Me metí mucho con los jeans, porque estoy en San Francisco, Levi’s está a una cuadra. De chico era lo único que usaba. Cada día se ponen mejores. Cada uno tiene como una pátina. Si mirás unos jeans después de dos años, podés ver cómo vivió esa persona. Podés ver la historia. Fui a una escuela de moda acá en San Francisco. Fue como: "Man, puedo volver a trabajar con las manos". No llegué a hacer pantalones porque empezamos a trabajar en Twitter.
¿Cómo se conectó todo con Twitter, para vos?
Uno de los placeres de Twitter, en realidad, a diferencia de otras cosas que programé, era que escribí una línea de código, y empezó a vibrarle el teléfono a Biz [Stone]. Fue físico. Ese fue mi placer en Twitter las primeras dos semanas. Estaba programando algo que hizo que se moviera un objeto. Yo tuiteaba algo, y le vibraba el bolsillo a Biz. Y entonces él pensaba en mí. Eso lo volvió muy tangible. Ahí fue cuando me enganché con el equilibrio entre el mundo físico y el del software. Programar es un campo fascinante. Me gusta pintar, me gusta dibujar y me gusta programar, porque esas son las artes en las que empezás de la nada absoluta y de repente emerge algo.
El primer germen de la idea de Twitter fue bastante claramente tuyo, pero después se complica bastante. Alguien como Noah Glass, uno de los cofundadores, dijo que no tuvo el reconocimiento suficiente. ¿Hasta qué punto reconocerías a los otros por ayudarte a desarrollar la idea inicial?
Durante dos años, yo pensaba que esas cosas importaban. Ya no creo que importen tanto. Creo que lo más interesante de Twitter no somos nosotros. Fue el hecho de que pudimos ver lo que la gente hacía con eso, y volverlo más accesible. Creo que las verdaderas invenciones no fueron las primeras. Fue el símbolo @. Fue el símbolo #. Fue el retweet.
Lo cual salió de los usuarios. Los usuarios inventaron esas cosas por sí mismos.
Nuestro papel fue observar que la gente estaba tratando de comunicarse entre sí. Creo que ese fue nuestro papel. Fue algo difuso. La creación es algo difuso. Cada uno tuvo su papel. Algunas ideas eran individuales. Otras no. Algunas salieron de conversaciones. Noah y yo teníamos conversaciones hasta las cuatro de la mañana acerca de esto. Fue triste cuando se fue. Ojalá siguiéramos en contacto, pero él definitivamente fue mi primer socio de ideas. Después Biz fue el socio para el producto en sí mismo. Inventamos términos como "seguidores" y todo el concepto, y la mecánica original, pero lo hicimos mal. Después evolucionó.
Como Steve Jobs, te sacaron de la compañía que cofundaste. Después de que te echaran como CEO de Twitter en 2008, volviste en 2011, tras haber fundado otra gran compañía, Square. ¿Era todo un plan para volver?
No esperaba volver para nada. Yo estaba afuera. Busqué a mi viejo jefe, de cuando tenía 15 años, Jim McKelvey. Quería volver a trabajar con él. Estábamos considerando ideas, autos eléctricos, y lo que luego fue Square. Sentí que era igual de grande, en términos de potencial, quizás más grande. Estaba feliz. Me encanta Twitter. Siempre estuve dispuesto a hacer lo que fuera para que alcanzara su potencial. Siempre y cuando sea útil para la compañía, aquí estaré. Si me vuelvo irrelevante, y en algún momento así será, espero haber dejado otras opciones para la compañía.
En un momento, decías que querías ser alcalde de Nueva York. ¿Sigue estando en la lista de tus sueños?
Siempre me fascinaron las ciudades. Ser alcalde es la mejor manera que me imagino que puede haber para observar y tener un impacto en la gente. Pero en un punto, me di cuenta de que podía inventar un reglamento y el efecto, probablemente, no se vería hasta los ocho años, mientras que podía programar una simulación o un código en un modelo, y podía verlo a los ocho segundos. Estoy cada vez más convencido de que construir y crear pueden influir más rápido que cualquier cosa en el sistema legislativo actual. También, probablemente yo sería malísimo como alcalde.
Entonces, ¿ahora no tenés ningún interés en la política, y no te vas a candidatear a nada?
No.
¿Hubo un momento en el que cambiaste de opinión?
No sé si podría ser yo. Me gusta ser creativo. Me gusta bromear. Me gusta hacer chistes. Me gusta la creatividad.
¿Pensás que se necesita mucha seriedad para tener un cargo alto en este país?
Bueno, una vez escribieron un artículo sobre mí en el que decían que usé sandalias frente a Goldman Sachs.
¿Cuánto pensaste en tus objetivos filantrópicos máximos, y dónde querés que vaya tu dinero cuando te hayas muerto?
Bueno, quiero donarlo todo. Uno de los temas existenciales del mundo de hoy es el cambio climático. La otra cosa que cambia el mundo hoy es la disparidad económica. No creo que sea justo todo a lo que yo tengo acceso. Abrí una fundación llamada Start Small Foundation, que busca enseñarle a la gente a armar negocios en lugares como Ferguson y mantenerse, porque yo veo los negocios como un tejido para comunidades duraderas. No sé si eso es lo correcto, o si lo mejor sería un ingreso básico universal, pero yo quiero ayudar a tratar el tema de la brecha en la riqueza con mi riqueza. La mayor parte de mis riquezas, el 98 por ciento, son acciones en estas compañías, así que no soy un multimillonario de verdad. Si a estas compañías no les va bien...
Deberías aprender del hip-hop y decir: "Sí, soy multimillonario".
No. No. No soy tan cool. Mañana quizás no existo más. Le di [10 por ciento de] mis acciones de Square a la compañía. Les di un tercio de mis acciones de Twitter a los empleados. Le di la mayor parte de mis acciones de Square a esta fundación.
¿Qué pensás de Elon Musk?
La gente que marca el camino es gente como Elon. No conozco otra persona en el planeta que nos quiera sacar del planeta por el daño que le hicimos al planeta. También, lo que se viene es la inteligencia artificial. ¿Y quién más está conduciendo a la humanidad hacia Marte para poder salvarla? Esas son las conversaciones que tenemos que tener y no estamos teniendo.
Sus críticos lo ven como alguien ridículo.
Él es ridículo. Tenés que serlo. Tenés que serlo para pensar a lo grande. Yo lo amo. Me encanta lo que está tratando de hacer, y quiero ayudar como sea. Tengo un amigo que es productor musical. Le pregunté: "¿Qué te llevó a la música?". Me dijo: "Nunca pude tocar música. Ni siquiera sé si tengo buen gusto. Me gustan los músicos, y yo quiero ayudarlos". Yo siento algo parecido por Elon. Yo entiendo lo que quiere hacer, y quiero ayudar. Ese es el rol de cualquiera que construya herramientas. Estamos haciendo herramientas.
Cuando pensás en tu primer período como CEO de Twitter, ¿vos también te hubieras echado?
No me hubiera echado. Habría ayudado.
¿Podrías haber tenido éxito con la ayuda adecuada? ¿Es eso lo que estás diciendo?
Sí. Tenés que acordarte de que teníamos una compañía de trece personas. Yo nunca había sido el jefe de nadie. Era todo nuevo. Una vez tuve que despedir a alguien de quien dependíamos absolutamente para restaurar el servicio. Estábamos bajo un escrutinio absoluto. Desde el principio, éramos enormes. Tuvo una resonancia inmediata. La gente nos tiraba la plata. Teníamos Facebook, que copió lo mismo que hicimos nosotros. Había mucho estrés. Yo trabajaba sin parar. El servicio se caía todo el tiempo. Pagábamos medio millón de dólares en billetes electrónicos. Era una locura.
Nuestra oficina era como una tumba. Era oscura. No había ventanas. Hay que tomar una decisión: si ponés a alguien en una situación así, tenés que ayudarlo, o reemplazarlo, y a mí me reemplazaron.
¿Sería justo decir que después de que te echaran, estabas obligado a decirle al mundo quién eras y cuál era tu importancia?
Sí. Me pareció que me borraban de todo, intencionalmente. No estuvo bueno.
Yo era parte de la historia. No deberían haberme borrado. Durante dos años, yo fui considerado el cofundador. ¿Y de repente no lo soy? En general no hablo por mí mismo. No peleo por mí mismo. Esa fue la única vez en que lo hice. No sé si funcionó. A nadie le importó.
Ahora estás ahí. Claramente, algo funcionó.
No, no. Yo me fui y encontré lo mío. Aprendí lo que tenía que aprender. Construí una compañía. Es sólida como una roca, y es estable. No tenía errores. Creo que demostré que cuando concentro mi cabeza en eso, y cuando tengo acceso a las herramientas, eso me ayuda a crecer.
En base al tiempo que pasaste con él, ¿podrías detallar tus diferencias filosóficas con alguien como Mark Zuckerberg? Twitter y Facebook encaran el mundo de maneras diferentes.
Me encantaría. Pero no sé cuál es su filosofía. No sé cuál es su propósito.
¿El propósito de Facebook?
Exacto. Sé lo que dicen, pero no sé. Mark me parece un hombre de negocios muy, muy inteligente. Se destaca para tener la mayor cantidad de participación en el mercado.
Si fueras CEO de Facebook, ¿sabrías qué hacer con ellos?
No, ya tengo suficiente de lo que ocuparme. Creo que la intención de mucha gente en la compañía está bien. Si la filosofía fuera ayudar al mundo a darse cuenta de que todos tenemos los mismos problemas. Debemos terminar con esta distracción del nacionalismo. Esa es una promesa de la Internet. Prefiero que seamos proactivos para resolver estos problemas juntos, antes que oponerme. Si ese es el objetivo, y es la intención declarada, entonces se me ocurren un par de cosas para hacer.
¿Cómo fue tu encuentro más memorable con Zuckerberg?
Bueno, hubo un año en el que él solo comía cosas que él mataba. Me hizo una cabra para la cena. Él mató a la cabra.
¿Frente a vos?
No. La mató antes. Supongo que la mató. Supongo que con una pistola láser y después el cuchillo. Después se la mandan al carnicero.
¿Una... pistola láser?
No sé. Una pistola paralizante. La paraliza, y después la acuchilla. Después se la mandan al carnicero. Evidentemente, en Palo Alto hay una regla o regulación por la cual podés tener seis animales de ganado en cualquier pedazo de tierra, así que él tenía seis cabras. Yo le dije: "¿Estamos comiendo una cabra que mataste vos?". Me dijo: "Sí". Yo le dije: "¿Comiste cabra antes?". Me dijo: "Sí, me encanta". Yo le dije: "¿Qué más vamos a comer?". "Ensalada." Le dije: "¿Dónde está la cabra?". "En el horno." Después esperamos como media hora. Y él me dice: "Creo que ya está hecha". Vamos al comedor. Sirve la cabra. Estaba fría. Eso fue memorable. No sé si la pusimos de nuevo en el horno. Yo solo comí la ensalada.
Es difícil encontrar una metáfora ahí.
No sé lo que vas a hacer con eso, pero espero que no sea el título. La venganza es un plato que se sirve caliente. O frío.
¿Te fuiste de Twitter a Square con un deseo de conquistar el mundo?
No, no quiero conquistar el mundo.
Algunas personas dicen que te motivaba la venganza o, mejor dicho, mostrarles que estaban equivocados.
Definitivamente, cuando empecé Square, tenía que demostrarme mucho a mí mismo. Me pusieron en una posición en la que podía hacer algo, y pensé que estaba yéndome bien. Me sorprendió enterarme de que no. Después me echaron. Pasé meses tratando de entender qué había pasado. La única forma que tengo de entender qué pasó es hacerlo otra vez.
¿Cómo compensás tu admiración hacia alguien como Steve Jobs con la información actual de su lado oscuro como humano y como jefe?
No sé mucho de cómo era trabajar con él. Leí el libro, pero también hay contraargumentos. Él tuvo resonancia en mí porque no era solo un tecnólogo. También era un artista. Mi papá era un tecnólogo. Mi mamá era artista. Ese equilibrio no lo podés encontrar en nadie. Él era el único que hacía algo interesante en ese sentido. También era un ícono. Tenía idea de lo que era. Era muy seguro, muy curioso, y un personaje fascinante. Me atrajo eso desde el principio. Esto era en la época de Macintosh. Me acuerdo de ver la propaganda en el Super Bowl. Era diferente de todo lo que había visto en el mundo, toda esa personalidad y esa creatividad contra el sistema. Era muy inspirador, así que yo quería aprender sobre él y sobre su compañía. Desafortunadamente, lo echaron a los dos años.
¿Cómo fue tu entrada en el punk-rock?
A través de un club en St. Louis, y muchos sótanos. Mi grupo preferido en esa época era Flipper. Después pasé a Operation Ivy. Después eso me llevó a muchos tipos de la Bay Area. [El grupo de ska-punk] Common Rider me llevó a The Coup y el hip-hop. Una de las cosas que me gusta del punk es el activismo. Cuando llegué acá en el 99, inmediatamente fui a Gilman. Trabajaba en la puerta como patovica, que es gracioso porque: mirame. Resulta que la mayoría de la gente que va a Gilman es bastante inofensiva. No hay alcohol. Me encantaba. Era un colectivo, una cooperativa. Yo bailaba con todos estos grupos de punk. Miraba a un lado, y estaba Billie Joe Armstrong bailando ahí también. Todo chiquito, saltando en el escenario. Yo pensaba: "Wow, eso es muy cool". No importa quién seas, están todos ahí. Así fue como me metí.
Antes dijiste "Soy punk". ¿Podés ser punk y ser quién sos ahora? ¿Es posible eso?
¿Si puedo serlo hoy? Sí, creo que sí. Espero que sí. Creo que necesitamos diferentes perspectivas de la vida. Hay mucha gente que puede venir de una crianza parecida a la mía, y ser un poco raro, o lo que sea, y ver que yo también soy raro o lo que sea y decir: "Sí, si vos podés hacerlo, yo también puedo hacerlo".
¿Qué te hizo acercarte inicialmente al punk?
El hecho de que había estas bandas de tres personas que se subían al escenario y eran terribles. Los abucheaban. La gente les tiraba cosas. Seguían tocando. Después volvían a las dos semanas, y eran un poco mejores. Después volvían a las dos semanas, y eran mucho mejores. Después, a las cuatro semanas, eran geniales.
Me fascina ese concepto de trabajar en público y dejar que la gente vea que mejorás con el tiempo. Para mí, eso es lo que necesita el mundo. Para mí, es uno de los mayores beneficios que ofrece Twitter. Elon lo hace tan bien. Trabaja en público. Piensa en público. Crea ideas en público. Yo saqué eso del punk. El hip-hop tiene un poco de eso también. Kanye, Life of Pablo, fue eso en la época del streaming. "Voy a arreglar ‘Wolves’."
Ojalá hubiera seguido con eso.
Algún día lo va a arreglar. Es fascinante. Él fue el que, finalmente, entendió lo que era posible con el streaming. Podés cambiarlo en cualquier momento, y nadie, para mí, hasta ahora, entendió bien el streaming como medio.
¿Cómo definís tu espiritualidad?
De ninguna religión en particular. Nada que te haga autoconsciente es espiritual para mí. Creo que siento espiritualidad cuando siento una conexión con, no sé, la consciencia global. Lo que me encanta de caminar por Nueva York es que se siente muy ecléctico, y me siento conectado con todo. Aunque no hable con nadie, me siento como parte de un momento super-denso y muy, muy conectado. Creo que Twitter tiene ese potencial de mostrar al menos lo más cercano que tenemos a la consciencia global. Poder sentir lo que piensa la gente. Cuál es la onda con lo que está pasando en el mundo. Así me gustaría poder usarlo. Es como: ¿Qué piensa la gente de lo que acabo de hacer? Y ahí es cuando creo que el texto les gana al video o las imágenes. El texto va directo a las neuronas. Se consume muy rápido. Es más crudo en términos de expresión, te hace sentir lo que se siente.
Cuando eras chico, ¿sentías necesidad de ser famoso?
Nunca quise ser empresario. Nunca quise ser CEO. No quería ser una figura pública. Durante un tiempo tuve esa idea, y quería que funcionara. Es todo. Y me volví CEO porque tuve que hacerlo. Pero eso fue todo. Juntamos plata porque había que pagarle a la gente. Fue más por necesidad que por deseo. Me encanta estar detrás de escena. El personaje que más me gustaba de El mago de Oz era el mago. Porque estaba detrás de la cortina.
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