Tras la popularización del uso de inteligencia artificial, la empresa dio detalles de su evolución inminente más allá de Bard: “múltibúsquedas” basadas en imágenes y la optimización de mapas inmersivos
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PARÍS- (Enviado especial) El lunes, a través de un comunicado firmado por su CEO Sundar Pichai, Google aceleró en la visibilidad de la integración de herramientas de inteligencia artificial a su servicio de búsquedas en línea. El anuncio de Bard, aun en modo experimental y lanzado para su testeo, marca esa velocidad. La industria lo entendió como la señal de largada de una riesgosa carrera por la competencia en un terreno delicado y sinuoso. The New York Times detalló días atrás que Larry Page y Sergey Brin, los propios fundadores de Google, se sumaron recientemente a reuniones con sus altos ejecutivos, para definir y encarar esta etapa de desafíos que consideran clave.
La inmediata popularización y veloz adopción del bot de conversación ChatGPT (desarrollado por OpenAI) desde noviembre pasado, y el anuncio de Microsoft esta semana a través de su CEO Satya Nadella de adaptarlo y adoptarlo en su buscador Bing, logró que la fantasía de que esas tecnologías capaces de procesar inmensas cantidades de información y “aprender” al punto de sostener conversaciones útiles y fluidas, no solo se convirtieron en una lúdica realidad (unos cien millones de usuarios en el mundo la probaron en sus primeros tres meses de vida pública) sino en un poderoso llamado de atención para el popular buscador que pareció verse forzado a acelerar anuncios y exhibir su sostenida dedicación a integrar la inteligencia artificial a sus múltiples servicios. El fenómeno se da de manera acelerada e impacta directamente en las finanzas de las principales empresas tecnológicas.
El modelo de lenguaje aplicable para diálogos (LaMDA) en el que venía trabajando hace año, no sin controversias salió a la luz como la herramienta detrás de Bard. En definitiva, tras una larga década de promesas, las máquinas que aprenden convertidas en complemento para bucear en la información disponible en Internet y asistirnos como “copilotos” de nuestra travesía, dejaron atrás la etapa de reclusión en el laboratorio sin dejar de estar aun en una fase experimental.
Esa expresión “experimental” y la aclaración sobre la necesidad de testeos confiables fue la que repitió Prabhakar Raghavan, VP de Google responsable del emblemático producto Search, durante un encuentro en París: “La magia de la inteligencia artificial generativa”, detalló, “nos permitirá evolucionar en una nueva frontera en nuestros servicios de información”. Pero, en una descripción precisa del rumbo que Google imagina, avanzó en detalles: “Venimos trabajando en utilizar esa tecnología a través de proyectos como Transformer o LaMDA, y combinarla con el conocimiento disponible. Y también adaptarla para poder integrar la pantalla y el mundo real. Porque el Buscador es nuestro tiro a la Luna pero la Luna se sigue moviendo”, anticipó al anunciar varias formas de evolución de su producto insignia, entre las que destaca el “Multisearch”: la utilización de la cámara como un reemplazo del teclado y una cada vez más extendida y profunda integración de imágenes y textos en las búsquedas a través de Google Lens. También, a través de IA, el desarrollo de mapas inmersivos que dejan atrás las dos dimensiones y una ampliación de la eficiencia de su Traductor a más idiomas.
Esa integración visual de las búsquedas a través de la cámara y la pantalla más allá de los textos parece, también, un modo de proyectarse por encima de la carrera directa por el bot de conversación que Microsoft anunció en estos días. Como insistió el propio Prabhakar, el hindú radicado en California que trabaja como ingeniero líder del buscador hace décadas y fue presentado por su nombre de pila: “Tras 25 años de experiencia en organizar la información de internet, queremos ser la fuente confiable y de información segura, entregar la mejor respuesta”. Y allí radica acaso el principal cambio cultural que la aplicación de estos lenguajes trae a los usuarios de búsquedas y a la propia Google: de una mágica e instantánea indexación y eficiente “rankeo” de todas las respuestas ante una consulta en una discreta caja blanca a una conversación acerca de tópicos más complejos de la que, también, esperamos respuestas contundentes y acaso definitivas. Pero, ¿qué sucede cuando no hay una sola respuesta correcta? Las consultas, preguntas y charlas que habilitan “NORA” (No One Right Asnwer), detalló Raghavan, son uno de los grandes desafíos que enfrentan ante consultas cada vez más sofisticadas montadas sobre la expectativa de ser resueltas al instante y de modo preciso. La inteligencia artificial generativa y el modelo conversacional es una aproximación a ese fenómeno y obtener respuestas confiables es, sostuvo, el gran desafío.
Las oficinas de Google Paris, donde se realizó el detallado anuncio y demostraciones sobre los lanzamientos inminentes, luce en su puerta de la calle Rue de Londres un cartel con un colorido lettering manuscrito y la emblemática frase “I’m feeling lucky”. Remite, curiosamente, a una de las primeras versiones del buscador Google: era un botón que permitía acceder no ya al célebre ránking de páginas que consagró a Google (Page Rank) sino al primer hallazgo relacionado con la búsqueda que estábamos realizando. “Voy a tener suerte” acompañó a la caja de búsquedas la primera y explosiva década de Google, en la que la indexación de la información de las páginas web disponibles en Internet, lo convirtieron no solo en el primer destino digital sino también en un gigante jugador dominante en la publicidad digital y en el conglomerado (Alphabet) que es. Hoy, la necesidad de inmediatez para encontrar una respuesta a preguntas cada vez más complejas, se parece también a la pregunta que la propia empresa ha decidido responder.
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