Google emprende una cruzada contra las difamaciones online
En respuesta a los artículos del Times, el gigante de las búsquedas está cambiando su algoritmo, como parte de un giro importante en la forma en que controla el contenido dañino
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Durante muchos años ha existido un círculo vicioso: los sitios web solicitan denuncias escabrosas y no verificadas sobre supuestos infieles, depredadores sexuales, morosos y estafadores. Y la gente aprovecha para calumniar a sus enemigos. Esas publicaciones anónimas aparecen en los primeros resultados de Google cuando se buscan los nombres de las víctimas. Luego, los sitios web proceden a cobrarles miles de dólares a las víctimas para eliminar las publicaciones.
Este círculo de difamaciones ha sido lucrativo para los sitios web y los intermediarios asociados, así como devastador para las víctimas. Sin embargo, Google está tratando de acabar con eso.
La compañía planea cambiar su algoritmo de búsqueda para prevenir que esos sitios web, que operan bajo dominios como BadGirlReport.date y PredatorsAlert.us, aparezcan en la lista de resultados cuando alguien busque el nombre de una persona.
Google también creó recientemente un nuevo concepto al que llama “víctimas conocidas”. Cuando las personas le reporten a la compañía que han sido atacadas en sitios que cobran por eliminar publicaciones, Google suprimirá de manera automática cualquier contenido similar que aparezca cuando sus nombres sean buscados. “Víctimas conocidas” también incluye a personas cuyas fotos de desnudos hayan sido publicadas en línea sin su consentimiento, lo que les permitirá solicitar la supresión de resultados explícitos de sus nombres.
Los cambios —algunos ya realizados por Google y otros previstos para los próximos meses— son una respuesta a varios artículos recientes de The New York Times que documentaron cómo la industria de la difamación se aprovecha de las víctimas con la ayuda involuntaria de Google.
“Dudo que sea una solución perfecta, sobre todo al principio. Pero realmente creo que tendrá un impacto significativo y positivo”, dijo David Graff, vicepresidente de políticas y estándares globales, confianza y seguridad de Google. “No podemos vigilar la red, pero podemos ser ciudadanos responsables”.
Esto significa un cambio trascendental para las víctimas de la difamación en línea. Google, que representa cerca del 90 por ciento de las búsquedas globales en línea, históricamente se resistió a que el juicio humano desempeñara un papel en su motor de búsqueda, aunque en los últimos años ha cedido a la creciente presión para impedir que la desinformación y el abuso aparezcan en sus primeros resultados.
Al principio, los fundadores de Google vieron su algoritmo como un reflejo imparcial del mismo Internet. Utilizaba un análisis llamado PageRank, que lleva el nombre del cofundador Larry Page, para determinar el valor de un sitio web al evaluar cuántos otros sitios web estaban vinculados a él, así como la calidad de esos otros sitios, según la cantidad de sitios vinculados a ellos.
La filosofía era: “Nunca interferimos en la búsqueda, de ninguna manera. Si comenzamos a interferir en los resultados de búsqueda, nos convertiremos en un trinquete unidireccional hacia un Internet curado, y ya no seremos neutrales”, dijo Danielle Citron, profesora de derecho en la Universidad de Virginia. Hace una década, Citron presionó a Google para que impidiera que la llamada “pornografía de venganza” apareciera en la búsqueda del nombre de alguien. Al principio, la compañía se resistió.
Google articuló su punto de vista de no intervención en una declaración de 2004 en la que justificaba por qué su motor de búsqueda estaba apareciendo en sitios web antisemitas en respuesta a las búsquedas de la palabra “judío”.
“Nuestros resultados de búsqueda se generan de forma completamente objetiva y son independientes de las creencias y preferencias de quienes trabajan en Google”, dijo la compañía en el comunicado, que eliminó una década después. “Los únicos sitios que omitimos son aquellos que legalmente estamos obligados a eliminar o aquellos que intentan manipular nuestros resultados de manera maliciosa”.
Las primeras intervenciones de Google en sus resultados de búsqueda se limitaron a cosas como spam y películas y música pirateadas, como lo exigen las leyes de derechos de autor, así como información financiera comprometedora como, por ejemplo, los números de Seguridad Social. Recientemente la compañía ha desempeñado, a regañadientes, un papel más activo en la limpieza de los resultados de la búsqueda de personas.
El caso más notable se produjo en 2014, cuando los tribunales europeos establecieron el “derecho al olvido”. Los residentes de la Unión Europea pueden solicitar que se elimine de los motores de búsqueda lo que ellos consideren información inexacta e irrelevante sobre ellos.
Google luchó sin éxito contra el fallo judicial. La empresa dijo que su función era hacer accesible la información existente y que no quería participar en la regulación del contenido que aparecía en los resultados de búsqueda. Pero debido a que se estableció como un derecho, Google se ha visto obligado a eliminar millones de enlaces de los resultados de búsqueda de nombres de personas.
Cuando Donald Trump fue elegido presidente, hubo más presión para que se hicieran cambios. Después de las elecciones, uno de los principales resultados de búsqueda en Google para “recuento final de votos elecciones 2016” era un enlace a un artículo que afirmaba de manera errónea que Trump, que ganó el Colegio Electoral, también había ganado el voto popular.
Meses más tarde, Google anunció una iniciativa para proporcionar “actualizaciones algorítmicas para mostrar contenido más fidedigno” en un esfuerzo por evitar la presencia de información intencionalmente engañosa, falsa u ofensiva en los resultados de búsqueda.
Fue durante esos días que la renuencia de Google a diseñar maneras de eliminar el acoso de sus resultados comenzó a disminuir.
Los archivos de Wayback Machine de las políticas de Google sobre la eliminación de elementos de los resultados de búsqueda captan la evolución de la compañía. Al principio, Google solo estuvo dispuesto a desaparecer fotos de desnudos publicadas en línea sin el consentimiento del sujeto. Luego comenzó a eliminar información médica. Después vino la pornografía falsa, seguida de sitios con políticas de “eliminación con condiciones abusivas” y luego el llamado contenido “doxing”, que Google definió como “la exposición de información privada con la intención de causar daño”.
Según Google, los formularios para la solicitud de eliminación reciben millones de visitas cada año, pero muchas víctimas desconocen su existencia. Eso ha permitido que “gestores de reputación” y otros les cobren a las personas por eliminar contenido de los resultados, cuando podrían solicitarlo de forma gratuita.
Pandu Nayak, director del equipo de calidad de búsqueda de Google, dijo que la compañía comenzó a luchar contra los sitios web que les cobran a las personas para eliminar contenido difamatorio hace varios años, en respuesta al surgimiento de una industria floreciente que divulgaba fotos de fichas policiales de personas y luego les cobraba para borrarlas.
Google comenzó a clasificar este tipo de sitios explotadores en posiciones más bajas en sus resultados, pero el cambio no ayudó a las personas que no tienen mucha información en línea. Como el algoritmo de Google aborrece el vacío, las publicaciones que acusan a esas personas de ser drogadictos o pedófilos aún podrían aparecer de manera prominente en sus resultados.
Los sitios web de tráfico de calumnias se han apoyado en esta característica. No podrían cobrar miles de dólares por eliminar contenido si las publicaciones no afectaran la reputación de las personas.
Nayak y Graff aseguraron que Google no estaba al tanto de este problema hasta que el Times lo destacó en varios artículos este año. Afirmaron que los cambios al algoritmo de Google y la creación de su clasificación de “víctimas conocidas” ayudarían a resolver eso. Sobre todo, dificultará que los sitios consigan tracción en Google a través de uno de sus métodos predilectos: copiar y volver a publicar contenido difamatorio de otros sitios.
Google ha estado probando los cambios recientemente, a través de contratistas que hacen comparaciones directas de resultados de búsqueda nuevos y viejos.
El Times ya había compilado una lista de 47.000 personas sobre las que se ha escrito en los sitios de difamación. Tras buscar a un grupo de personas cuyos resultados solían estar plagados de publicaciones difamatorias, se pudieron evidenciar los cambios que Google ha realizado. Para algunos, las publicaciones habían desaparecido de la primera página de resultados y de los resultados de imágenes. Para otros, las publicaciones habían desaparecido en su mayoría, excepto una de un nuevo sitio web de difamaciones llamado CheaterArchives.com.
CheaterArchives.com ilustra los límites de las nuevas protecciones de Google. Debido a que es un sitio bastante nuevo, es poco probable que haya generado quejas de las víctimas. Esas quejas son una de las formas en las que Google encuentra sitios de difamación. Además, CheaterArchives.com no anuncia de manera explícita la eliminación de publicaciones como servicio, lo que podría dificultar que las víctimas las eliminen de sus resultados.
Los ejecutivos de Google afirmaron que la compañía no solo estaba motivada por la empatía hacia las víctimas de difamación en línea, sino que todo esto también forma parte de los viejos esfuerzos para combatir los sitios web que intentan aparecer más arriba en los resultados del motor de búsqueda de lo que merecen.
“Sinceramente, estos sitios están engañando a nuestro sistema”, dijo Graff.
Aun así, es probable que la medida que tomó Google estimule el debate sobre el claro monopolio que tiene la compañía sobre decidir qué información pertenece o no al dominio público. De hecho, es parte de la razón por la que Google ha sido históricamente tan reacia a intervenir en los resultados de búsqueda individuales.
“Deberías poder encontrar cualquier cosa que sea legal encontrar”, dijo Daphne Keller, quien fue abogada en Google de 2004 a 2015, tiempo en el que trabajó en el equipo de productos de búsqueda, y ahora está en la Universidad de Stanford estudiando cómo deberían ser reguladas las plataformas. Google, dijo Keller, “solo está demostrando su propia fuerza al decidir qué información debe desaparecer”.
Keller no estaba criticando a su antiguo empleador, sino más bien lamentaba el hecho de que los legisladores y las autoridades policiales sigan ignorando en gran medida a la industria de las difamaciones y sus prácticas extorsivas, dejando que solo Google se encargue del control de daños.
El hecho de que la empresa pueda potencialmente resolver este problema con un cambio de política y ajustes en su algoritmo es “la ventaja de la centralización”, dijo Citron, la profesora de la Universidad de Virginia, quien ha argumentado que las plataformas tecnológicas tienen más poder que los gobiernos para combatir el abuso en línea.
Citron quedó impresionada por los cambios de Google, en particular por la designación de “víctimas conocidas”. Dijo que a menudo se publicaba a esas víctimas repetidamente y que los sitios agravaban el daño al copiarse unos a otros.
“Aplaudo sus esfuerzos”, dijo. “¿Pueden hacerlo mejor? Claro que sí”.
The New York Times