Gerardo Richarte: "Debemos ser hackers o dominados: controlás la tecnología o ella te domina a vos"
Gerardo Richarte tiene 45 años. Y con su amigo de toda la vida, Emiliano Kargieman, fundó varias empresas tecnológicas claves en la industria argentina.
Richarte considera que en los próximos años será fundamental, para la Argentina, tener una mayor inversión en tecnología del sector público y privado. Por eso evalúa como una buena noticia la ley de economía del conocimiento, aprobada el 22 de este mes.
También propone extender la enseñanza de programación y robótica. Lo otro que considera fundamental para el futuro del desarrollo tecnológico del país es lograr que la sociedad comprenda el valor de la privacidad y de los datos que comparte en línea.
Una de la empresas que fundó Richarte es Core Security, una firma de seguridad informática que nació en la Argentina y se transformó en un referente mundial. Fue adquirida en 2015 por la firma Courion.
La otra es Satellogic, que se dedica a la creación de nanosatélites, y que es única por hacer su propuesta por fuera de las potencias históricas en el área. Los satélites de la compañía son mucho más pequeños y baratos que los tradicionales, y se dedican a estudiar el suelo terrestre para aportar información rápida sobre sequías, inundaciones, cultivos y demás. Satellogic tiene ocho satélites en el espacio, pero antes de fin de año espera sumar 13 más, para un total de 90 satélites orbitando.
Así que Richarte tiene una experiencia inusual: creó una empresa de software de nivel internacional, y es uno de los fundadores de un emprendimiento de hardware que también encontró cómo triunfar.
-¿Está bien posicionada la Argentina para lograr que mejore su presencia en la industria tecnológica?
-Bueno, la ley de la economía del conocimiento que se aprobó hace unos días, y que facilita el acceso al financiamiento, es un paso. En 2014 con Satellogic nos tuvimos que mudar a Uruguay porque no podíamos importar las piezas que necesitábamos para fabricar los satélites. Fue una locura, tuvo un costo altísimo en lo económico y en lo personal para nosotros y para la gente que trabajaba con nosotros. Las políticas de Estado te dan tranquilidad en ese sentido. Si hacés software, el impacto es menor, pero todo lo que ayude al financiamiento, como la reducción de carga impositiva, o los permisos para importar equipamiento para investigar o producir bienes, es fundamental. Una vez que estás establecido, sí, pagá todos los impuestos que correspondan.
-¿Y una vez allí pueden salir al mercado?
-Sí, aunque además en la Argentina tenés otro tema, que es el mercado interno, que es muy chico; es decir que si lograste hacer algo y superaste los problemas, igual estás casi obligado a salir al mercado internacional desde el principio, algo que en Brasil no pasa, por ejemplo, porque tienen un mercado interno enorme. Son fundamentales los incentivos, el acceso al crédito, a tener ayuda del Estado para mostrar que la Argentina es un hervidero de tecnología. Tenemos gente muy capaz, están los cinco unicornios (empresas de más de 1000 millones de dólares de valuación), es un buen mercado para hacer trabajo remoto, pero no solo de software, que es en lo que se piensa al principio, sino también de diseño de componentes.
-Aun así, las empresas locales de informática siempre dicen que les falta gente para poder crecer y competir en el mundo. ¿Debería masificarse la enseñanza de programación?
-Hace años que tengo un lema: debemos ser hackers o dominados. O controlás la tecnología o ella te domina a vos. Desde lo trivial a lo que define tu capacidad de acción como país. La tecnología está metida en todos los aspectos de nuestra vida, y es un cambio que sucedió muy rápido, así que somos un poco iletrados en esto. Pero es fundamental que las personas entiendan cómo funciona la tecnología, para que puedan dominarla. Si no, les resulta idéntica a la magia. Por eso, la educación en ciencia y tecnología es fundamental. La informática se usa hoy para todo, desde diseñar una casa a controlar cómo nos comunicamos. Y son herramientas que hasta ahora fueron creadas por nerds, gente como yo, que quizá no somos los mejores a la hora de pensar en la interacción con el mundo. Por eso, las redes sociales como concepto tienen tantos problemas. Necesitamos que otro tipo de gente participe en su diseño.
-Que aporte otra mirada...
-Gente con otras aptitudes, seguro, pero que aprenda a dominar la tecnología: no es lo mismo ser un mero usuario que entender que esa aplicación que usás la hizo otra persona, y que vos podés cambiarla o hacer una diferente. Tenemos que dejar de ser usuarios pasivos de la tecnología, hay que lograr que los chicos entiendan que la pueden modificar. Que le pierdan el respeto. No todos los chicos serán tecnólogos, sin duda, pero así como hoy aprenden Lengua, Matemática o Historia, deben saber programar, o aprender algo de robótica. Así como van a usar Matemática o Lengua en casi cualquier trabajo que tengan en el futuro, también se van a cruzar con la tecnología.
-¿Qué aprendió en estos 25 años de aventuras tecnológicas?
-Core Security fue un éxito rotundo porque logramos, desde la Argentina, hacer una empresa de tecnología con proyección y presencia internacional; logró que se empezara a hablar del país y que nuestra comunidad de seguridad informática sea muy bien valorada. Satellogic nació de una reflexión sobre cómo hacer un mejor uso de los recursos de la Tierra.
-¿Y cómo se logra eso?
-Hasta hace no mucho, lo único que teníamos como guía era la intuición y el conocimiento acumulado por generaciones, pero nuestra visión es que hace falta más información para tomar decisiones de una forma más científica sobre la producción y distribución de los recursos naturales. Para eso sirve Satellogic: es una constelación de satélites que permite ver en tiempo real qué está pasando en el mundo. Pero no como espía: las cámaras de los satélites no tienen esa capacidad, en las fotos que sacan es un metro por pixel de la imagen.
-Pero ustedes no sabían nada de satélites cuando empezaron.
-No. Lo que hicimos fue aplicar algunas ideas del software a estos satélites. La industria tradicional los diseña para que duren muchísimo tiempo, porque si están en órbita y fallan, vos no podés ir a arreglarlos. Por eso son carísimos. No deben fallar, tienen que soportar muchísima radiación y temperaturas extremas. Nosotros usamos un paradigma opuesto: invertir lo menos posible (manteniendo cierta calidad, claro) y hacer que no nos importe si un satélite falla, porque tiene una constelación donde apoyarse, otros satélites que siguen aportando lo suyo. Y es más barato reponerlo, y cuando lo hacés, lleva tecnología más moderna.
-Duran menos, pero están más actualizados...
-Es como en el software: estamos iterando todo el tiempo, probando y mejorando y sacando versiones nuevas. En ocho años lanzamos ocho satélites; hacer un único satélite al modo tradicional nos habría llevado todo ese tiempo.
-Lograr algo así demuestra que se puede hacer fuera de Estados Unidos, Rusia, China o Europa.
-Es una manera de bajar la barrera de entrada y democratizar la tecnología y el acceso al espacio. Permite que cualquiera pueda sacar provecho de estos desarrollos, cambia el balance de fuerzas que hay hoy, distribuye mejor el poder. Muestra que se puede hacer donde haya gente inteligente que quiera trabajar. Pero sigue siendo difícil hacerlo fuera de esos países.
-¿Por qué?
-Todo es más complicado, sobre todo por los fondos. Cuando salís a buscar inversiones, te dan un porcentaje mucho menor del que le darían a una empresa similar estadounidense. Hemos visto casos en los que a competidores nuestros les daban una inversión hasta cinco veces mayor por un producto que no era mejor. Y hay menos gente que entienda para qué sirve lo que estás haciendo. En otros países hay inversión para investigación en las universidades. Para un plan a largo plazo en un país, hay que invertir en ciencias básicas, en forma privada y pública. Y la manera de lograr que no le quede toda la responsabilidad al Estado es facilitarle las cosas a la industria. No solo con créditos, sino logrando que haya una retroalimentación positiva, generando una situación que permita que la gente que sale capacitada tenga dónde aplicar ese conocimiento.
-Antes dijo que nos domina la informática: ¿en qué forma?
-Si no sabemos cómo funciona, delegamos todo en ella, y eso no está bien. La sociedad tiene que tomar conciencia de lo que significa la privacidad, del valor que tiene, y debe defenderla. Y cuando más sabés de tecnología, más comprendés qué sucede y cómo remediarlo, entendés la debilidad de una plataforma, los riesgos de que tu vida (tus mensajes, tus fotos, tu actividad digital) esté en manos de un par de empresas. Te transformás en un usuario más exigente. Si cambia eso, las empresas van a tener que empezar a responder mejor por sus acciones. La economía del conocimiento es manejar datos; de ahí surgen conclusiones y acciones sobre los ciudadanos, y esto tiene que estar regulado. Ahí tiene que interceder el Estado, regulando y exigiendo medidas de privacidad. Las primeras serán malas, y muchos nos quejaremos, pero está bien, hay que seguir avanzando, aprendiendo entre todos. La buena noticia es que en todas las charlas que doy me encuentro con que los chicos tienen muy claro esto. El tema es que no saben qué hacer, y veo que la mayoría de los docentes están igual: esa ausencia de conocimiento los iguala, cuando los profesores deberían poder ayudarlos desde otro lado. Por eso es importante que les demos herramientas para que dejen de ser espectadores de la tecnología y se conviertan en actores. Y para el Estado esta enseñanza tiene que ser como el plan de alfabetización o de vacunación. Así como te enseñan a escribir (que después de todo es una tecnología), deben enseñarte a tener una buena relación con la tecnología. Es decir, a ponerte en una posición en la que no quedes en desventaja. No aceptar la tecnología como viene y ya. Y esto vale tanto para lo trivial y cotidiano como para pensar el futuro del país: la tecnología está presente en todas las ramas del conocimiento.
* Gerardo Richarte estudió Matemáticas en la Universidad de Buenos Aires. En 1996 fundó Core Securities, y en 2010 creó Satellogic, en ambos casos junto a Emiliano Kargieman
Tres propuestas
- Más inversión. La ley de economía del conocimiento, aprobada el 22 de este mes, provee instrumentos de financiamiento para empresas de base tecnológica
- Aprender programación. Aprender programación y robótica será fundamental para tener un mayor control sobre cualquier trabajo futuro
- Proteger la privacidad. Saber programación para perderle el miedo a la tecnología y poder formar una sociedad que se pueda defender mejor
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