Furor en Asia por los padres digitales: ¿una alternativa a la familia tradicional?
Surgió en China una alternativa para intentar tener conexiones más satisfactorias que las relaciones familiares convencionales. Se trata de “padres digitales”, y son parejas que adoptan el rol de progenitores a través de videos que publican en diversas plataformas
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La “familia feliz” es, para muchos, una fantasía difícil de convertir en realidad, en especial a partir de que los hijos entran en la adolescencia. Como resultado, surgió en China una alternativa para intentar tener conexiones más satisfactorias que las relaciones familiares convencionales. Se trata de “padres digitales”, y son parejas que adoptan el rol de progenitores a través de videos que publican en diversas plataformas.
¿Por qué este fenómeno surge en Asia? Según los especialistas, tiene que ver por la influencia del pensador Confucio, que permea profundamente en las culturas de China, Japón, Corea y Vietnam. En lo que respecta a la crianza, su influencia se manifiesta en la estricta jerarquía social donde los superiores no solo esperan respeto, sino veneración por parte de sus subordinados. Si se traslada esta idea al concepto familiar, da un sistema en el que se fomenta la disciplina y la obediencia por sobre la comprensión y el afecto. Así como también la reverencia hacia los padres y los ancianos se considera fundamental. Por contraposición, los “padres digitales” ofrecen amor y comprensión, atrayendo a miles de personas que buscan la aprobación y el afecto que quizás no recibieron de sus padres reales, por lo que puede que tengan necesidades emocionales insatisfechas.
Así son los padres digitales
Algunas parejas de creadores de contenido han ganado popularidad en las redes sociales como Douyin (la versión China de TikTok) al publicar videos donde representan ser los padres amorosos y comprensivos que muchos usuarios quisieran tener. En estas grabaciones, interpretan situaciones cotidianas, como mantener una conversación telefónica cálida con su “hijo”, pasear tranquilamente por un supermercado o reaccionar con indulgencia ante la falta de responsabilidad de su chico. La clave de su éxito radica en su actitud afectuosa y empática, en contraste con la severidad y rigidez tradicionalmente asociadas a la figura paterna en ciertas culturas asiáticas.
Como consecuencia, estas parejas de influencers (como Jiang Xiuping y Pan Huqian, el duo más famoso) cautivan a miles de seguidores, quienes los adoptan como sus “padres digitales”. Estos usuarios no solicitan explícitamente que asuman ese rol, sino que espontáneamente comienzan a compartir detalles íntimos de sus vidas a través de mensajes directos, relatando sus logros, inquietudes y experiencias diarias. Lo que buscan desesperadamente es obtener aprobación y cariño. Tal es la popularidad de estos “padres digitales” que se ven abrumados por la cantidad de mensajes recibidos, haciéndoles imposible responder a todos. Sin embargo, cuando logran hacerlo, sus “hijos digitales” manifiestan sentir una profunda satisfacción personal al recibir esa atención afectuosa que tanto anhelaban.
Este fenómeno no es un caso aislado. En Japón, por ejemplo, existen empresas que ofrecen en alquiler a personas para que interpreten roles familiares, de amigos o de novios. Y, con el avance tecnológico, también han aparecido novias virtuales y otros servicios que satisfacen las necesidades emocionales y sociales.
Si bien en Occidente los “padres digitales” no son populares, hay algún que otro referente como la cuenta “Dad, ¿How Do I?” (”Papá, cómo hago para”), en la cual una figura paterna trata a sus seguidores como “hijos” y les enseña a realizar tareas cotidianas como cocinar, cambiar la rueda del auto, afeitarse y más. A la fecha, este “papá” de 60 años, está activo en las redes sociales desde hace 4 años y tiene más de 200.000 seguidores en YouTube, casi 800.000 en TikTok y unos 280.000 en Instagram.
Si bien estos padres digitales cuentan con millones de seguidores, Marinés Suares, que es psicóloga, terapeuta familiar y profesora de la Universidad de Morón, explica: “Dado que la cultura occidental difiere en varios aspectos de la oriental, es complejo trasladar directamente la experiencia. De todos modos, más allá de la cultura que se trate, las falencias emocionales en una personalidad con falta de fortaleza psíquica podrían llevar a la búsqueda de soluciones o salidas a corto plazo que no acaban siendo más que situaciones que ubican a la persona en un lugar de inestabilidad”.
En tal sentido, la especialista agrega que deben darse una serie de pautas para que este padre digital resulte atractivo: La falta de personas adultas responsables que desempeñen funciones de los roles parentales en la vida de los internautas podría llegar a ser una motivación para seguir a estos padres digitales, así como también podría serlo tener vínculos conflictivos con tales figuras. Sin embargo, no es suficiente, sino que se deben tener en cuenta los rasgos y tendencias de la personalidad de base de aquellas personas que buscan “padres digitales”.
Por su parte, Federico Sciretta, docente de la Facultad de Psicología y Relaciones Humanas de la UAI, sostiene que quienes buscan las relaciones parentales digitales “suelen ser los hijos adultos de padres desafectizados, para adquirir herramientas, consejos y, sobre todo, reforzar positivamente que lo que están haciendo como figuras de crianza, ya que reciben grandes críticas de pares conservadores y sus familiares antecesores (padres y abuelos) que critican, desvalidan y estigmatizan los nuevos modos de crianza sosteniendo el concepto de criar generaciones de cristal, ya que consideran que el contener emociones y responder responsablemente a ellas es no ayudar a que toleren la frustración y ello los hará débiles”.
En su justa medida
“En el consultorio desde mi rol de terapeuta encuentro a familias que sienten mucha culpa al fallar en la crianza positiva o la llamada crianza respetuosa, ya que el exceso de compromiso generado desde la buena disposición, cuidado y amor, condicionado por divulgadores rígidos y poco sensibles, entendiendo que no cuentan con el tacto de saber quién está del otro lado, el mensaje es concreto y genera la experiencia de sentirse en falta permanentemente. Cuando eran niños se veían en falta desde el rol de hijos/as, y ahora que son adultos sienten que no pueden responder a lo que se espera de ellos como figuras parentales. Qué paradójico, ¿no?”, reflexiona Sciretta.
A pesar de la notoriedad y popularidad que puedan alcanzar los padres digitales, los especialistas estiman que su rol es relativo: “Los padres digitales pueden transmitir tranquilidad y validación, pero hay un tópico que no es reemplazable, que es sentirse querido e importante singularmente para alguien que sabe quién soy. Y los padres digitales les hablan a extraños y dicen tener afectos por quienes los consumen, pero únicamente el afecto está depositado en lo que ellos hacen por su necesidad, y no por la de otro en sí”, opina el docente de la UAI.
Dado el contexto, Sciretta recomienda a aquellos usuarios que buscan tener padres digitales, que tomen los mensajes como una herramienta de crecimiento donde encuentren la validación, el consejo y el conocimiento por las temáticas que no han podido tener las figuras familiares convencionales, y que el modo de transitar la vulnerabilidad y la carencia afectividad están en vínculos que logran obtener reciprocidad afectiva. “Estos pueden ser amistades, familiares que no sean sus padres, grupo de pares, consultar con psicoterapeuta para que pueda acompañar el proceso de crecimiento, sufrimiento y aceptación de no haber tenido los padres ideales”, se explaya.
Respecto de si en Argentina es posible que los “padres digitales” proliferen, Suares es contundente: “Nuestro país no propicia las condiciones para que se den este tipo de situaciones, dada su mixtura cultural donde prevalece la tendencia latinoamericana al contacto e interacción social (no virtual). Por otro lado, teniendo en cuenta como se mencionaba anteriormente sobre la cultura occidental, hay grandes diferencias respecto de la valoración de las jerarquías consideradas exclusivamente por el factor etario de las personas”, concluye.
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