Flight Simulator 2020: El impresionante contraste entre dos imágenes separadas por 40 años
En noviembre se cumplirán cuatro décadas de la primera versión del Flight Simulator de Microsoft –cuya historia comenzó en 1977 con la compañía Sublogic, de Bruce Artwick–, y las imágenes son elocuentes. En el curso de una vida vimos cambios que la mente no puede terminar de metabolizar
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Tenía 25 años y había ido de visita a la casa familiar y, un poco por casualidad, me encontré con que la que computadora de mi padre, un clon de la IBM/PC, estaba ahí, encendida y sin vigilancia. Por supuesto, teníamos prohibido tocar esa máquina (sí, incluso cuando ya me había independizado; una computadora era algo fuera del mundo real todavía). Pero la curiosidad siempre fue una de mis principales fuerzas motrices, y antes de meditarlo mucho, había encontrado lo único que realmente me intrigaba de ese armatoste: el simulador de vuelo.
Lo puse en marcha (era una de las poquísimas cosas que sabía hacer con una PC en esa época) y muy pronto estuve volando. Volar es una forma de decir; lo que veía eran una serie de líneas blancas sobre el fondo negro del monitor. Las líneas representaban el horizonte, la pista y los instrumentos. Eran pocas líneas y se movían a razón de uno o dos fotogramas por segundo. Y sin embargo la mente es tan poderosa que alcanzaba para construir la ilusión del vuelo.
Eso fue a principios o mediados de la década del ‘80 del siglo pasado y los datos se me ha borrado casi por entero. Pero recuerdo que también lo volé en una TRS-80 portátil, donde la ilusión era todavía más rudimentaria, por la pantalla LCD gris con pixeles grandes como galletitas de agua.
Con todo y estas brutales limitaciones, me enamoré de los simuladores de vuelo. A pesar de las rudimentarias rayas blancas de movimientos torpes y a pesar del ruidito ridículo del parlantito interno (no existían placas de audio para PC en esa época todavía), que gruñía una mala imitación del motor del Cessna, fue amor a primera vista. Me estrellé un número de veces y descubrí que, definitivamente, iba a necesitar alguna vez un joystick. Y antes, una computadora. Pero todo eso estaba por venir.
En el medio pasaron alrededor de 40 años, y el otro día puse en marcha, por primera vez, el nuevo Flight Simulator de Microsoft, que usa fotogrametría satelital y tecnologías de gráficos 3D que en 1982 o 1983 eran todavía un sueño en la mente de los ingenieros. Obviamente, habrán leído mucho sobre el nuevo Flight Simulator (MSFS, para abreviar), así que no los aburriré (todavía) con una reseña. Sí quiero apuntar dos cosas.
En 2009, cuando descubrimos que Google Earth tenía un atajo de teclado secreto (Ctrl+Alt+A) que disparaba un simulador de vuelo, lo primero que pensé fue en por qué Microsoft no hacía lo mismo. A fin de cuentas también se habían comprado una empresa de mapas. Pues bien, pasaron más o menos once años hasta que el MSFS, que creíamos que había sido declarado objeto de museo, se subió al realismo satelital y a las nuevas tecnologías de gráficos 3D. Tengo muchos reparos, eso sí, como apuntaré cuando haga una reseña, pero este simulador es, a mi juicio, histórico. No porque sí ganó el premio al mejor simulador de 2020 y todo el mundo lo cubrió de elogios. Sin embargo, el título exhibe fallas severas en varios aspectos clave, como el modelo de vuelo (la aerodinámica, en otras palabras) y el realismo satelital, al que todavía se le notan mucho las costuras. Ya abundaré en ese aspecto. Y además todo eso se puede arreglar.
Lo que sí me interesa señalar es que luego de una vida (literalmente, una vida; vi la primera computadora cuando tenía 6 años) de ver avanzar esta industria, el nuevo MSFS me dejó estupefacto. Incluso habiendo probado todas las versiones previas, más casi todos los simuladores de vuelo que han salido al mercado en estos 40 años, aún así, me costaba dar crédito a lo que veía. Se supone que debe ser al revés, que cuando viste muchas cosas, nada te asombra demasiado.
Pero tenía muy fresco el recuerdo de esas primeras líneas en blanco y negro y, de pronto, en una pantalla, en casa, en otra casa, cuando tengo más o menos la edad que mi padre tenía por entonces, me encontré con imágenes que cuesta discernir si son reales o no. La mente no está preparada para cambios tan profundos en períodos tan cortos, en menos de una vida, en tan solo una generación. Y, sin embargo, eso exactamente es lo que estaba pasando en mi pantalla.
La lista de defectos que tengo por señalar es extensa, y obviamente esta simulación necesita una máquina desmesurada (o una costosa consola) y el ancho de banda de Singapur. Pero nada de todo eso cambia el hecho de que me siento como un viajero del tiempo, que se subió a una máquina extravagante en 1982 y viajó a un futuro lejano, en el que es posible una simulación de un realismo tan asombroso. No importa si es un juego y tampoco importa si te interesan los simuladores del vuelo. El avance es monumental.
Obviamente, no tengo aquél Flight Simulator y, en caso de tenerlo, sería complicado ejecutarlo en una computadora moderna (venía en un diskette de los grandes, un floppy). Así que le pedí a Microsoft imágenes de ese primer simulador, y es cierto que lo hice para el día, a las apuradas, como solemos trabajar en los diarios. Pero Microsoft no me consiguió capturas de pantalla de su primer Flight Simulator (el segundo, en rigor; la historia es más larga, ya la contaré). Tales imágenes están por todas partes en la web, solo que no puedo usarlas sin permiso de sus autores. En todo caso, me pregunto cómo es posible que una compañía como Microsoft (y me ha pasado en general con todas, salvo rarísimas excepciones), en los tiempos que corren, en épocas de WhatsApp, una corporación de ese calibre, la compañía más rica de la Tierra, junto con Apple, no pueda mandarme una captura de pantalla.
En fin, la cosa es que bajé este excelente emulador del MSFS1 aquí y lo corrí en un programa de software libre llamado DOSBox, que anda muy bien en Windows y Linux. Si intentan hacer lo mismo, van a encontrarse con un error raro que cancela la ejecución del programa; la solución es poner en el directorio del juego un archivo llamado cwsdpmi.exe, que pueden descargar aquí. El ataque de nostalgia, sin embargo, no tiene solución. Que lo disfruten. Cuarenta años (que se cumplirán en noviembre), en tecnología, equivalen a siglos.
Les dejo algunas imágenes más, con varios datos sorprendentes:
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