Europa invertirá 1000 millones de euros para tener cuatro supercomputadoras para 2020
Europa se une para paliar su retraso en computación de alto rendimiento. La Comisión Europea financiará junto a otros 13 estados del continente, entre ellos España, la puesta en marcha de varias supercomputadoras. Las máquinas se emplearán en un amplio abanico de campos, que abarcan desde la sanidad o las energías renovables a la seguridad de los vehículos y la ciberseguridad. Hasta 2020 se invertirán casi 1000 millones de euros, que se canalizarán a través de una empresa de nueva creación, EuroHPC. Los países que forman parte del programa aportarán casi 500 millones de euros y el presupuesto comunitario añadirá otros 486 millones.
Tal y como ha informado este jueves la Comisión Europea en la presentación de la iniciativa, con esa cantidad se adquirirán dos máquinas de supercomputación de preexaescala de categoría mundial, y otras dos máquinas de gama media. Bruselas cree que ha llegado el momento de que Europa se dote de una infraestructura de este tipo ante la desventaja que acumula respecto a otros competidores globales: según sus cálculos, el continente invierte anualmente entre 500 y 750 millones de euros menos de lo que debería en esta materia, y ninguna de las 10 mayores supercomputadoras a escala mundial tiene su sede en Europa.
Hasta ahora, cada Estado miembro invertía por su cuenta en el desarrollo de estos equipos, pero su lentitud a la hora de cubrir las necesidades de empresas y científicos han llevado a crear la alianza. "Cada vez son más los científicos y empresas europeos que tratan sus datos fuera de la UE, ya que sus necesidades no se ven cubiertas por el tiempo de computación disponible en la UE. Esta falta de independencia constituye una amenaza para la privacidad, la protección de datos, el secreto comercial y la propiedad de los datos, en particular en el caso de las aplicaciones sensibles", argumenta la Comisión.
Entre los ejemplos que cita Bruselas de sus aplicaciones prácticas, destaca la posibilidad de reducir los ciclos de producción de automóviles de 60 a 24 meses, así como el desarrollo de tecnologías de cifrado complejas, mayor capacidad para rastrear y contener ciberataques, efectuar análisis forenses eficientes o simulaciones nucleares.