Estuvimos probando el Samsung Galaxy S8, disponible desde hoy en la Argentina
Cómo es el smartphone estrella de la compañía, que ya se vende en sus dos versiones y con su particular diseño de pantalla casi sin bordes
Desde hoy es posible comprar en el país el Samsung Galaxy S8 . La compañía lo puso en preventa hace unos diez días, y ahora está disponible para el público en general. Los precios del teléfono sin línea (en tienda de electrodomésticos) son los mismos: 18.999 pesos para el S8, 21.999 pesos para el S8+ (más grande). El precio en las operadoras varía: de 21.499 o 24.499 pesos de Claro (según el modelo); a 15.999 pesos el S8 en Movistar (17.999 pesos el S8+), y 13.999 o 15.999 pesos en Personal; en los tres casos con los abonos más caros; con un plan más barato el precio del equipo tiende a subir. Estará disponible en tres colores: Midnight Black (Negro), Orchid Gray (Gris) y Arctic Silver (Plateado).
Así lo probábamos brevemente el día de su lanzamiento en abril último :
Cambia el diseño sobre todo
Hablar del Galaxy S8 implica prestar atención a dos cosas por separado: el diseño exterior, y el hardware interior. Aunque igualmente importante, esta segunda parte es la más previsible: tiene el procesador para Android más rápido del mercado (en la versión que se vende en la Argentina es un Exynos 8895 de ocho núcleos; en otros países, un Snapdragon 835, que también está en otros teléfonos), 4 GB de RAM y 64 GB UFS 2.1 de almacenamiento interno -expandible con una tarjeta microSD-, por lo que no tiene inconveniente alguno para correr cualquier aplicación compatible con Android 7 sin pestañear; un Android 7 al que Samsung le cambió la estética, una vez más, pero que le sienta muy bien y no se interpone, en general, entre el usuario y el equipo.
Lo mismo puede decirse para la cámara trasera, que no sorprende porque es excelente como la del Galaxy S7; y como la de aquél, el Google Pixel, el iPhone 7, el LG G6 o el Xperia XZ Premium -por mencionar algunos- está en la primerísima línea de lo que puede obtenerse con la cámara de un celular. En este caso, de 12 megapixeles, y con la capacidad de grabar videos 4K de hasta 10 minutos. No tiene, no obstante, cámara doble como Apple, LG o Huawei. Hubiera sido una sorpresa si la compañía no hubiera ofrecido una mejora respecto del modelo anterior. No defrauda la lente de apertura f/1.7 (útil para situaciones con poca luz), ni la estabilización óptica, ni el sensor Sony, o el nuevo modo de hacer zoom -digital- moviendo en pantalla el botón de disparo. Tampoco la cámara frontal de 8 megapixeles, con igual apertura y autofoco.
El cambio de la pantalla
El mayor cambio del smartphone (en sus dos versiones: la pequeña, S8, y la grande, S8+) está en el diseño: Samsung redujo al mínimo los bordes superior e inferior que separan la pantalla del fin del teléfono. Esto deja un equipo que es igual de ancho que el S7/S7 Edge y apenas más alto, pero que ofrece una pantalla más grande: de 5,8 o 6,2 pulgadas, según la versión (en el S7 son de 5,1 pulgadas, o 5,5 pulgadas en el S7 Edge). El vidrio frontal y el trasero se curvan en los laterales y se unen en el marco que rodea el teléfono. El smartphone se siente en la mano como si estuviera hecho de una sola pieza, y cuando la pantalla está apagada -no se ve a simple vista dónde termina la pantalla y donde empieza el resto del equipo- parece una maqueta, una prueba hecha de vidrio sólido, algo que no parece ser un producto del que se fabricarán millones. La calidad del diseño es espectacular, y es una de las ocasiones en las que las fotos no le hacen justicia.
La pantalla, de formato 18,5:9 (es decir, casi 2:1; es el doble de alta que de ancha) tiene una calidad excelente: Samsung realmente logró una pantalla fantástica. Que viene con quejas: varios usuarios reportaron, en otros países, que las pantallas viraban al rojo, algo que la compañía asegura que resolvió con una actualización de software.
Samsung no es la única en ir por este tipo de pantallas: el LG G6 propone lo mismo, aunque con un diseño un poco más tradicional; también Xiaomi con el Mi Mix y Essential con su flamante teléfono. La idea detrás de eliminar progresivamente los bordes es que la pantalla, al ocupar un mayor porcentaje del frente de equipo, permite tener más contenido visible en dispositivo que mantiene un formato compacto. Cumple lo que promete, aún con su formato inusual, y la pantalla maximizada será más útil en la medida en que lo desarrolladores de software adapten sus aplicaciones para aprovechar la superficie extra para mostrar contenido (y la resolución inusual, de 2960 x 1440 pixeles). Por ahora, se verán, en algunos casos -videos, por lo general- bandas negras laterales.
Más espacio, pero no mucho
¿Cambia la experiencia de usuario tener una pantalla más alargada? Para la mayoría de los usuarios, no mucho: sí, verán un par de mails más en la lista, u otro tuit más en pantalla, sin tener que avanzar en la aplicación; o una columna extra en Excel; o al poner dos aplicaciones en pantalla cada una habrá un poco más de lugar para ellas. Para algunos será la panacea. Para el resto -la amplia mayoría- la pantalla sin bordes no ofrece una funcionalidad clave, pero sí un agregado estético muy placentero, con el potencial de permitir aprovechar una parte mayor del frente del equipo.
El S8 es lindo de tener en la mano, es cómodo, se ve bien. Y además tiene un hardware de primera línea. Pero alguien en Samsung decidió que el diseño primaría sobre algunas de las funciones del teléfono. Esto llevó a algunas decisiones polémicas, como la ubicación del sensor de huellas digitales, que ahora va atrás, al costado de la cámara. Es que con la pantalla casi sin bordes no quedaba lugar para el sensor biométrico, y los sensores de huellas digitales que van detrás del vidrio frontal no estaban listos cuando la compañía definió el diseño .
¿Hay botón inicio? Sí, escondido detrás de la pantalla: un toque con algo de presión en la zona -marcada con el icono de un cuadrado- lo activa. Funciona muy bien, como también lo hace el sensor de huellas digitales, ubicado al costado de la cámara -no debajo, como hacen los demás fabricantes-, cuando uno lo encuentra al tacto con el dedo. Los primeros días pueden ser muy frustrantes, mientras el usuario confunde la lente -a la que engrasa- con el sensor, que está muerto de risa al lado. ¿Por qué allí? Está ubicado en esa posición para hacer de balance visual al sensor de ritmo cardíaco, que está al otro lado de la cámara. En el S8+, más grande, el sensor de huellas digitales queda todavía más incómodo. La costumbre eventualmente logra convencer a la memoria muscular, pero lleva un tiempo.
La alternativa para desbloquear el teléfono la ofrecen dos cámaras infrarrojas en el frente del equipo, capaces de reconocer el iris de nuestros ojos si ubicamos el S8 en la posición correcta frente a nuestro rostro. Hace su tarea en un instante, aunque no es tan rápido (ni tan seguro) como el sensor de huellas digitales. Pero funciona.
El vidrio trasero tiene una relación de amor con las huellas digitales: es imposible mantenerlo limpio, algo que comparte con otros equipos que usan cristal en el dorso del teléfono. Y le agrega fragilidad, aunque la compañía dice que está protegido por Gorilla Glass 5, por lo que debería sobrevivir intacto a la mayoría de los golpes; el tiempo dirá si la compañía tiene razón.
Ahora que no tiene botón de inicio, el teléfono recurre a una doble presión del botón de encendido/bloqueo para cargar rápido la cámara. Y el sensor de huellas digitales se puede usar para desplegar el menú de notificaciones deslizando la yema del dedo sobre el sensor. Y ahora que son 100% digitales, es posible cambiar el orden de los tres botones de control de Android (aplicaciones activas, menú, atrás). El otro cambio está en Always On, la función que muestra la hora y las notificaciones en forma permanente con la pantalla bloqueada y oscura; se puede personalizar el fondo y se agregan controles de reproducción multimedia, aunque en este punto sigue siendo superior la propuesta de Motorola (que permite previsualizar las notificaciones sin desbloquear el equipo).
Bixby, la deuda
El teléfono tiene un botón en el lateral izquierdo que activa a Bixby, el asistente digital de Samsung. Por ahora no hace más que ofrecer una lista de tarjetas con información al estilo Google Now. Eventualmente ofrecerá un asistente digital con el que se podrá conversar, pero está demorado: ni siquiera está disponible en inglés (llega en las próximas semanas, en teoría), por lo que el español quedará para más adelante.
Bixby también está integrado a la aplicación de la cámara para identificar objetos fotografiados; y la promesa es que también permitirá manejar cualquier función del teléfono con una orden verbal... pero por ahora no está disponible.
El resto del hardware
Completa el hardware la protección IP68 contra agua y polvo; y la batería, de 3000 o 3500 mAh (según el modelo). El S8 llega al fin del día sin problemas, pero sin demasiado margen de maniobra; quienes sean de tiro largo harán bien en optar por el modelo más grande, que ofrece mucha más autonomía.
El Galaxy S8 usa un conector de carga rápida USB-C y permite carga inalámbrica, como el S7; suma Bluetooth 5 (el primero en incluirlo, es compatible con la versión anterior); conector de 3,5 mm para el audio; micrófonos para cancelación de ruido en las llamadas y grabación de video; y la posibilidad de transformar el teléfono en una computadora de escritorio con DeX, una base que lo conecta a un monitor y un teclado, y activa una versión especial de Android (pero que permite correr las aplicaciones instaladas en el teléfono); la base todavía no se vende en el país.
¿Vale la pena?
El S8 es el mejor teléfono de Samsung a la fecha, y el mejor teléfono con Android disponible hoy. Pero el único cambio realmente notorio respecto de su antecesor es el diseño y la pantalla. No es poco: pero quien busque, comparando con el S7, un salto en la velocidad, una herramienta despampanante que no existe en otro equipo, no encontrará demasiado.
La cámara es sutilmente mejor, el teléfono es un poco más rápido. Sí, lo mismo puede decirse de casi cualquier iteración de un teléfono sobre la generación anterior; la manera que Samsung encontró para despegarse del resto –con éxito- está en el diseño, que no es poco, al tiempo que incluyó hardware de primera línea para no ser sólo una cara bonita.
Es, también, un teléfono con el que la compañía cierra una etapa y planta bandera de cara al futuro: el diseño sin bordes y con la pantalla más alargada, el asistente Bixby, la base DeX para usarlo de equipo de escritorio; todo esto definirá la familia Galaxy de los próximos años.
Es, así, un avance previsible y efectivo en lo funcional, un salto muy interesante en lo estético. Si vale al pena pagar por eso, o ahorrar un poco e ir por el igualmente vigente S7 (u otro equipo del mismo calibre; hay varios en el mercado local) será decisión de cada quien.