Alex Blania, el CEO de Tools for Humanity (la compañía detrás de Worldcoin), pasó por la Argentina y explicó la misión de la compañía, que se hizo conocida por ofrecer dinero en criptomonedas a cambio de escanear el iris de los voluntarios, lo que le trajo muchísimos problemas: por qué lo hace, qué espera que suceda a futuro y más
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En una visita relámpago que duró cinco días y que incluyó encuentros con funcionarios nacionales y un raid mediático, Alex Blania pasó por la Argentina. ¿Quién es? El CEO de Tools for Humanity, una de las compañías más discutidas del momento: creó Worldcoin, una plataforma con diez millones de usuarios ideada por Blania junto a Sam Altman (el CEO de OpenAI, la dueña de ChatGPT), y que aspira a resolver un problema inexistente hoy, pero que rápidamente será una realidad: cómo saber, cuando interactuamos con alguien en forma digital, si estamos hablando con una persona de carne y hueso o con una inteligencia artificial que se hace pasar por un humano.
Es lo que adelantó Peter Steiner hace casi 31 años (uno antes de que naciera Blania) cuando dibujó, en julio de 1993, su ya clásico chiste de “En internet nadie sabe que sos un perro”. Ahora habría que agregarle: nadie tiene cómo saber si sos humano o una inteligencia artificial... salvo que muestres, a modo de verificación, el sello de humanidad anónimo que aporta la propia compañía (el World ID), y que es la razón por la que esta compañía, que para la mayoría de la gente resuelve un problema que parece de ciencia ficción, sea conocida en todo el mundo, y no necesariamente con buena prensa.
Es que para resolver ese problema, lo que Altman, Blania y Max Novendstern desarrollaron es una plataforma que escanea el iris de una persona (único como las huellas digitales o la estructura de las venas de la palma de la mano) y genera una suerte de firma digital que indica que, efectivamente, se trata de un humano. Para atraer usuarios, Worldcoin le paga a quienes se suman una membresía en una criptomoneda, que los miembros pueden usar tanto para hacer transacciones internamente, como para transformarla en dinero convencional, como cualquier otra criptomoneda. Hizo una campaña fuerte en universidades y, este verano, en la Costa Atlántica, apostando sobre todo por los estudiantes, más afines al contenido cripto.
La combinación del escaneo de iris usando un dispositivo de aspecto futurista (el Orbe, un globo plateado que tiene una cámara en su interior), la distribución de criptomoneda, más la elección de países donde comenzaron a buscar adeptos (Estados Unidos, pero también Europa, África y América Latina), unida a cierta vaguedad a la hora de explicar qué ofrecían resultó en un combo de gente haciendo cola para obtener dinero (y en cripto, que todavía suena mejor) a cambio de algo que en muchos casos no tenían en claro cómo funcionaba, ni para qué era, y derivó, en el peor de los casos, en prohibiciones para operar (como en marzo último en España; antes en Kenia), y en el mejor en investigaciones sobre qué hace la compañía con los datos (como en Alemania, entre otros países).
Worldcoin dice que solo le interesa esa confirmación de humanidad, que es anónima, y que no almacena la fotografía de los ojos de los voluntarios, pero los términos y condiciones de su servicio han sufrido múltiples modificaciones desde que comenzó a operar, y van cambiando a medida que los diferentes gobiernos del mundo expresan sus objeciones, preocupados por qué datos tiene de los voluntarios, y cómo los protege.
El ejemplo más cercano es de abril de este año, y es de la provincia de Buenos Aires. “El Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la provincia de Buenos Aires dispuso la imputación a la empresa Worldcoin, luego de que la Dirección Provincial de Defensa de los Derechos de las y los Consumidores detectara la inclusión de cláusulas abusivas incorporadas en los contratos de adhesión que obligan a aceptar, en presunta infracción a la Ley Nacional de Defensa del Consumidor. Las autoridades bonaerenses también advirtieron contradicciones entre lo informado por la propia empresa y la información obtenida a partir de fiscalizaciones realizadas en distintas localidades de la Provincia”, dice el organismo en un comunicado, en el que aclara que podría multar a Worldcoin por más 1000 millones de pesos.
Parte del argumento del gobierno bonaerense, como describen reportes del MIT Technology Review (a nivel internacional) y del medio Rest of the World (a nivel local), es que se genera una economía informal alrededor del escaneo de iris: gente que se anota sólo por el dinero, que trae amigos y familiares (incluyendo menores de edad, algo que la compañía no autoriza) para recibir una comisión por referidos, y que no tiene en claro qué está entregando a cambio de ese dinero. Worldcoin asegura que sólo usa el iris de los ojos para probar que alguien es humano y entregar el certificado, pero que no hay relación de esa certificación con datos concretos (es decir, no son personalizados), y que usar el iris -y no la huella digital, por ejemplo- porque es la única característica física que ante el uso masivo no encuentra falsos positivos (dos huellas que se parecen lo suficiente como para que el sistema no pueda determinar si se trata o no de alguien ya registrado).
Se entiende, así, la llegada de Blania a nuestro país, que en enero de este año llegó a los 500.000 usuarios registrados, lo que la propia Worldcoin consideró un éxito: “el interés creciente en World ID en la Argentina llevó a un nuevo récord nacional, con casi 16.000 verificaciones con el Orbe en un mismo día a finales de diciembre. Más del 1 por ciento de la población argentina ya verificó su World ID, hitos similares a los de Chile (1,5%), España (0,8%) y Portugal (2,5%).”
Desde sus casi 2 metros de alto, Alex Blania, que habla un inglés con un leve acento que delata su origen alemán, pero que ha sido pulido a fuerza de hablar en inglés -primero en sus estudios de física teórica por toda Europa, y luego estar al frente de Tools for Humanity desde 2019- cuenta su visión sobre la herramienta que está desarrollando, la polémica que la involucra, y la apuesta a futuro de la que es parte.
-Esta es una época muy especial para la Argentina. Creo que nuestra popularidad tiene que ver con que fue el primer país de América Latina donde comenzamos a operar y hablar con los usuarios. En Europa fue en Alemania. En Asia comenzamos en Corea del Sur. Y la Argentina tiene una penetración de cripto que está entre las más altas del mundo, está en el top cinco. Y tiene una democracia estable, y una economía fuerte, más allá de los desafíos actuales, que creo que es lo que está acelerando la adopción de criptomonedas a un ritmo mayor que en el resto del mundo.
-Pero ¿cuánta de la gente que se registró lo hizo porque cree en el concepto de la prueba de humanidad, y cuánta porque le contaron que les daban criptomonedas a cambio de escanear sus ojos? ¿Cuántos son usuarios reales?
-No lo sé. Es una mezcla. Hay muchísimos estudiantes que se suman. Obviamente el dinero es una motivación. Pero lo que estamos tratando de hacer es algo que le brinde poder a la gente, y que le sirva a todo el mundo, sin importar dónde vive. Y eso es más allá de si entendés exactamente cómo funciona. Casi nadie sabe cómo funciona un iPhone, y sin embargo lo usa. Esa no es mi definición de éxito, no quiero que los usuarios puedan explicarme cómo funciona la demostración de humanidad, o cómo la IA va a impactar la humanidad.
-Pero en el caso de un iPhone, o de un auto, puedo no saber cómo funciona, pero tengo claro para qué sirve...
-Eso es así para el iPhone hoy, pero no cuando nació. Es lo mismo que con PayPal. Yo era muy chico entonces, pero en esa época vos mandabas un mail con 20 dólares de crédito a tus amigos, y nadie tenía muy en claro para qué. Y de repente explotó y comenzaron a enviar y recibir decenas de millones de dólares, e invirtieron una buena parte eso en referidos, en sumar más gente a la red. No creo que cuando nació la gente que lo usó por primera vez haya dicho “esto cambia todo”. Pero sí era la primera vez que le podías mandar dinero por internet a tus amigos. Lo mismo se puede decir de las redes sociales en general; al principio yo no entendía para qué servía Instagram, por ejemplo, con los filtros y demás. Worldcoin es una red: se hace más útil cuanta más gente la usa. Espero que si hablamos en un par de años le veas la utilidad, pero no me sorprende que hoy haya gente que no le vea el sentido.
-Pero otras tecnologías emergentes no tuvieron de inmediato problemas con los gobiernos de todo el mundo...
-Disiento: Uber sufrió una reacción similar cuando comenzó a hacerse popular. Sí creo que cuando comenzamos a operar públicamente en julio del año pasado el equipo era muy chico; todavía lo somos, unas 20 personas. Y no estábamos preparados para la demanda que recibimos, se caían los servidores todo el tiempo. Deberíamos haber ido más lento, ir a los gobiernos de cada país y explicarles qué queremos hacer, por qué lo hacemos, explicar cómo la IA está cambiando internet y el mundo. Este año hay elecciones en muchos países y habrá muchos cambios, y necesitamos saber cómo los sistemas de inteligencia artificial está afectando las redes sociales, algo que es muy, muy real, y cómo debemos protegernos de eso, y hacerlo a nivel mundial. Cuando pensamos en cómo construir Worldcoin, siempre pensamos en estar en todos los continentes, y en comenzar por los mercados más representativos de cada uno.
-¿Y la reacción fue similar?
-Para nada. Es interesante, en Japón la recepción fue super diferente, no había problemas con el escaneo de iris. En Singapur, en la frontera, usan escáneres de iris superavanzados. India los está usando para todos sus ciudadanos, 1200 millones de personas. El Visión Pro de Apple escanea tus iris cada vez que lo usás. Se va a convertir en algo normal. Cambia mucho de país en país. Pero si querés construir una herramienta que vaya a ser global tenés que ofrecer algo de valor para todos. Algo en lo que estoy de acuerdo es en que el tema de hacer fila para escanear tus ojos y tener el World ID no va. Así que si tuviéramos más Orbes (el dispositivo que hace el escaneo de iris y genera la “prueba de humanidad”) sería mucho más fácil. De hecho estamos aumentando la producción de los equipos, que se fabrican en Alemania. De los diez millones de usuarios que tenemos de la red, algo más de 5 millones están verificados con un Orbe. Y respondiendo a tu pregunta anterior, de esos un porcentaje muy alto ya usa la red a diario para enviar y recibir dinero dentro de la red. Todavía nos faltan herramientas para que se pueda usar como una billetera de pago de bienes y servicios, pero ya hay desarrolladores haciendo cosas para Worldcoin. Falta un montón, es un proyecto bastante loco y ambicioso, eso lo tengo claro. Pero creo que algo como esto tiene que existir, y con el correr del tiempo va a quedar cada vez más claro. Y por eso lo estamos haciendo todo de código abierto: tiene que ser algo en lo que los demás puedan confiar, que lo puedan mejorar, que puedan armar servicios basados en esta tecnología. Estamos llegando a ese punto de inflexión en el que la gente está empezando a naturalizar el uso de Worldcoin para sus transacciones diarias (de las que la compañía obtiene una comisión) porque todos sus amigos están ahí.
-La idea de Worldcoin está en que alguien pueda saber si su interlocutor es un humano o una IA, para decidir cómo se comporta; para eso ustede están usando el Orbe, que genera ese pasaporte de humanidad y que supuestamente no guarda mis datos, pero ¿por qué habría de creerles?
-No deberías creernos. Todo se trata justamente de eso. No deberías creerle a nadie, ni a una compañía. Por eso toda la plataforma es de código abierto, y por eso publicamos todos los pasos próximos que vamos a seguir, de tal manera que tu confianza esté en la plataforma, no en una compañía. Igual todavía tiene que evolucionar: si un gobierno tratara de crear certificados de humanidad falsos podría hacerlo hoy, aunque les resultaría carísimo; así que todavía falta que la parte de hardware siga mejorando. Pero no creo que tengas que confiar en nosotros; sí en nuestra plataforma.
-OK, entonces la red sigue evolucionando, crece, suma usuarios... ¿y entonces qué?
-Más allá de lo financiero, creo que servirá para protegernos en internet de la IA: a futuro todo tendrá un componente o algo generado por una inteligencia artificial. Pero necesitamos ser capaces de diferenciar cuándo algo lo creó una persona, cuándo una IA. Yo uso mucho Twitter, y si mirás las respuestas a un tuit está lleno de todo tipo de usuarios; todavía podemos diferenciar cuáles son humanos y cuáles son bots, pero eso va cambiar, porque la IA es cada vez más sofisticada, sobre todo para influir en la opinión que las personas tienen sobre muchos temas. Eso es clave. Y vas a usar esa prueba de humanidad para saber, al hablar con alguien, cuánto querés revelar sobre vos mismo; se usará en redes sociales, pero también en otro tipo de servicios digitales.
-Se trata, de nuevo, del tema de la confianza...
-Hoy podés tener la seguridad de casi todo lo que ves online fue creado por una persona, y sigue siendo fácil detectar lo que no: en texto, imágenes, video. Pero creo que eso se va a dar vuelta completamente: a futuro vas a tener que demostrar que algo es real. Hoy el 99 por ciento del contenido online es hecho por humanos, pero eso va a cambiar rotundamente. Y no falta mucho. Y ese contenido puede influir en lo que la gente piensa, y en lo que les preocupa, y hay que pensar en qué podría hacer en las manos incorrectas.
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