Escaneé mi iris y ahora soy parte de Worldcoin
Worldcoin busca ofrece una herramienta para verificar la autenticidad de los humanos; a cambio, le ofrece a los voluntarios un pago en criptomonedas. El proyecto surgió de la mano de Sam Altman, CEO de OpenAI (empresa creadora de ChatGPT), y desde su debut en julio generó tanto adhesiones como rechazos
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Escaneé mi iris y ahora estoy verificada digitalmente dentro de Worldcoin. Recibí a cambio 25 criptomonedas que tienen una cotización superior al dólar. Quiero aclarar que la decisión de escanear mi iris no estuvo motivada por recibir ese pago. En realidad fueron mis ganas de creer y apostar a un concepto que me resulta atractivo.
Hace tiempo que vengo leyendo sobre Worldcoin, un proyecto cargado de polémica que nació de la mano de Sam Altman, CEO de OpenAI (creador del ChatGPT). Me atrajo desde un primer momento esta idea de utilizar la tecnología para generar un sistema económico “más humano”.
El propósito del Worldcoin
Con este sistema se busca, en primera instancia, tener una herramienta para verificar la autenticidad de los humanos. Con el avance de la inteligencia artificial, se hace más fácil crear avatares digitales que pueden hacerse pasar por humanos. En este contexto, tener un sistema que permita verificar la autenticidad de las personas resulta clave para evitar fraudes.
“Si bien trabajamos para darle a más personas la capacidad de usar apps o servicios digitales de un modo que preserve la privacidad con la World ID de Worldcoin, Worldcoin no quiere saber quién sos. En vez de eso, World ID verifica la humanidad de los usuarios de forma que se distinga la actividad humana de aquella empujada por la computación en internet,” me explicó Martín Mazza, gerente regional de Latinoamérica de Tools for Humanity.
Por otra parte, los creadores de Worldcoin sostienen que su proyecto tiene como objetivo generar un sistema financiero más justo e inclusivo. Al proporcionar a cada persona un identificador único, Worldcoin podría facilitar el acceso a beneficios distribuidos de manera equitativa. El ingreso básico universal es uno de los potenciales casos de uso que podría tener a futuro esta moneda.
Se van a emitir 10.000 millones de tokens: el 75 por ciento va a quedar en manos de los usuarios y el resto se va a destinar para mantener la fundación, financiar nuevos proyectos y también habrá un porcentaje para los contribuyentes iniciales, tal como se menciona en el sitio oficial.
Cada persona que se verifica en el sistema recibe a cambio criptomonedas llamadas Worldcoins, que hoy tienen una cotización superior a un dólar. Si el valor continúa subiendo en el mercado, quienes hayan apostado hoy a esta moneda habrán ganado dinero y si no, al menos no habrán perdido ningún valor monetario porque hoy no se necesita adquirir monedas para ingresar al sistema. Una vez dentro, se puede transaccionar para adquirir más o bien para transferirlas y convertirlas a otras cripto o realizar compras.
Cómo fue mi experiencia
El primer paso para ser parte de esta comunidad global es descargar la aplicación de Worldcoin, que está disponible para iOS como Android. Una vez que se crea la cuenta, el segundo paso es acceder a un Orb, que es un dispositivo que escanea el iris de las personas para crear un identificador único, que se almacena en un servidor donde se lo encripta. En la app oficial se puede ver las locaciones en las cuales se encuentran estos equipos.
Yo me escaneé el iris utilizando un Orb que me acercaron representantes con quienes hablé para conocer más en detalle este sistema. Para verificarse, hay que colocar un código QR que figura en la app frente al Orb, y luego mirar fijamente en el centro para que se procese la imagen. Esto demora algunos segundos. Es importante que haya buena iluminación y no se usen anteojos ni lentes de contacto para que el sistema logre hacer esta identificación. El sistema no guarda una foto de los ojos, según la empresa, sino que los usa para generar una clave única.
Cuando se lanzó el proyecto, en julio de 2023, los primeros usuarios en sumarse recibieron 25 tokens por registrarse. Y en la actualidad, además, quienes ya están registrados perciben tres tokens cada dos semanas. La forma de utilizar ese dinero digital en Argentina y otras partes de Latinoamérica es mediante la transferencia de esos fondos a otra billetera o exchange que sea compatible con la red de Optimism, que es la red de blockchain que utiliza Worldcoin.
“Es muy importante que los usuarios hagan el respaldo de seguridad porque en caso de que pierdan sus teléfonos o cambien el equipo, van a necesitar esto para recuperar el acceso a su cuenta”, remarcó Mazza. Ese respaldo se hace, en el caso de Android, con Drive y en el caso de Apple, con iCloud.
Seguridad: ¿qué pasa con los datos?
Las imágenes recopiladas por Orb se procesan localmente y, por default, no se guarda salvo que el usuario opte por la custodia de los datos. Con esa imagen, se genera un código numérico único, llamado código de iris. Los códigos de iris usados para verificar World ID se guardan en servidores donde se encriptan. Por privacidad, las acciones tomadas con World ID no están conectadas al código de iris de ninguna persona”, aseguró Mazza cuando le consulté por este tema.
Martina López, investigadora de seguridad informática de ESET Latinoamérica, me explicó lo siguiente: “La función para convertir esos datos en la imagen del iris es irreversible, según dicen, pero igual podría haber un riesgo si un cibercriminal hiciera alguna intrusión o acceso indebido y lograra comunicarse con la base donde están esos códigos. El riesgo, en síntesis, es cómo interactúa la aplicación con esos códigos almacenados”.
López remarcó que este riesgo también existe en cualquier sistema de autenticación biométrico o de contraseña hasheada. Y añadió: “Lo positivo en el caso de Worldcoin es que como no se vincula el código de iris con una foto, DNI, domicilio ni nada, sería más difícil vincular ese código de iris o representación de imagen del iris con un ser humano. A su vez, con el sistema de verificación de iris no se inicia sesión ni se desbloquea una cuenta, sino que simplemente se verifica que la cuenta es de una persona de carne y hueso, y no tiene otras cuentas en el sistema”.
Las dudas sobre Worldcoin
“Las preguntas que hay en torno a esto es cómo se tratan los datos, porque por más que no sea imagen del iris lo que se sube, y no tenga nuestros nombres asociados, ese código es un dato sensible también y podría eventualmente representar un daño”, resume López. Tal como dijo Vitalik Buterin, el creador de Ethereum, al analizar Worldcoin, uno de los problemas principales está en la posibilidad de un robo de información sensible, que es algo que han sufrido grandes compañías y gobiernos.
En la Argentina, la Agencia de Acceso a la Información Pública (AAIP), está llevando adelante una investigación sobre el tratamiento de datos personales que realiza la Fundación Worldcoin en el país. El objetivo es analizar los procesos y prácticas en relación con la recopilación, almacenamiento y uso de datos personales, para identificar si se están afectando derechos reconocidos por la Ley 25.326. Consultada por este tema, la Agencia dijo a LA NACION que tras una respuesta de la empresa se envió una nueva solicitud de información, en el marco de la investigación y que una vez que concluyan con este proceso, darán a conocer su resolución.
La compañía asegura que cumple con todas las leyes y regulaciones que rigen la recopilación y transferencia de datos biométricos, incluidas las establecidas por el Reglamento General de Protección de Datos de Europa (GDPR). Cabe señalar que la Oficina Estatal de Supervisión de la Protección de Datos de Baviera comenzó a investigar Worldcoin en noviembre de 2022 y todavía esta investigación está en curso.
Mientas tanto, en otros países, WorldCoin encuentra fuertes trabas para entrar. Tal es el caso de Kenia, en donde el gobierno está evaluando los riesgos a la seguridad pública que puede implicar este proyecto y esta nueva tecnología. También en Francia están investigando qué hace la compañía con los datos.
Cómo es un Orb por dentro
En el marco de esta entrevista tuve la posibilidad de tener un Orb desarmado en mis manos y ver cómo es por dentro. El Orb está conformado por dos hemisferios separados por una placa base que tiene una unidad donde se realiza el procesamiento de datos a nivel local.
Está equipado con Wi-Fi 6 y LTE opcional, así como un módulo GPS para localizarlo. Integra además parlantes, batería y un sistema de cámaras de alta resolución para capturar el iris. Este sistema está conformado por dos cámaras: una lente gran angular y un teleobjetivo con un campo de visión ajustable de ~5° mediante un cardán 2D.
Integra una pequeña computadora en su interior: la Nvidia Jetson Xavier NX. También cuenta con un SSD de 250 GB. El SSD se puede utilizar para almacenar imágenes en búfer para la custodia voluntaria de datos y la recopilación de datos de imágenes.
“Las imágenes se cifran irreversiblemente con una clave pública del servidor, de modo que, en el improbable caso de que un Orb se vea comprometido, ningún dato quede expuesto. La aportación de datos es opcional y la supresión de datos se puede solicitar en cualquier momento a través de la aplicación”, aseguran en el sitio oficial.
Un proyecto que da que pensar
Este proyecto es muy reciente y como tal genera interrogantes. Es válido dudar y hacerse preguntas. Es lógico que se investigue si se realizan prácticas adecuadas y se cumplen con normas para proteger la privacidad de los datos personales de quienes quisieron participar.
Creo que es una apuesta novedosa que busca resolver un tema que es clave, como es la necesidad de verificar la autenticidad humana, en un contexto donde la IA avanza a pasos agigantados. Y promueve un sistema descentralizado basado en un token digital que, si el mercado acompaña, podría valorizarse. A diferencia de los sistemas tradicionales que existen, como el de las redes sociales, en los cuales los datos son monetizados por unas pocas compañías, en este caso se busca distribuir el poder de los datos de forma equitativa, para que el beneficio llegue de manera colectiva. ¿Funcionará, quedará en una utopía o se transformará en un problema? El tiempo lo dirá; por lo pronto, la clave, para quienes decidan participar, es entender qué es lo que están aportando y qué lo que están recibiendo a cambio.