Entendé tu conexión con internet y dejá de pelear con toda tu familia
En tiempos de pandemia, los servicios hogareños casi nunca dan abasto, pero hay varias maneras de capear el temporal
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Entre las muchas consecuencias de la pandemia –la mayoría infinitamente más graves– está que pasamos de contar con un ancho de banda virtualmente infinito, en la empresa donde trabajábamos, a tener que hacer todo con la conexión hogareña. Un dolor de espalda, especialmente a la hora pico. Pero a no desesperar. Con algo de información y un poco de sentido común podés arreglarte incluso con anchos de banda tan bajos como 6 o 9 megabits por segundo. Vamos a dejar muchas cuestiones de lado, para no hacer este texto interminable o demasiado hermético, pero aparecerán en futuras notas. ¿Estás pensado en wifi? Sí, exacto, es uno de esas cuestiones.
Primer dato: Megabits por segundo se abrevia Mbps (millones de bits por segundo) y, coloquialmente, es lo que llamamos megas, y es también lo que se conoce como velocidad.
Seis a nueve megas pueden parecer poco, y lo son. Pero en 1995, cuando las conexiones con internet para particulares llegaron a la Argentina, uno debía arreglarse con mucho menos que eso. Es cierto que también internet era diferente, pero con las conexiones telefónicas teníamos que hacer todo con (máximo) 56 Kbps (56.000 bits por segundo). Eso es 160 veces menos que 9 megas. Para ponerlo en números más terrenales, si tu coche en 1998 iba a 150 Km/h, hoy debería rodar a 24.000 Km/h. Un poco menos que la velocidad del transbordador en órbita.
¿Entonces por qué no anda nada? Primero, porque hace un cuarto de siglo no teníamos streaming en 4K, Spotify y videoconferencia, entre otras delicias. Segundo, y más importante, porque cuando llegó la banda ancha perdimos la costumbre de administrar la escasez. Antes de la pandemia, cuando pasábamos gran parte del día fuera de casa y solo usábamos internet un rato a la noche, casi nunca se presentaban problemas. Pero cuando llegó el confinamiento e intentamos mantener dos videoconferencias simultáneas mientras uno de nuestros hijos trataba de jugar online y el otro miraba su serie favorita en Netflix, un celular bajaba la nueva versión de Android y Windows descargaba las actualizaciones del mes (en dos notebooks a la vez), las cosas se pusieron ásperas. ¿Por qué? Por algo que todos más o menos sabemos, pero que nos cuesta aceptar: el ancho de banda se comparte entre todos los dispositivos conectados.
Nunca alcanza
La otra verdad que nos cuesta aceptar (porque además el ancho de banda es caro en la Argentina) es que no importa si contrataste la mayor velocidad disponible y estás pagando una fortuna, de todos modos, llegado el caso, tampoco va a alcanzar. Casi no hay plan hogareño que dé abasto con la demanda que la pandemia le impuso a nuestras conexiones a la hora pico. Y no solo por la velocidad, sino porque al ser hogareñas no disponen de ciertos mecanismos, como el de privilegiar un tipo de tráficos de datos para que ese servicio siempre ande bien.
Además, como me explicaba estos días Roberto Dhios, administrador de sistemas en el Departamento de Física de la UBA, esos megas que contratás indican el ancho de banda en la última milla. O sea, entre el proveedor y tu casa, no entre tu casa y un servidor en cualquier parte del mundo. A esto se suma el que, en rigor, tu conexión hogareña con internet no tiene una sola velocidad. Tiene dos. Ya llegaremos a eso, pero el caso es que, sin entrar en detalles técnicos, cada hogar es un mundo, y eso también cuenta para la conexión con internet y la forma en que la usamos.
Los sospechosos de siempre
Primera cuestión: vos contratás un cierto ancho de banda (velocidad o megas, como más te guste llamarlo). Por ejemplo, 25 Mbps. Eso no significa que el proveedor vaya a ofrecerte todo el tiempo 25 Mbps. Normalmente, sí. Pero, al revés de lo que ocurre con la baja tensión, que te puede quemar la heladera, una reducción transitoria en el ancho de banda no rompe nada. Bueno, sí, rompe. Pero no daña equipos, si entienden lo que quiero decir.
Por lo tanto, hay que estar atento a que el proveedor (o ISP, por sus siglas en inglés) esté andando bien. En general es así, pero si las cosas venían funcionando más o menos bien, no hubo ningún cambio notable y de pronto todo se cae, el primer sospechoso que hay que descartar es el ISP. Para eso basta escribir fast.com en el navegador y ver qué número te da (hay app para el celular, también). Si no se corresponde con el ancho de banda que contrastaste, entonces es momento de reclamar. O esperar unos minutos. Una conexión puede ponerse inestable durante un rato y volver a sus cables antes de que te atiendan en el soporte técnico.
Pero esperá, no llames todavía. Antes, veamos un par de asuntos más.
¿Quién está usando mi red?
Fast.com, que le pertenece a Netflix, va a decirte el ancho de banda tenés en el dispositivo en el que corrés el test. Para tener la absoluta certeza de que el ISP está andando bien hay que asegurarse de que el equipo donde corrés este test cumpla con dos condiciones:
- Es el único conectado a internet en ese momento
- No hay nada en esa máquina que, sin que vos lo sepas, esté acaparando el ancho de banda
La primera condición puede (y suele) causar alguna incomodidad en los demás miembros de tu familia, pero es indispensable: hay que desconectarse unos minutos.
La segunda parece más críptica, pero es bastante sencilla. Para saber si algún programa está acaparando el ancho de banda en la computadora donde vas a probar Fast.com tenés que abrir el Administrador de tareas (Mayúsculas+Ctrl+Esc) y darle clic a la pestaña Rendimiento. Si el indicador de la conexión con internet está en cero, entonces podés proceder. Si dice que la máquina está usando 10 megabits por segundo, entonces hay que averiguar qué y por qué está usando ese ancho de banda.
Para eso, hacé clic en la pestaña Procesos y luego en la columna Red. Ahí va aparecer en primer lugar el programa (proceso, en la jerga) que está bajando algo de internet. Casi siempre es la actualización de algún programa o de Windows o la sincronización de algún backup en la nube. Si es así, tenés dos opciones. O esperás a que termine de descargar o sincronizar (es lo más aconsejable) o detenés ese proceso (mala idea, en general). En todo caso, sabés ahora que hay algo en tu máquina que se está comiendo el ancho de banda y podés evitarte el trámite de llamar al ISP.
Conviene, ya que estamos, y si tiene un historial de inestabilidad, reiniciar el router wifi. Aunque, en los hechos, es más probable que falle el ISP que un router de buena calidad.
Administrando la escasez
Otra manera de medir la velocidad es por medio de Speedtest, que permite elegir entre diferentes servidores (no solo la última milla), lo que puede darte una foto un poco más realista de la situación; también tiene app para el celular.
Si el problema no es del ISP (o sea, el test de velocidad dio más o menos bien), ¿qué se puede hacer? Simple; administrar la escasez. Aunque los ISP hicieron una serie de cambios al principio de la pandemia para adaptarse al aumento en el consumo de datos hogareño, la conexión en tu casa difícilmente soporte una demanda irreflexiva. ¿Por qué? Simple aritmética.
En este sitio hay una calculadora que puede darte una idea de cuánto ancho de banda necesitarías para que todos en casa puedan hacer lo que se les de la gana sin límite y simultáneamente. Un número realista para una familia tipo está en el orden de los 150 megas. Vos tenés 25, y todavía queda por ver de qué calidad es esa conexión.
Pero supongamos que es un buen servicio; incluso en ese caso, la diferencia entre el ancho de banda que tenemos y lo que queremos hacer es a veces tan grande que lo único que funciona es limitar el uso de la conexión solo a lo indispensable. Me encantaría decirte que hay opciones, pero no las hay. El ancho de banda no es elástico. Y encima hay algo de lo que casi nunca se habló, hasta que tuvimos que hacer todo desde casa. No hay una velocidad de internet. Hay dos.
Se te entrecorta
El ancho de banda que contrastaste (esos 25 mega) son los que tenés para descargar datos: ver series, escuchar música, bajar actualizaciones. ¿Pero qué pasa si tenés que enviar datos? Por ejemplo, cuando hacés Zoom tenés que enviar tu video y tu voz, además de recibir el video y el audio de los que están en la reunión.
¿Y el ancho de banda para eso no es igual al otro? No, las conexiones hogareñas en la Argentina en general no son simétricas. Pagás por 25 megas para descargar cosas (eso se conoce como velocidad de bajada). Pero para subir datos la conexión es entre un 10 y un 30 por ciento de ese valor (depende del ISP). Otras actividades que consumen mucho el ancho de banda de subida es hacer backup en la nube (Dropbox, ponele) y jugar online.
Por eso, la videoconferencia y los jueguitos son las que más se resienten cuando en casa está todo el mundo conectado. Porque necesitan mucho ancho de banda en ambos sentidos. Según Zoom, para una videoconferencia grupal con video estándar (o sea, sin lujos) hacen falta 2,6 mega de subida y 1,8 de bajada. (Dato interesante: el sitio en español de Zoom informa requisitos muy diferentes). Obviamente, todas las plataformas intentan adaptarse al ancho de banda disponible. Pero, por ejemplo, un plan típico de 50 Mbps, que suena a mucho, ofrece solo 6 Mbps de subida. Así que con un par de videoconferencias simultáneas consumimos ese ancho de banda. Ahí es donde las plataformas se adaptan y bajan el consumo de datos automáticamente (mandan tu video en baja calidad, por ejemplo). Pero todo tiene un límite, y si además hay varios otros dispositivos subiendo datos, la calidad de la conexión se degrada tanto que al final se vuelve inviable, se entrecorta la voz, se congela el video o terminás desconectado. Ya sabés cómo es.
Una receta simple (y un poco odiosa)
Hay una docena más de factores por considerar, como que los colosos de internet tienen servidores en los proveedores, y esa es una de las razones por las que YouTube o Netflix andan casi siempre bien; o que los routers de mala calidad constituyen un verdadero cuello de botella. Pero, dejando de lado esos y otros factores, para que tu conexión hogareña dé abasto hay que seguir estos pasos, siempre que sea posible.
- La videoconferencia (Zoom, Teams, Meet, Skype) debe tener prioridad. Para muchos es la nueva forma de trabajar y tomar clases y requiere mucho ancho de banda. Durante estas videollamadas, todos los otros dispositivos deberían desconectarse de wifi. ¿Para tanto? Sí, porque, como se vio, un equipo puede usar la conexión sin avisar. Además, un router de mala calidad puede no dar abasto para gestionar muchas conexiones simultáneas.
- Los videojuegos deberían dejarse para después de la jornada laboral. Durante la pandemia, el gaming fue lo que más ancho de banda consumió en el nivel global. Es antipático, pero peor es no poder cumplir con nuestras responsabilidades cotidianas.
- Las redes sociales consumen poco ancho de banda. Pero si te la pasás viendo videos en Facebook y Reels en Instagram, cuidado, porque eso consume como cualquier otro streaming (que es lo siguiente que más datos usa, después de los videojuegos).
- No sos vos, soy yo: si se entrecorta tu audio y se congela tu imagen, cuidado, porque por ahí no es tu conexión, sino la del receptor. Lo mismo pasa con la velocidad de descarga; si el servidor de donde estás bajando un archivo es lento, por más que tengas 50 Mbps, va a bajar a la velocidad que ofrece ese servidor.
- Los teléfonos pueden servir como routers wifi para usar internet con 4G. Sumado esto a los servicios que permiten guardar gigas para el mes siguiente (es el caso de Movistar, aquí), pueden funcionar como un salvavidas cuando la conexión estándar está saturada.
- El streaming no consume ancho de banda de forma constante. Si lo estudiás un rato, vas a notar que usa mucho al principio, cuando precarga por adelantado lo que vas a ver, y luego el consumo se reduce, hasta que tenga que volver a cargar. Cada uno, además, tiene un estilo diferente. Tidal, por ejemplo, tiene picos de uso cada 8 o 10 segundos, regularmente. La descarga de archivos, en cambio, es constante; pero no va a ser igual a la hora pico que un domingo a las 8 de la mañana.
- Cuidado usuarios corporativos: la VPN que tenés que usar sí o sí para conectarte a los servidores de la compañía suele usar una parte del ancho de banda. ¿Cuánto? Depende de un número bastante grande de factores, pero puede ser desde casi nada hasta un tercio del ancho de banda disponible.
- Datito del estribo: el streaming en general consume menos ancho de banda si está en una ventana pequeña que si lo ponés a pantalla completa. Así que si estamos oyendo más bien que mirando (las noticias, típicamente), eso puede ponerse en una ventana chiquita y va a usar más o menos la mitad del ancho de banda.
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