En el mundo crece el trabajo calificado, pero sin trabajadores
Varias compañías están reemplazando la mano de obra calificada por robots para la fabricación de electrónica de consumo
DRACHTEN, Holanda.- En la fábrica Philips Electronics, ubicada en la costa de China, cientos de trabajadores utilizan sus manos y herramientas especializadas para ensamblar afeitadoras eléctricas. Eso está pasado de moda.
En una filial de la fábrica, en la campiña holandesa, 128 brazos robot hacen el mismo trabajo con la flexibilidad típica de quien practica yoga. Cámaras de video los guían para concretar hazañas que están mucho más allá de la capacidad que posee la mayoría de los seres humanos más hábiles.
El brazo de un robot forma constantemente tres curvas perfectas en dos cables conectores y los hace pasar a través de agujeros que son prácticamente demasiado pequeños para que los pueda ver el ojo humano. Los brazos trabajan tan rápidamente que deben ser colocados en jaulas de vidrio para que las personas que supervisan el trabajo no resulten heridas. Y hacen todo eso sin una pausa para tomar café (tres turnos por día, los 365 días del año).
En total, la fábrica aquí cuenta con varias docenas de trabajadores por turno, alrededor de una décima parte de la cantidad de empleados que tiene la planta de la ciudad china de Zhuhai.
Esto es el futuro. Una nueva ola de robots, mucho más hábiles que aquellos que ahora utilizan comúnmente los fabricantes de automóviles y otras industrias pesadas, está reemplazando a los trabajadores en todo el mundo, tanto en la fabricación como en la distribución. Las fábricas como la que hay aquí en Holanda son un llamativo contrapunto de las que utilizan Apple y otros gigantes de la electrónica para el consumidor, que emplean cientos de miles de trabajadores poco calificados.
"Con estas máquinas, podemos hacer cualquier dispositivo para el consumidor en el mundo", dijo Binne Visser, un ingeniero electrónico que dirige la cadena de montaje de Philips, en Drachten.
Muchos ejecutivos de la industria y expertos en tecnología afirman que el método de Philips está ganando terreno en Apple. Aunque Foxconn, el fabricante de los iPhone de Apple, continúa construyendo nuevas plantas y contratando a miles de trabajadores adicionales con el fin de fabricar teléfonos inteligentes (smartphones, en idioma inglés), planea instalar más de un millón de robots en los próximos años para complementar su mano de obra en China.
Foxconn no ha dado a conocer cuántos trabajadores serán reemplazados o cuándo tomará dicha medida. Pero su jefe, Terry Gou, ha apoyado públicamente el creciente uso de robots. Hablando de sus más de un millón de empleados en todo el mundo, dijo en enero, según la agencia oficial de noticias Xinhua: "Como los seres humanos también son animales, manejar un millón de animales me da dolor de cabeza".
La reducción en los costos y la creciente sofisticación de los robots han desencadenado un renovado debate entre los economistas y los expertos en tecnología sobre la velocidad con la cual estas personas se quedarán sin trabajo. Este año, Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee, economistas del Instituto de Tecnología de Massachusetts, presentaron un argumento para una rápida transformación. "El ritmo y la escala de esta invasión de las destrezas humanas es relativamente reciente y posee profundas implicancias económicas", escribieron en su libro: " Carrera contras las máquinas " ("Race Against the Machine", en idioma inglés).
Según dichos economistas, el advenimiento de la automatización de bajo costo predice cambios en la escala de la revolución en la tecnología agrícola en el último siglo, cuando el empleo en el área de la agricultura en Estados Unidos cayó del 40 por ciento de la mano de obra a aproximadamente el 2 por ciento que se registra en la actualidad. La analogía no es solamente la industrialización de la agricultura sino también la electrificación de la fabricación en el último siglo, expresa McAfee.
"¿En qué punto la motosierra reemplaza a Paul Bunyan?", preguntó Mike Dennison, un ejecutivo de Flextronics, un fabricante de productos de electrónica para el consumidor, con base en Silicon Valley y que cada vez automatiza más el trabajo de ensamblaje. "Siempre hay un nivel de precios y nosotros estamos muy cerca de él".
Pero Bran Ferren, un veterano experto en robots y diseñador de productos industriales de Applied Minds, en Glendale, California, afirma que todavía hay grandes obstáculos que han hecho que el sueño del robot para ensamblado universal sea difícil de alcanzar. "Al principio, tuve cierta ingenuidad sobre robots universales que podían simplemente hacer cualquier cosa", comentó. "Tienes que tener gente alrededor de todos modos. Y la gente es bastante buena para resolver algunas cosas: ¿Cómo ajusto un radiador o introduzco la manguera? Y para los robots estas cosas todavía son difíciles de hacer".
Más allá de los desafíos técnicos yace la resistencia de los trabajadores unidos en sindicatos y de las comunidades preocupadas por sus puestos de trabajo. El incremento de robots puede significar que en este país se creen menos puestos de trabajo, a pesar de que los crecientes costos laborales y de transporte en Asia y los temores por el robo de la propiedad intelectual ahora están llevando algo de trabajo otra vez hacia Occidente.
Tomemos como ejemplo a la cavernosa fábrica de paneles solares dirigida por Flextronics, en Milpitas, al sur de San Francisco. Un enorme cartel proclama orgullosamente: "¡Traemos nuevamente trabajo e industria a California!" (En este momento, China fabrica una gran porción de los paneles solares que se usan en este país y está automatizando su propia industria).
Sin embargo, en esta planta de vanguardia, donde la cadena de montaje funciona las 24 horas del día, los siete días de la semana, hay robots por todos lados y pocos trabajadores de carne y hueso. Todo el trabajo de levantar elementos pesados y casi todas las tareas de precisión se hacen por medio de robots que ensamblan paneles solares y los sellan utilizando vidrio. Los trabajadores humanos hacen cosas como recortar el exceso de material, enroscar cables y atornillar un puñado de remaches en un marco simple para cada panel.
Tales avances en la fabricación también están comenzando a transformar otros sectores que emplean a millones de trabajadores en todo el mundo. Uno de ellos es la distribución, donde los robots que funcionan con la ligereza de los velocistas más rápidos del mundo pueden almacenar, recoger y empacar mercaderías para su despacho con mucha más eficiencia que las personas. Los robots pronto podrían reemplazar a los trabajadores de carne y hueso en compañías como C & S Wholesale Grocers, el distribuidor de comestibles más grande de la nación, que ya ha desplegado tecnología con robots.
Los veloces adelantos en tecnologías relacionadas con la visión y con el tacto están permitiendo que una amplia variedad de trabajos manuales puedan ser llevados a cabo ahora por robots. Por ejemplo, los aviones comerciales de fuselaje ancho, de Boeing, ahora son remachados automáticamente por máquinas gigantes que se mueven con gran velocidad y precisión por la "piel" de los aviones. Según la compañía, incluso con estas máquinas, lucha para encontrar la cantidad suficiente de trabajadores que puedan construir su nuevo avión 787. Pero las máquinas ofrecen una precisión significativamente más alta y son más seguras para los trabajadores.
Y en Earthbound Farms, en California, cuatro brazos robot recientemente instalados, con tazas de succión hechas a medida, colocan velozmente recipientes para lechuga orgánica en envases de envío. Los robots se mueven mucho más rápido que las personas a las que reemplazaron. Cada robot reemplaza de dos a cinco trabajadores en Earthbound, según John Dulchinos, un ingeniero que es jefe ejecutivo de Adept Technology, un fabricante de robots en Pleasanton, California, que desarrolló el sistema de Earthbound.
En Estados Unidos, los fabricantes de robots dicen que en muchas aplicaciones automatizadas ya son más rentables que los seres humanos.
En una exhibición de comercio vinculado con la automatización que tuvo lugar el año último en Chicago, Ron Potter, el director de tecnología robot de una firma consultora de Atlanta, llamada Factory Automation Systems (Sistemas de Automatización de Fábricas, en idioma español), ofreció a los visitantes una hoja de cálculo para estimar cuán rápidamente los robots se amortizarían.
En un ejemplo, un sistema de fabricación por medio de robots inicialmente costaba 250.000 dólares y reemplazaba a dos operadores de máquinas (cada uno ganaba 50.000 dólares por año). A lo largo de los 15 años de vida del sistema, las máquinas proporcionaron un rendimiento de 3,5 millones de dólares en ahorro de mano de obra y en productividad.
El gobierno de Obama dice que este cambio tecnológico presenta una oportunidad histórica para que la nación continúe siendo competitiva. "La única manera en que vamos a mantener la fabricación en Estados Unidos es si tenemos una productividad más elevada", expresó Tom Kalil, director adjunto de la Oficina de Políticas Científicas y Tecnológicas de la Casa Blanca.
Los funcionarios del gobierno y los ejecutivos de la industria argumentan que aun cuando las fábricas sean automatizadas, continúan siendo una valiosa fuente de trabajo. Si Estados Unidos no compite por contar con fábricas de avanzada en las industrias tales como la electrónica para el consumidor, podría perder también en el área de ingeniería y diseño del producto. Además, los ejecutivos que están a favor del uso de robots señalan que aunque los trabajos de los operarios se pierdan, una fabricación más eficiente creará trabajo calificado en los sectores de diseño, operación y mantenimiento de las cadenas de montaje, así como también dará lugar a cantidades significativas de otros tipos de trabajo en comunidades donde están ubicadas las industrias.
Y los fabricantes de robots destacan que su industria crea trabajo. Un informe encargado por la Federación Internacional de Robótica, el año último, expresa que ya se ha empleado a 150.000 personas en las fábricas automatizadas en todo el mundo para que desempeñen sus tareas en las áreas de ingeniería y de montaje.
Pero el dominio estadounidense y europeo en la próxima generación de industrias está lejos de ser algo seguro.
"Lo que veo es que los chinos también van a aplicar robots", dijo Frans van Houten, quien es el director ejecutivo de Philips. "La ventana de oportunidades para traer nuevamente a la industria es antes de que eso suceda".
Una cadena de montaje más rápida
Royal Philips Electronics comenzó a fabricar las primeras afeitadoras electrónicas en el año 1939 y estableció la fábrica aquí en Drachten en 1950. Pero Visser, el ingeniero que dirige el montaje, se jacta de la sofisticación de las más recientes afeitadoras. Se venden por 350 dólares y, expresa, son más complejas de hacer que los teléfonos inteligentes (smartphones, en idioma inglés).
La cadena de montaje que hay aquí está compuesta de docenas de jaulas de vidrio que albergan robots hechos por Adept Technology y que se desplazan por la fábrica a lo largo de más de 90 metros. Las cámaras de video colocadas encima de dichas jaulas guían a los brazos robot para que casi sin margen de error recojan las partes que ensamblan. Los brazos doblan cables con precisión milimétrica, colocan husillos tan delgados como un mondadientes en pequeños agujeros, agarran dispositivos de plástico en miniatura y los colocan en su sitio y además fijan piezas de plástico en su lugar.
La próxima generación de robots para la industria será más flexible y fácil de "entrenar".
Conozca la fábrica Tesla Motors, que recientemente comenzó a construir el Tesla S, un sedán de lujo, en Fremont, California, en las afueras de Silicon Valley.
Más de la mitad del edificio está cerrado y lo llaman "el lado oscuro". Todavía alberga una deslucida cadena de montaje de Toyota Corolla en desuso en la cual alguna vez trabajó un ejército de personas para producir medio millón de automóviles por año.
La cadena de montaje de Tesla es un marcado contraste; está brillantemente iluminada. Sus robots de color rojo brillante, de rápidos movimientos, tienen un único brazo con múltiples conexiones. La mayoría de ellos son imponentes, miden de 2,5 a 3 metros de alto, lo cual les da un leve aspecto intimidante, similar a "Terminator".
Pero los brazos parecen siniestramente humanos cuando llegan al estante y cambian su "mano" para llevar a cabo una tarea diferente. Mientras que los muchos robots en las fábricas de automóviles generalmente realizan una sola función, en Tesla un robot podría llevar a cabo hasta cuatro tareas: soldar, remachar, montar e instalar un componente.
Ocho robots "bailan ballet" alrededor de cada vehículo cuando éste se detiene en cada estación a lo largo de la cadena de montaje durante apenas cinco minutos. Finalmente, la fábrica producirá por día 83 automóviles (se planea producir alrededor de 20.000 durante el primer año). Cuando la compañía agregue un vehículo utilitario, el año próximo, será construido en la misma cadena de montaje, una vez que los robots sean reprogramados.
La fábrica Tesla es pequeña pero representa una significativa apuesta a los robots flexibles, y podría ser un modelo para la industria. Y hay otras compañías que ya están también pensando en algo más grande.
Hyundai y Beijing Motors recientemente finalizaron la construcción de una fábrica colosal en las afueras de Beijing, la cual puede producir un millón de vehículos por año utilizando más robots y menos personas que las grandes fábricas de sus competidores y con la misma flexibilidad que los robots de Tesla, expresó Paul Chau, un capitalista de riesgo estadounidense, en WI Harper, quien visitó la planta en junio.
El nuevo depósito
Los sistemas tradicionales y los futuristas, que trabajan codo a codo en un centro de distribución ubicado al norte de la ciudad de Nueva York, muestran cómo los robots están transformando la manera en que se distribuyen los productos, amenazando así los puestos de trabajo. Desde este depósito en Newburgh, C & S, el mayorista de comestibles más importante del país, abastece a una importante cadena de supermercados.
El antiguo sistema abarca casi 46.500 metros cuadrados. Las estanterías son cargadas y descargadas las 24 horas del día por cientos de personas que conducen pequeños tractores con pálets y elevadores de horquilla. En las horas pico de la noche, el depósito se convierte en una danza de vehículos eléctricos que revolotean y emiten sonidos, mientras los trabajadores con auriculares son dirigidos hacia el sitio donde se encuentran los envases con alimentos por una computadora que les habla en cuatro idiomas.
El nuevo sistema es mucho más pequeño, se puede ubicar en apenas 2.700 metros cuadrados en un extremo del depósito y se lo puede controlar con unos pocos técnicos. Dichos técnicos controlan una jaula de cuatro pisos con diferentes niveles que contiene 168 robots "todo terreno", los cuales tienen el tamaño de un cochecito para pasear bebés. Cada uno de ellos puede moverse a 40 kilómetros por hora, casi tan rápidamente como un velocista olímpico.
Cada vehículo "todo terreno" está conectado inalámbricamente a una computadora central y, según las órdenes que recibe, recorre un pasillo hasta que llega a su destino: un envase con alimentos que debe recoger o el sitio donde debe descargar un envase para almacenar. El robot puede agarrar una caja extendiendo dos dedos de metal de 60 centímetros de largo, ubicados en sus laterales, y deslizándolos por debajo de ella. Luego, la levanta y la coloca en su "barriga". Después, acelera hasta el frente de la jaula de acero, allí pasa a una amplia banda de tránsito, donde debe luchar con el tráfico (ocho robots trabajan en cada nivel de la estructura, que mide 20 pasillos de ancho y tiene 21 niveles de alto).
Desde el pasillo, los robots esperan su turno para ingresar a un carril abierto especial donde depositan cada carga en un ascensor que envía un flujo de envases de alimentos a una cinta transportadora que desemboca en un brazo robot de gran tamaño.
Con aproximadamente 3 metros de altura, el brazo posee la gracia y la destreza de un experimentado empacador de supermercado; hace girar cada envase para colocarlo de manera que la pila final forme un cubo de 2,5 metros. El software es lo suficientemente sofisticado como para determinar qué robot debería escoger primero un determinado envase de manera que, cuando el pedido llegue al supermercado, los trabajadores puedan sacar los envases en el orden preciso en el cual deben ser colocados en las estanterías.
Cuando el brazo termina su tarea, el cubo de mercaderías es transportado a una máquina que lo envuelve en plástico transparente para mantenerlo en su lugar. Posteriormente, el operador de los elevadores de horquilla, convocado por la computadora, traslada el cubo a un camión para su envío.
Construido por Symbotic, una compañía que recién se inicia y que tiene base en el área de Boston, este depósito robotizado está inspirado por diseñadores de computadoras que crearon algoritmos para software con el fin de organizar eficientemente los datos a ser almacenados en el disco duro de una computadora.
Jim Baum, el director ejecutivo de Symbotic, compara el nuevo sistema con una enorme computadora paralela. El diseño es eficiente porque no hay un cuello de botella solo; los envases de alimentos que se mueven a través del depósito robotizado son como los bits digitales que procesa la computadora.
El cambiante papel que desempeñan los seres humanos
Desde que comenzó a trabajar como encargado de un depósito en Tolleson, Arizona, un suburbio de Phoenix, hace una década, Josh Graves ha visto cómo los sistemas de automatización pueden facilitar el trabajo pero también pueden crear un nuevo estrés e inseguridad. La gigante instalación donde él trabaja distribuye productos para los supermercados Kroger.
Graves, de 29 años, comenzó a desempeñarse como empleado del depósito, donde su padre trabajó durante tres décadas, inmediatamente después de finalizar la escuela secundaria. El demandante trabajo requería levantar pesadas cajas y las horas allí se hacían muy largas. "Contrataban a 15 hombres y duraba solamente uno de ellos", dijo.
En la actualidad, Graves conduce una pequeña máquina, similar a un elevador de horquillas, que almacena y recoge envases de todos los tamaños. Debido a que dichos trabajadores hacen menos tareas con su cuerpo, hay menos heridos, señaló Rome Aloise, un vicepresidente de Teamsters, en el norte de California. Debido a que las computadoras marcan el ritmo, el estrés es ahora más de naturaleza psicológica.
Graves usa auriculares a través de los cuales una voz computarizada le ordena a qué sitio del depósito debe dirigirse para buscar o almacenar productos. Una computadora centralizada, a la que los trabajadores llaman "El Cerebro", establece el ritmo del trabajo. Los gerentes saben exactamente lo que hacen los trabajadores, con absoluta precisión.
Hace algunos años, en el depósito donde trabaja Graves se instaló un sistema alemán que automáticamente almacena y retira envases de alimentos. Eso llevó a la eliminación de 106 puestos de trabajo, prácticamente el 20 por ciento de la mano de obra. El nuevo sistema fue mantenido inicialmente por trabajadores de sindicatos con alto rango. Luego, esa tarea pasó a manos de la compañía alemana, la cual contrató a trabajadores que no pertenecían a sindicatos.
Ahora, Kroger planea construir un depósito altamente automatizado en Tolleson. Sesenta trabajadores afiliados a sindicatos concurrieron a la intendencia, el año último, como muestra de su oposición al plan, sobre el cual la ciudad todavía no ha producido dictamen alguno.
"No tenemos problemas en que vengan máquinas", señaló Graves a los funcionarios de la ciudad. "Pero díganle a Kroger que nosotros no queremos perder estos puestos de trabajo en nuestra ciudad".
Algunas tareas todavía están fuera del alcance de la automatización: los trabajos de construcción que requieren que los trabajadores se desplacen en ambientes impredecibles y desempeñen diferentes funciones que no son repetitivas; el trabajo de montaje para el cual se necesita una retroalimentación táctil, como la colocación de paneles de fibra de vidrio en el interior de los aviones, botes o automóviles; y las tareas de montaje donde se fabrica únicamente una cantidad limitada de productos o donde hay muchas versiones de cada producto, lo que requiere una onerosa reprogramación de robots.
Pero esa lista se está achicando.
Las mejoras en la distribución
Dentro del garaje espartano de un barrio industrial en Palo Alto, California, un robot equipado con "ojos" electrónicos, una pequeña pala y tazas de succión levanta repetidamente cajas y las coloca en una cinta transportadora.
Está haciendo lo que trabajadores poco calificados hacen todos los días en diferentes partes del mundo.
Los robots más antiguos no pueden hacer tal trabajo porque los sistemas de visión por computadora eran caros y estaban limitados a ambientes cuidadosamente controlados, donde la iluminación era perfecta. Pero gracias a una económica cámara estéreo y a un software que permite al sistema ver formas con la misma facilidad que los seres humanos, este robot puede rápidamente discernir las dimensiones irregulares de objetos ubicados azarosamente.
El robot utiliza una tecnología de la cual fue pionero el sistema Kinect con sensibilidad al movimiento, de Microsoft, para su sistema de videojuegos denominado Xbox.
Tales robots pondrán la automatización al alcance de compañías como Federal Express y United Parcel Service que ahora emplean a decenas de miles de trabajadores para realizar esas tareas.
La firma recién iniciada que está detrás del robot, Industrial Perception Inc., es la primera filial de Willow Garage, una ambiciosa empresa dedicada a la investigación relacionada con los robots, con sede en Menlo Park, California. Probablemente, el primer cliente sea una compañía que ahora emplea a miles de trabajadores para cargar y descargar sus camiones. Dichos trabajadores pueden mover una caja cada seis segundos en promedio. Pero cada caja puede llegar a pesar más de 58 kilogramos, de modo que los trabajadores se cansan rápidamente y, en ciertas ocasiones, les duele la espalda.
Industrial Perception obtendrá su contrato si su máquina puede mover de manera confiable una caja cada cuatro segundos. Los ingenieros confían en que el robot pronto superará esa meta; podrá recoger y colocar en su lugar una caja por segundo.
"Estamos a las puertas de cambiar por completo el proceso de fabricación y de distribución", dijo Gary Bradski, un científico dedicado a las máquinas que pueden "ver", quien también es uno de los fundadores de Industrial Perception. "No creo que sea un evento tan singular, pero en definitiva tendrá un impacto tan grande como Internet".