En algunos casos, un tropiezo es el inicio de un emprendimiento
PayPal había comenzado como un servicio de transacciones entre agendas electrónicas y Flickr planeaba ser un juego on line; en busca de ser el próximo Facebook, cómo los fallidos objetivos iniciales pueden convertirse en propuestas exitosas
Bradford Shellhammer recuerda el momento exacto en el que se dio cuenta de que su recién fundada e inexperta empresa en la web, Fabulis, una red social orientada a la comunidad homosexual, fue un fracaso. El último mes de noviembre, tanto él y Jason Goldberg, uno de los co-fundadores, viajaron a Londres con la esperanza de celebrar una fiesta para los usuarios de ese lugar. En cambio, se encontraron en medio de poca gente, en un club mediocre de Soho, escuchando a un cantante desafinado y pagando precios excesivos por bebidas que servían camareros con el torso desnudo.
"¡No fue nadie!", dijo Shellhammer, hundiendo el rostro entre las manos al recordarlo. "Fue espantoso. Simplemente pensábamos: ¿Qué estamos haciendo? "
Después de ese desastre, Shellhammer y Goldberg despidieron a más de la mitad de sus empleados, tiraron el código que habían escrito y cambiaron de rumbo. Seis meses más tarde, presentaron un sitio de comercio electrónico de gran categoría denominado Fab.com .
El suyo es apenas un ejemplo de una empresa que recién se inició y que decidió reducir sus pérdidas y hacer un cambio radical en el rumbo (eligiendo una dirección absolutamente nueva con la esperanza de transformar un negocio calamitoso en uno que podría tener éxito).
Hacer un cambio radical en el rumbo es, esencialmente, fracasar con elegancia. Aunque la expresión ha figurado durante décadas en el léxico de las empresas que recién se inician, está apareciendo con mayor frecuencia en el actual auge de Internet, ya que los empresarios descubren que muchos inversores están dispuestos a mantener el flujo de dinero aun cuando una empresa recién iniciada hace un difícil "giro hacia la izquierda".
"Las ideas son como un rayo en una botella, de modo que si la compañía es lo suficientemente pequeña y no pareció captar los rayos en su primer intento, tiene sentido volver a intentarlo", dijo Ben Horowitz, uno de los fundadores de la firma de capital de riesgo denominada Andreessen Horowitz. "El arte del cambio radical en el rumbo es hacerlo rápidamente y enseguida. Cuanto más antiguo y grande sea el negocio, más difícil es cambiar de dirección".
Horowitz habla por experiencia. Hace una década, él experimentó eso cuando pasó de Loudcloud , una firma de servicios empresariales que cotizaba en bolsa y que él fundó con Marc Andreessen, a Opsware, una compañía de software para redes. "Eso fue muy público y muy aterrador", afirmó. "Bajamos a 35 centavos en el Nasdaq y, a pesar de que volvimos a subir a 14 dólares, eso llevó tiempo. Cuando tu compañía es pequeña, nadie realmente se da cuenta si haces un gran cambio".
En ciertas ocasiones, es necesario un cambio radical cuando el ritmo al que se mueve la evolución en Internet ha hecho que el plan original de una empresa que recién se inicia quede obsoleto. "La red que estábamos construyendo para hace algunos años ya prácticamente no tiene relevancia", expresó Michael LaValle, quien es el co-fundador de Gojee , una aplicación destinada a las recomendaciones de recetas. "Internet cambia muy rápidamente".
LaValle y su equipo tenían como objetivo dos ideas diferentes relacionadas con los alimentos antes de iniciar Gojee, que ha atraído a un cuarto de millón de usuarios desde que fue presentada, en el mes de septiembre.
La última primavera (boreal), Matthew Rosenberg, un desarrollador de Nueva York, se dio cuenta, incómodamente, de que si la empresa que recién había iniciado no cambiaba las tácticas utilizadas, estaba destinada al fracaso. Él y su equipo tenían la esperanza de lograr un gran éxito con una novedosa aplicación para mensajería en grupo, denominada Fast Society , en la feria anual de tecnología South by Southwest Interactive, en Austin, Texas, donde la gente está ansiosa por probar nuevos servicios sociales. Ellos alquilaron ómnibus para transportar a quienes asistían a la conferencia en la ciudad y organizaron fiestas con el fin de tratar de atraer a nuevos usuarios. En cambio, se encontraron luchando en una competencia con varios rivales pulcros que querían captar la atención y lograr la delantera.
"Prácticamente era como una guerra de bandas", dijo. "La guerra de bandas más idiota de todas, pero guerra de bandas en fin".
Para cuando la conferencia terminó, Rosenberg y su equipo supieron que era hora de abandonar. Abandonaron Fast Society y están preparando una nueva aplicación móvil llamada Cameo, que esperan dar a conocer en la conferencia de este año.
Para las empresas que recién se inician, abandonar una idea para probar otra es más fácil que nunca porque el costo de construir y hacer funcionar un sitio web o una aplicación continúa cayendo. Pero también es arriesgado. Los empresarios tienen que evitar consumirse a través de sus fondos y deben apaciguar a los capitalistas de riesgo que quizás no estén contentos de que el dinero que invirtieron en un sitio destinado a compartir fotografías ahora esté sirviendo de apoyo para un servicio de citas en línea destinado a los gatos.
La mayoría de los inversores afirma que apuestan a la gente, no a ideas específicas, y expresan su voluntad de esperar mientras los empresarios liman las asperezas de sus compañías. Pero algunos se imponen si la nueva idea está fuera de su "zona de comodidad".
Mitch Kapor, el pionero del software, que ahora es socio de Kapor Capital, una firma que invierte en las empresas nuevas que están atravesando su primera etapa, dijo que aproximadamente del 15 al 20 por ciento de las compañías que integran su cartera han experimentado transformaciones radicales.
Pero cuando los fundadores de StickyBits , una compañía que fabricaba adhesivos para códigos de barra que podían ser escaneados con un teléfono móvil, informaron a él y a otros inversores que deseaban utilizar las reservas de dinero en efectivo que quedaban para formar un servicio de música social, él se rehusó.
"Eso estaba fuera de nuestra cartera", dijo. "No hacemos empresas dedicadas a la música o al entretenimiento; de modo que, en ese caso, simplemente respondimos: Está bien, reclamaremos el interés que queda ".
Ese servicio de música, denominado Turntable.fm , se transformó en el éxito viral del verano, que finalmente atrajo a un millón de usuarios y 7 millones de dólares adicionales en financiación por parte de capitales de riesgo.
"No queda absolutamente claro que hayamos tomado la decisión correcta", reconoció Kapor.
Hasta el momento, la remodelación de Fab.com también ha sido un éxito. En su primer día, la compañía registró a 175.000 nuevos usuarios y generó 60.000 dólares en ventas, mucho más que la cifra registrada por Fabulis diariamente. La firma dice que ahora tiene 1,7 millón de miembros. Fab.com ha recaudado casi 50 millones de dólares en financiación por parte de capitales de riesgo formados por inversores de peso pesado, entre los cuales se incluye a Andreessen Horowitz, Menlo Ventures y First Round Capital.
Pero incluso las compañías que intentan reinventarse pueden terminar gastando esfuerzos en vano. Mucha gente señala a una empresa recién creada, llamada Color , como un cuento con moraleja. Al principio, la compañía, respaldada por 41 millones de dólares en financiación, ofrecía una ambiciosa aplicación que permitía compartir fotografías con las personas más cercanas. Nunca tuvo éxito. En consecuencia, recientemente, Color se volvió a lanzar como un servicio para compartir fotografías en Facebook, y también le ha costado lograr velocidad.
Aun así, algunas de las historias más exitosas en la web son producto de exitosos cambios radicales en el rumbo de una empresa. Flickr , el servicio de fotografías, por ejemplo, se inició como un anexo de un juego en línea. Antes de que PayPal se convirtiera en una especie de moneda en Internet, la compañía estaba enfocada en la idea de transferir dinero entre los asistentes digitales portátiles.
Quizás en la actualidad se estén produciendo más cambios radicales porque los inversores están determinados a no perderse el próximo Groupon o Facebook, de modo que están colocando dinero en compañías que todavía no han demostrado que sus ideas funcionarán, expresó Kartik Hosanagar, un profesor de comercio en Internet, en la Facultad Wharton de la Universidad de Pensilvania.
Eso muestra un marcado contraste respecto de lo que sucedía hace una década, cuando a los capitalistas de riesgo, consumidos por la burbuja, les hubiera gustado ver un prototipo que funcionara o un claro modelo de negocio antes de invertir en una compañía incipiente. Por estos días, los inversores "se están moviendo cada vez más pronto hacia el ciclo", dijo.
Los cambios radicales en el rumbo de una compañía no son exclusivos de la industria de la tecnología, aunque pueden tener lugar en mayor número en ese ámbito que en otros campos, señaló el profesor Hosanagar. En primer lugar, es mucho menos tabú reconocer un fracaso en Silicon Valley que en Hollywood, por ejemplo, en donde si un nuevo álbum o una película con una gran producción fracasan, eso puede significar el fin de una carrera.
"En la industria legal y del entretenimiento sólo se puede fracasar tantas veces", dijo el profesor Hosanagar. "Pero la cultura de Silicon Valley contempla el fracaso".
© NYT Traducción de Angela Atadía de Borghetti