El sueño de actualizar la cámara sin cambiar el resto del teléfono ya es una realidad (si tenés un Fairphone)
La firma holandesa Fairphone cumple su promesa y pone en venta el módulo que permite mejorar la cámara de su teléfono sin cambiar el resto
Así funcionan las computadoras de escritorio hace años: ir haciendo una actualización gradual de las partes, a medida que van surgiendo nuevas y mejores, o fallan las viejas. Y esto mismo es lo que propone Fairphone para los teléfonos móviles desde 2015: extender su vida útil y reducir el costo total con el diseño de un equipo al que se le pueden cambiar los componentes internos. No tener que por todo un nuevo teléfono cada vez que se quiere tener una cámara mejor. O se rompe la pantalla.
Desde que presentó en 2015 su segundo teléfono, la misión explícita de la firma europea Fairphone es justamente esa: extender la vida útil del equipo para reducir, entre otras cosas, su impacto ambiental. Para eso apeló a un diseño en que los componentes son intercambiables, sujetos entre sí por unos tornillos. No es un sistema tan elegante como el que investigó Google con el proyecto Ara (que usaba imanes para intercambiar los módulos, adosados a un esqueleto) ni como el que busca llevar al mercado la finlandesa Puzzlephone, que dividió al teléfono en tres partes, pero que tampoco tiene un horizonte claro. Los Moto Z de Motorola y el fallido LG G5, con todos sus accesorios, no entran aquí: no permiten cambiar nada en el interior del equipo.
Quizá por eso lo logró Fairphone: es menos ambicioso, es un poco más tosco, pero ahí está: quien haya comprado un Fairphone 2 y tenga a mano un destornillador, cinco minutos y 45 euros, puede actualizar la cámara original de 8 megapixeles por una de 12 megapixeles, más moderna. 30 euros, y cambia la frontal de 2 megapixeles por otra de 5 megapixeles. Si se llega a romper la pantalla: 85,70 euros, vendido directo por la compañía. No hay razón para que no ofrezcan, a futuro, una placa madre con un procesador más nuevo o más RAM. O una pantalla de más resolución.
Es el caso opuesto al Essential Phone, un teléfono de ultimísima gama que, según iFixit (una compañía que se dedica a evaluar cuán difícil es arreglar un dispositivo) está diseñado de tal manera que es imposible de reparar.
¿Es este el futuro de los smartphones? No para la mayoría; como sucede con las notebooks, para mucha gente será más fácil renovar el equipo completo cada dos años o tres que ir modificando las piezas. Y un diseño tan flexible como el del Fairphone tiene una penalización: esos tornillos, esos enganches, hacen que el smartphone no sea el más esbelto del mercado y lo encarecen. Y la firma Fairphone es pequeña, y apunta a un público particular (consciente del impacto de la electrónica en el medio ambiente y deseoso de reducir la profusión de basura electrónica), lo que le quita masividad, que sería una forma de reducir costos y mejorar el hardware disponible.
Aún así, es un logro monumental, porque es la demostración de que es un sistema que funciona, y que tiene sentido para el segmento de la computación de bolsillo.
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