El plan familiar para transformar la energía solar
Los primos y socios Elon Musk y Lyndon Rive, de Tesla y SolarCity, invierten en una ‘gigafábrica’ de baterías
Elon Musk y su primo Lyndon Rive siempre han tenido una relación cercana. Sus madres son gemelas, y los niños crecieron juntos. "Nos conocemos desde que tenemos consciencia", contó Musk, al hablar ante un panel esta semana en una conferencia privada en Nueva York.
Hay un afecto obvio, casi fraternal entre ambos. Musk afirma que Rive "es un tipo maravilloso y realmente trabajador y motivado, y puedes confiarle lo que sea". Rive cuenta la historia del viaje al festival Burning Man en 2004 cuando Musk le dijo que su próximo emprendimiento debería ser en energía solar. Asevera que cuando Musk le indica en qué áreas aventurarse a continuación, él lo hace.
Su cercanía continúa, y si Musk y Rive pueden concretar su visión compartida, el resultado será una transformación de la infraestructura energética mundial, o al menos de Estados Unidos.
Las empresas que dirigen —Tesla Motors y el proveedor de sistemas de energía solar SolarCity — son muy compatibles. No se trata sólo de un producto del parentesco de sus fundadores, sino que también es una consecuencia de que Musk sea miembro del directorio de SolarCity y su mayor accionista individual.
Tesla fabrica autos pero también —en un futuro no muy lejano— producirá baterías. Muchas. Tesla está construyendo una "gigafábrica" de US$5.000 millones en el estado de Nevada, EE.UU., para producir baterías, tan grande que, según Musk, superará la actual capacidad mundial de manufactura de baterías de iones de litio, la mayoría de las cuales se usan en te-léfonos, tabletas, laptops y otros aparatos móviles.
En la conferencia el miércoles, Musk reveló que una parte de la capacidad de la gigafábrica será reservada para construir "almacenamiento a escala de red".
En otras palabras, Tesla continuará con su tradición de fabricar baterías para SolarCity, sólo que a una escala mucho mayor.
Hasta hoy, SolarCity ha vendido baterías de Tesla a un puñado de clientes corporativos y residenciales. El razonamiento es simple: el sol no brilla siempre, así que la mejor forma de administrar la energía solar en un lugar es ahorrarla para los días nublados y las noches.
Los ingresos de SolarCity han crecido 100% al año desde que fue fundada en 2006, y Rive sostiene que su meta es mantener ese ritmo por el tiempo que sea posible. Para eso, SolarCity anunció en junio la compra de Silevo, un fabricante de paneles solares, con sede en Silicon Valley, que según Rive es capaz de producir a escala los paneles solares más eficientes del mercado.
Musk afirmó que, si bien su gigafábrica no venderá baterías de almacenamiento de red exclusivamente a SolarCity, las conversaciones con la empresa son "nuestro mejor parámetro para decidir cómo luciría el producto".
Musk fue aún más lejos, al describir "el producto" como un banco de baterías que "luce bien", mide unos 10 centímetros de grosor y puede ser montado sobre la pared de la cochera en una casa.
Gracias a las economías de escala que brindará la gigafábrica de Tesla, dentro de 10 años todos los sistemas solares que venda SolarCity traerán un sistema de almacenamiento de batería, asegura Rive, y además producirá energía más barata que la que ofrece la empresa eléctrica local.
Musk también señaló que, en el futuro, cuando un país adopte por completo los autos eléctricos, su consumo de electricidad aumentará al doble. Eso podría significar más empresas de electricidad y más líneas de transmisión, o un despliegue de energía solar, exactamente del tipo que espera SolarCity.
La capacidad de generación de energía solar de EE.UU. aumentó a alrededor de 40% al año, dice Rive. "Así que si haces la cuenta, a un crecimiento de 40%, en 10 años eso es 170 gigavatios al año", dice Rive. Eso equivale al consumo de electricidad de unos 5 millones de hogares, que sigue siendo "no tanto", sostiene, cuando se lo compara con la demanda total de electrici-dad. "Es casi un mercado infinito en lo que durarán nuestras vidas".
Hay una cantidad de barreras casi innumerable para concretar el plan de Musk y Rive. Para Tesla, existe la posibilidad de que una tecnología de baterías superior pudiera llegar al mercado poco después de construir la gigafábrica junto a su socio Panasonic Corp., lo que convertiría su inversión de US$5.000 millones en un emprendimiento obsoleto. Y SolarCity tiene casi el mismo problema con su ambición de construir sus propios paneles solares. Aunque Rive sostiene que la tecnología de Silevo es de "próxima generación" y puede competir con los paneles baratos que exporta China al resto del mundo, está lleno de carcazas de fabricantes de paneles solares de EE.UU. que afirmaron que podían hacer lo mismo, incluido Solyndra Inc.
Y si bien esto constituye una amenaza para los accionistas más que para sus objetivos, también está el riesgo de que Musk encuentre otras rutas más eficientes para alcanzar sus metas, que incluyen que el mundo adopte el transporte eléctrico y la generación de energía solar lo antes posible.
Por ejemplo, cuando se le preguntó si EE.UU. debería o no levantar barreras comerciales diseñadas para proteger a fabricantes de paneles solares estadounidenses, Musk dijo: "Si el gobierno chino quiere subsidiar el lanzamiento de la energía solar en EE.UU., está bien, es como que deberíamos estar diciendo ‘gracias’".
Aunque China representa una importante amenaza para la apuesta de US$750 millones que hizo SolarCity en Silevo, Rive concuerda con Musk en que no deberían existir barreras al comercio de paneles solares. "Un impuesto extra a la energía solar simplemente es negativo", sostiene Rive.
Ese "gran problema" es el cambio climático. Y ese es otro punto más en lo que Musk está de acuerdo con su primo.
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