Cuando entré en la caótica zona de registro para la conferencia de prensa de Xiaomi, mi primer evento del Mobile World Congress ( MWC 2019 ) de Barcelona, una de las principales citas anuales de la industria de la tecnología, me di cuenta enseguida de que me veía diferente.
Me vestí de manera razonablemente elegante e incluso llevaba colgado del cuello el pase de acceso a la feria como todos los demás. Y eso a pesar de que lo odio. Es demasiado largo. Tuve que hacer un nudo para acortarlo cuando me di cuenta de que la gente no estaba admirando mi cinturón, sino tratando de leer mi nombre de la tarjeta.
Pero, en el mar de personas que se arremolinan torpemente a la espera de recoger la acreditación, mi colega Tracey y yo éramos dos de las pocas mujeres allí. Es cierto que fue una mujer quien me entregó el pase. También era una mujer la que servía copas de vino en la recepción posterior. Pero no había mujeres hablando en la presentación.
Salimos con prisa para ir a otro evento en la ciudad, organizado por Huawei, el fabricante chino de tecnología del que todos hablan. Una vez allí, le eché un vistazo a la larga cola que serpenteaba fuera del hermoso pabellón italiano donde se celebraba la cita. Una vez más, estaba en minoría. Ya dentro, me di cuenta de que tampoco en esta ocasión habría mujeres en el escenario.
Compartí un taxi para el siguiente evento con la analista Carolina Milanesi, que viaja por todo el mundo asistiendo a eventos de la industria de la tecnología como el MWC de Barcelona. Pasa lo mismo todos los años, me dijo.
"En el CES [la feria tecnológica de Las Vegas], la cosa va de recepcionistas y personas con poca ropa. Ese no es el caso aquí, pero aunque las mujeres están en la posición de ser azafatas, son inteligentes y se ven bien, sólo están en puestos sirviendo o atendiendo a los visitantes", añadió. "O te ven como un objeto sexual o como un ama de casa, pero no te ven como una persona que tome las decisiones sobre tecnología o sobre su compra".
En mi último evento del día, con Microsoft como anfitrión, los organizadores habían tratado claramente de igualar la presencia de los presentadores, alternando hombres y mujeres. Sin embargo, después de los primeros cuatro oradores, se sucedió la presentación de varios hombres antes de que la siguiente mujer se uniera al escenario.
El primer día de la exposición pasé una hora en la cola prioritaria para probar HoloLens2 de Microsoft. No solo era la única mujer en esa cola, sino que solo pude contar unas pocas en la cola general, en la que, según escuché, había que esperar cuatro horas. El guardia de seguridad sí era una mujer.
Un mar de testosterona
En las salas de conferencias fui constantemente zarandeada por la multitud hombres que se agolpaban alrededor de autos conceptuales, robots y smartphones 5G. Mientras tanto, la mayor parte de los encargados de prensa eran mujeres.
Claire, que no es su nombre real, asiste por primera vez al MWC. Trabaja para una de las principales marcas mundiales. "Tengo que decir que estoy sorprendida por las pocas mujeres que hay en el evento, salvo por supuesto en la hostelería y el personal de la feria", me dijo.
"Pensé que sería diferente [a otros eventos de la industria] porque este evento está mucho más centrado en el consumidor, pero un tema común del que hablan las mujeres que he conocido aquí es que los pasillos son un mar de testosterona". Claire cree que algunas compañías de tecnología necesitan repensar sus prioridades.
"La industria habla de su intención de convertirse en algo relevante para las mujeres, pero es difícil creer que para algunas empresas sea algo más que una simple tendencia cuando miras el pasillo", afirmó.
La pregunta del millón aquí, por supuesto, es: ¿por qué no hay más mujeres? No es que no tengan acceso. Si tienen los 450 euros o credenciales de prensa o analista, pueden venir.
Un portavoz del organismo comercial del Sistema Global para Comunicaciones Móviles, que organiza el MWC, me dijo que en 2018 el 24% de los delegados eran mujeres. Esto supone un aumento del 1% con respecto al año anterior. Asisten más de 100.000 personas.
¿Resignación?
También me contó cosas sobre el programa Women4Tech, que organiza una serie de eventos dirigidos a mujeres que trabajan en la industria y se celebra paralelamente a los cuatro días que dura el MWC.
Me encanta la tecnología, he pasado años cubriendo el tema como periodista y no siento que mi género me impida hacerlo.
Es muy raro que me sienta poco bienvenida en un evento de esta industria y afortunadamente, los días en los que la gente me preguntaba quién cuidaba de mis hijos mientras yo estaba trabajando parecen haber quedado atrás.
Lo que siento es algo más sutil que eso y no es necesariamente un sesgo consciente.
Tal vez sea un círculo vicioso: las mujeres como yo venimos, sentimos que deberíamos estar sirviendo las bebidas y es cuando decidimos no volver.
Tenemos que gritar más fuerte, empujar más fuerte, levantar nuestros brazos más arriba para obtener las fotos.
Los hombres con los que he hablado de este tema parecían un poco avergonzados. Las mujeres parecían resignadas. Una compañera de la industria me dijo que la escasa presencia de mujeres era una de las razones por las que decidió evitar estos eventos.
Mujeres y diseño
Sin embargo, no hay que olvidar que las mujeres también van a consumir toda esta tecnología. Y si desaparecemos, nuestra opinión no se tendrá en cuenta a la hora de diseñarla. Aquí hay un ejemplo de lo que quiero decir. Una noche, en un evento para hacer contactos profesionales, conversé con el propietario de una compañía de celulares con una copa de vino.
Estábamos hablando de la nueva tendencia de teléfonos plegables. Y dije que preferiría uno que fuera del tamaño de mi teléfono actual. Me preguntó por qué y le enseñé que cabe en los bolsillos de mis vaqueros. Estaba absolutamente asombrado por esta preferencia. Estaba bien, dijo, nunca había pensado en eso.