El misterioso mundo sumergido de la Deep Web
Se ha hecho fama de delictiva y peligrosa, pero eso está lejos de ser cierto; el 55% de sus contenidos es legal
Dicen que en la Internet Profunda, mejor conocida como Deep Web, reina el contenido vinculado al narcotráfico, contrabando de armas y otras actividades ilícitas. Por este motivo, también trasciende que quien se anima a navegar por este mundo virtual podría meterse en serios problemas.
Más allá de los mitos y misterios en torno de ella, se trata de un inmenso espacio virtual cuyas páginas no son detectadas por Google, Yahoo! o Bing, los buscadores tradicionales de la Web superficial en la que los usuarios navegamos todos los días. Quizá por este motivo, Google prefirió no participar de esta nota, por “no contar con voceros sobre el tema”.
La Deep Web es un universo tan desconocido como enorme. De hecho, la Universidad de California, en Berkeley, Estados Unidos, estima que representa el 95 por ciento de la Web. Sin embargo, todos estamos en ella, sin darnos cuenta, cuando ingresamos en páginas privadas.
Por ejemplo, al chequear una cuenta bancaria, el correo electrónico u otros sistemas que piden nombre de usuario y contraseña se está, efectivamente, navegando por la Deep Web, simplemente por el hecho de que esas páginas no son accesibles a los buscadores (excepto en casos en los que esos sitios hacen públicos sus contenidos). Pero, en rigor, hablamos de Web Profunda para referirnos a sitios, servicios, foros y bases de datos que los buscadores no indexan.
Aunque hay varias formas de acceder a ella, la más sencilla es a través de un programa llamado TOR (del inglés The Onion Router), que se descarga sin costo y se caracteriza por enmascarar la IP real así como la zona geográfica desde donde se conectan los usuarios. Este software está a cargo de TOR Project, una organización sin fines de lucro que recibió en 2016 un reconocimiento de la Free Software Foundation por permitir que millones de personas tengan libertad de acceso y expresión en Internet gracias a que el sistema preserva los datos personales.
Buceo de profundidad
“Ingresé dos veces a la Deep Web para ver qué había. Mi objetivo era entender su funcionamiento y evaluar si existe alguna regla de juego interna. Lo que descubrí es que allí, con un diseño muy ochentoso, hay foros sobre muchos temas que podrían ser tabú. Además, las personas se expresan sin tapujos, opinando cosas que no se atreverían a decir en las redes sociales convencionales como Facebook y Twitter”, dice Fernando Tomeo, un abogado especialista en tecnología.
Michal Salat, director de Inteligencia de Amenazas de la compañía de seguridad informática Avast!, dice que la primera impresión que se obtiene cuando se la visita es que es más compleja de navegar y las direcciones son mucho más difíciles de recordar que en la Web superficial. La experiencia es similar a la que tenían los usuarios de Internet cuando estaba en sus albores. Incluso hay varios motores de búsqueda que arrojan algunos resultados más o menos relevantes, pero no son nada como Google o Bing. También hay un servicio llamado HiddenWiki, que categoriza algunos de los servicios”, describe.
La mitad más 5
Un estudio realizado por el proveedor de datos Terbium Labs, llamado The truth about the Dark Web: Separating fact from fiction, concluyó que el 55% del contenido relevado en la Web Profunda es legal.
Terbium Labs observa, con agudeza, que el anonimato no significa criminalidad. “Entre los actores que predominan allí, los terroristas no cumplen un rol protagónico”, sostiene el estudio.
En este sentido, Salat comenta que navegando por ella ha encontrado contenido legal (arte, libros, fotos y videos) que están censurados o prohibidos para ciertas personas debido a las regulaciones y restricciones gubernamentales.
El abogado e investigador en el área de privacidad y libertad de expresión de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC), Leandro Ucciferri, no sólo ha buceado por la Deep Web en reiteradas oportunidades, sino que opina que hay muchos mitos sobre ella. “Tal vez por su nombre marketinero, el usuario típico cree que está llena de material prohibido. Sin embargo, cuando uno ingresa no está inmediatamente expuesto a él, sino que hay que buscarlo minuciosamente. Por eso es que no resulta fácil para los policías e investigadores encontrar allí a los delincuentes”, explica.
En segundo lugar, Ucciferri destaca que esta Web cumple una función muy importante, la de permitir a activistas disidentes radicados en países extremistas y con regímenes autoritarios comunicarse con el mundo exterior de manera anónima, algo que no pueden hacer en la Web superficial sin poner en riesgo su vida o su libertad.
Por el mismo motivo, en ella bucean muchos corresponsales de guerra, hackers, investigadores de distintos ámbito, personas que quieran hacer denuncias de forma anónima y cualquier usuario que desee expresar lo que siente y opinar sin temor a ser condenado por el resto. Por caso, Julian Assange, el creador de los WikiLeaks, usó TOR para comunicarse por primera vez con los periodistas de The Guardian. Luego, empleó un método todavía más seguro: un pendrive.
“Recomiendo a los periodistas utilizarla para realizar sus trabajos y proteger la identidad de sus entrevistados”, agrega Ucciferri.
Sin miedo, pero con cuidado
El ejecutivo de Avast! advierte que en la Deep Web hay código malicioso, aunque el antivirus convencional puede proteger, ya que el malware que circula por ahí es similar al utilizado fuera de ella.
Los entrevistados afirman que no hay que tener temor de ingresar a la Web Profunda, pero es cierto que hay que bucearla a consciencia, para no desembocar en páginas con contenido ilegal. “Además, hay muchas trampas, y uno puede encontrarse con estafadores o con la policía que realiza ciberpatrullajes para encontrar delincuentes”, ejemplifica Ucciferri.
Es que allí hay agencias de inteligencia que trabajan para atrapar terroristas, asesinos profesionales y piratas informáticos, entre otros.
Como casos de investigaciones emblemáticas realizadas en la Deep Web está la de Anonymous, que pudo revelar la identidad de 200 pedófilos en 2011; el sitio Silk Road que, alojado en la Deep Web en 2001 para traficar drogas, fue cerrado en 2013 por el FBI, y la Operación Sin Fronteras, que desbarató en 2014 una red de pornografía infantil en 14 países de América latina y Europa.
Para Salat, la Internet Profunda “es como un barrio peligroso de la vida real, donde los criminales tienden a pasar el rato. Puede haber gente buena en el vecindario, pero hay una mayor probabilidad de que te involucres en actividades arriesgadas”, describe.
“A pesar del anonimato yo me sentí vigilado, y es lógico que las autoridades gubernamentales realicen sus investigaciones criminales ahí, por eso yo no aconsejo ingresar en ella”, sostiene Tomeo, que no piensa volver a la Deep Web ya que el contenido que encontró no le pareció interesante. Para él, su único –y no menor– punto positivo es que efectivamente sirve para que las personas se expresen con absoluta libertad.
A modo de consejo, Salat observa: “Al navegar por la Deep Web, hay que tener en cuenta que se trata de un lugar salvaje. Esto significa que no hay garantía de que lo que compre o descargue esté seguro o que realmente se entregue, ya que el número de fraudes y falsificaciones es muy alto”.