El fiscal pide 12 años de cárcel para el heredero del imperio Samsung
Lee Jae-yong, vicepresidente del gigante electrónico, está acusado de sobornos para lograr favores políticos
Lee, de 49 años, está acusado de soborno, malversación de fondos, perjurio y ocultación de activos en el extranjero. Los fiscales le califican como el "último beneficiario" de unos supuestos sobornos a Choi Soon-sil, una amiga de la expresidenta Park conocida como la "Rasputina surcoreana", a cambio de que esta intercediera para que el Ejecutivo diera el visto bueno a la fusión de dos filiales de Samsung , una operación clave para facilitar la sucesión de Lee al frente del conglomerado.
Durante el juicio, que este lunes quedó visto para sentencia, Lee reconoció que su empresa había transferido pagos por valor de 43.000 millones de wones (unos 32 millones de euros) a fundaciones en el extranjero indirectamente controladas por Choi, pero sin buscar favores políticos a cambio y coaccionado por Choi y Park. El alto cargo trató además de desvincularse de estas operaciones y aseguró que "sobre todo escuchó a otros ejecutivos" porque él "no tenía papel alguno" en la toma de decisiones del grupo Samsung en su conjunto (Lee es el vicepresidente de la filial de electrónica, una de las más importantes).
La Fiscalía también ha pedido diez años de cárcel para otros tres altos cargos de la empresa, pero la pena más alta solicitada ha sido para Lee. "Es un crimen de corrupción que proviene de la alianza entre la política y los negocios, que compromete nuestros valores constitucionales", dijo el fiscal Park Young-soo, según informa la agencia surcoreana Yonhap. El heredero de Samsung está bajo custodia policial desde el pasado 17 de febrero.
Los letrados de la acusación han tratado de probar que, con estas donaciones, el heredero de Samsung se aseguró un apoyo clave para lograr la fusión de dos subsidiarias del grupo en 2015. Si bien los pequeños accionistas se oponían a la operación, esta salió adelante tras el voto del Servicio Nacional de Pensiones, una empresa propiedad del Estado que entonces era la mayor accionista de una de estas empresas. Una vez se realizó la transacción, Lee se convirtió en el mayor poseedor de títulos de la compañía resultante, que a su vez ostenta una participación mayoritaria en Samsung Electronics, la división que produce entre otros semiconductores y teléfonos móviles y que es considerada como la joya de la corona del grupo.
La Defensa, por su parte, ha calificado los movimientos de Lee para ganar control en el grupo "propios de una ficción inventada por los fiscales" y ha sugerido que su cliente es objeto de una persecución pública para que termine entre rejas. "No hay evidencia de que hubiera tal operación para garantizar la sucesión (del grupo empresarial)", sostuvo uno de sus abogados. Sobre el papel, el presidente de Samsung es el padre de Lee, Lee Kun-hee, que está incapacitado e ingresado en un hospital desde el año 2014 tras sufrir un ataque al corazón.
El acusado usó su última intervención en el juicio para alegar su inocencia: "Nunca pediría al presidente que hiciera algo para mi beneficio... por muy necio que sea, no lo soy lo suficiente como para infligir daño al sistema nacional de pensiones, que tiene los ahorros de toda la vida de la gente. Esto es un malentendido y siento que estoy siendo acusado falsamente", afirmó Lee, en ocasiones entre lágrimas.
Se espera que el tribunal se pronuncie sobre el caso a finales de mes. La decisión que tomen los jueces podría influir enormemente en los procesos abiertos sobre Choi -la confidente de la expresidenta está acusada de recibir unos 70 millones de dólares en sobornos- y sobre la misma Park. La anterior jefa de Estado surcoreana fue depuesta por el Parlamento y apartada del poder en marzo tras meses de protestas pacíficas por todo el país. Actualmente se encuentra en prisión provisional y está acusada de hasta 18 delitos, entre ellos soborno y abuso de poder.
Esta cadena de procesos judiciales que se desarrollan casi en paralelo han sido descritos por la opinión pública surcoreana como "el juicio del siglo". La connivencia entre el poder político y los grandes conglomerados empresariales, espina dorsal del milagro económico y poderío exportador del país asiático, ha abonado un sentimiento de hartazgo e injusticia entre los ciudadanos. El actual presidente, Moon Jae-in, hizo de la reforma de los grandes grupos empresariales y el fin de los tejemanejes entre estos y los cargos públicos su principal promesa electoral.
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