No fue una historia más para Paul Howard Frampton. Pero sí inesperada. Porque nunca había vivido algo así, ocho años después de divorciarse. Con 68 años. Creyendo que ese amor sería posible, en Argentina, lejos de su ciudad en la que vivía, Raleigh, cerca de la Universidad Carolina del Norte, donde este británico trabajaba a tiempo completo como científico, y donde esperaba dictar el próximo curso de “Relatividad general avanzada” para el primer trimestre de 2012. Aunque necesitaba un mínimo de cinco estudiantes para que el curso funcionara, solo uno se había inscripto. En más de 30 años en la universidad, nunca le había pasado. Aunque tampoco le preocupaba demasiado, porque tenía mucho trabajo de investigación por hacer.