Trasladando el piano, el arpa y los instrumentos de percusión hacia el centro del escenario y llevando los clarinetes, trompetas y flautas a las orillas, más cerca de las rejillas por donde se renueva el aire, se puede reducir la concentración de aerosoles en los conciertos, junto a la siempre necesaria buena ventilación. Investigadores de la Universidad de Utah (EE.UU.) lo han comprobado con modelos computacionales.
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La pandemia de covid-19 ha obligado a las orquestas y otros grupos musicales a cancelar durante meses sus espectáculos por motivos de seguridad, para el público y los propios artistas.
Pero al menos en los conciertos de música clásica, se puede reducir la propagación del coronavirus y otros patógenos que se transmiten por vía aérea tomando algunas medidas, como recolocar los instrumentos, especialmente los de viento. Así lo apuntan investigadores de la Universidad de Utah en Salt Lake City (EE. UU.) en la revista Science Advances.
Para realizar su estudio, los autores han realizado simulaciones de dinámica de fluidos computacional (CFD, por sus siglas en inglés) y han cuantificado el riesgo microbiano asociado a las concentraciones de aerosoles en dos salas de conciertos de su ciudad.
De esta forma han encontrado los patrones de flujo del aire en las salas de conciertos y han descubierto las estrategias para disminuir la transmisión aérea de enfermedades.
“Es posible mitigar la acumulación de aerosoles respiratorios potencialmente infecciosos, primero modificando la ventilación (abriendo puertas, ventanas, etc.) para mejorar la renovación del aire; y segundo, moviendo los ‘superemisores’ y ‘superesparcidores’ lo más cerca posible a esas puertas y ventanas o a los conductos de ventilación por los que sale el aire al hall”, explica a SINC uno de los autores, Tony Saad.
Mayores emisores de aerosoles a las orillas
Según las simulaciones, los instrumentos de percusión, el arpa y el piano conviene trasladarlos desde la parte trasera del escenario a zonas más próximas al centro. Sus intérpretes se pueden poner mascarillas. Sin embargo, las trompetas, flautas, clarinetes y otros instrumentos de viento deben ir hacia los márgenes, más cerca de las rejillas de ventilación del escenario.
Esta reorganización de los músicos, junto a la apertura de puertas y un buen sistema de ventilación y climatización, permiten reducir las concentraciones de aerosoles en el área donde se respira en un factor de 100, es decir, bajar de entre 0,01 y 1 partículas por litro de aire a menos de 0,001 partículas por litro, lo que disminuye significativamente el riesgo de infección.
Saad subraya lo importante que es comprender la dinámica de fluidos en cada escenario en particular, ya que la distribución de la sala y los sistemas de ventilación varían, por lo que se recomienda realizar análisis específicos en cada lugar, aunque las reglas generales siguen siendo las mismas: “Renovar más el aire abriendo las puertas y mover a los mayores emisores y esparcidores [de aerosoles] hacia las rejillas por donde sale el aire”.
Lo que no han analizado los autores es cómo impactan estos cambios en la acústica y la calidad del sonido para la audiencia. “Hemos intentado mantener la proximidad de los grupos de instrumentos, y pensamos que para una persona sentada en casa escuchando, la calidad del sonido no se verá afectada”, apunta Saad, “sin embargo, para los intérpretes en el escenario puede resultar diferente a lo que están acostumbrados”, y especialmente para el director o directora de orquesta.