El ciberespacio occidental copia la internet paralela china
Quien aterrice en China sin antes haberse informado lo suficiente puede verse inmerso en una gran pesadilla cibernética: los mensajes de WhatsApp no se envían, las redes sociales no funcionan, los mapas de Google no cargan, y lo mismo sucede con su motor de búsqueda y su servicio de correo electrónico. El smartphone ha dejado de ser inteligente para convertirse en un ladrillo que solo sirve para hacer llamadas y enviar SMS. Bienvenido a los 90.
Aquellos que hayan tomado la precaución de instalar una aplicación VPN para sortear la censura que bloquea la mayoría de los servicios online del extranjero lograrán solventar los problemas anteriores, al menos de vez en cuando, pero no dejarán de sentirse excluidos del ciberespacio chino. Porque serán incapaces de pagar con el móvil, de pedir un taxi -parar uno a la manera tradicional es cada vez más difícil-, o de comunicarse con los chinos que conozcan a través de servicios de mensajería instantánea.
China ha construido una Internet paralela, y la integración con la que rige el resto del mundo es mínima. WhatsApp y Facebook son WeChat, Google Maps es Baidu Maps -y lo mismo sucede con el buscador-, Uber es Didi, YouTube es Youku, y así un largo etcétera. Instalar esas aplicaciones es esencial para asomarse a la Red china, pero hay otras que resultan difícilmente accesibles para quienes no residen en el país, como es el caso de los sistemas de pago por código QR Alipay y Tenpay o los servicios que requieren un depósito, como el de las bicicletas compartidas.
En muchas ocasiones, algo razonable desde la perspectiva del Gran Hermano chino, proporcionar un documento de identidad oficial y una cuenta bancaria china es indispensable para utilizar el servicio. En otros casos, las apps están íntegramente en chino o, como mucho, cuentan con una rudimentaria versión en inglés, que a menudo solo está parcialmente traducida.
Esta coyuntura puede llevar a pensar que las empresas chinas se limitan a copiar a sus homólogas foráneas para ofrecer servicios similares en un gigantesco mercado que las protege de la competencia extranjera con la Gran Muralla Cibernética que ha erigido el Partido Comunista. Y, sin duda, así fue en un inicio. Pero, ahora, la tortilla ha dado la vuelta: las aplicaciones chinas superan en innovación a las extranjeras y comienzan a extenderse por el mundo.
El nacimiento de las superaplicaciones
Buen ejemplo de lo primero es el desarrollo pionero de lo que se conoce como superapps, aplicaciones de móvil que aúnan multitud de servicios de terceros -miniprogramas- sin requerir la instalación de sus apps particulares. Así, uno puede pedir un taxi a través de Didi desde la superapp de WeChat o subirse a una bicicleta de Ofo utilizando la de Alipay. Y ejemplo de la expansión mundial es TikTok -Douyin en chino-, que se ha convertido en el primer éxito internacional de China y arrasa por todo el planeta. A Facebook se le acaba el tiempo, porque TikTok se está adueñando de Vietnam, se lee en un titular que hace un par de años habría sido inconcebible.
Aunque todavía sean poco conocidos fuera de sus fronteras, el mundo ‘online’ del gigante asiático está poblado por una creciente manada de unicornios: Alibaba, Bytedance, Meituan-Dianping, NetEase, Pinduoduo… Todos superan los 20.000 millones de dólares de valor bursátil, y los tres que encabezan el ranking ya han dejado muy atrás la marca de los 100.000 millones. Si se cumplen las previsiones, dos gigantes sacudirán los parqués este año con su salida a bolsa: Bytedance -matriz de TikTok- está valorada en unos 76.000 millones de dólares y Kuaishou -también un servicio de vídeos breves- en 25.000 millones.
Como apunta el Informe sobre la Internet China 2019, publicado recientemente por el diario South China Morning Post (SCMP) y su filial tecnológica Abacus, gran parte de la fortaleza de las compañías chinas reside en el tamaño del mercado local, que suma 829 millones de internautas, de los cuales 817 millones se conectan a través de dispositivos móviles y 583 millones pagan con sus smartphones.
Esa fuerza se siente también en el exterior. Baidu, Alibaba y Tencent invirtieron el año pasado en 42 empresas extranjeras, y todo apunta a que este año la tendencia se mantendrá al alza. "Es una coyuntura que va en línea con el plan ‘Internet Plus’ del gobierno chino, que quiere digitalizar todos los aspectos de la vida y adquirir mayor relevancia en Internet a nivel mundial", comenta Matthew Brennan, uno de los principales analistas del ciberespacio chino. También señala un cambio especialmente relevante: China ha pasado de copiar a ser copiada. "Es la que ahora crea tendencias que luego llegan a Occidente", dispara.
Chua Kong Ho, editor de Tecnología del SCMP, coincide. "Empresas tecnológicas de todo el mundo están tomando nota de las innovaciones digitales y de los nuevos modelos de negocio que surgen en China y que están propiciando la cuarta revolución industrial", dijo durante la presentación de un informe que pone como ejemplo a las ‘superapps’ y a la integración de redes sociales y comercio electrónico, conocida como Social+. Servicios globales como Facebook, Line, o la indonesia Go-Jek se han apuntado al ‘todo en uno’ que primero popularizaron en China WeChat y Alipay.
El informe del diario de Hong Kong añade que plataformas como Instagram o Amazon también siguen la senda que han marcado gigantes del e-commerce como Taobao, que ha sumado una red social con vídeos cortos y abundancia de comentarios para promocionar sus productos. Y subraya que empresas occidentales ya han comenzado a copiar servicios chinos de forma tan descarada como la que antaño utilizaban los propios chinos. Para muestra, un botón: el nuevo Lens Challenge de Snapchat es un calco de TikTok.
¿Terminará China tomando la delantera? El informe del SCMP considera que tiene algunos elementos importantes a su favor: lidera la nueva era 5G, disfruta de financiación en abundancia, utiliza los sistemas de inteligencia artificial a escala masiva, y cuenta con una ciudadanía ávida de innovaciones tecnológicas. Además, a diferencia de lo que sucede en Estados Unidos o Europa, todavía está lejos de alcanzar su techo, porque la penetración de Internet en China es todavía de solo el 60%. En ciudades de tercera y de cuarta categoría viven 128 millones de internautas que todavía nunca han comprado nada ‘online’.
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