El algoritmo de la noche
¿Qué vas a ver ahora? Desde la pantalla, la pregunta interpela al televidente (confianzuda, la inteligencia artificial lo tutea aun sin haber entrado en confianza) y agudiza la incertidumbre. ¿Un drama de TV con mujeres protagonistas de Estados Unidos? ¿Una comedia de terror con historias satánicas? Lo más probable es que si alguna vez vio una película con Al Pacino le recomiende otra película con Al Pacino o con Robert De Niro, que son más o menos lo mismo. La decisión parece suya, pero en realidad estará sugestionada por un cálculo que solo le mostrará un puñado de opciones. Por eso, resulta revelador el libro La búsqueda del algoritmo, recién publicado acá: el académico estadounidense Ed Finn plantea cuánto queda de imaginación en la era de la informática. Y hace la pregunta clave: ¿queremos realmente lo que los algoritmos quieren para nosotros?
"Hasta hace un tiempo nos guiábamos por la intuición, la providencia o las invocaciones de los expertos, que no dejan de ser distintas formas de magia cotidiana, pero en pocos años esto ha sido sustituido por la larga sombra cultural que arroja la ciencia computacional", escribe Finn, y en su ensayo ayuda a entender por qué nos parece que vemos siempre lo mismo (se dijo: la sensación de infinito, o la frustración de no saber qué elegir ante las sugerencias interminables pero repetitivas de Netflix o YouTube, generan nuevos tipos de ansiedad y angustia). La del algoritmo es una ciencia de lo previsible: desalienta la exploración, el azar o el error. Invita a cazar gallinas dentro del gallinero. Aun así, o por eso mismo, es increíblemente eficiente en la predicción de nuestros gustos: "Los algoritmos se han convertido en el protocolo invisible que transporta la información que nos ayuda a tomar decisiones, son algo así como la sangre de la red", compara Finn: "Determinan qué contenidos nos muestran las redes sociales o qué recomendaciones nos ofrecen las tiendas online en las que compramos y, a través de procesos matemáticos, terminan por moldear nuestro gusto y nuestra opinión". A fuerza de repetición, es probable que esta noche termine viendo una película con Al Pacino aunque siempre haya creído que es bastante sobreactuado.
O que vote a un candidato que parecía infumable. En La búsqueda del algoritmo se analiza esta nueva forma de magia con la curiosidad sana de un niño que hurga en el doble fondo de la galera para ver dónde se esconde la paloma. Ahí está el truco: como dijo Norbert Wiener, el fundador de la cibernética, "si queremos vivir con la máquina tenemos que entenderla, no tenemos que adorarla".
LISTAMANÍA
Cinco usos de los algoritmos en la vida cotidiana
- Redes sociales. Según el libro La búsqueda del algoritmo, los cálculos matemáticos muestran solo algunos contenidos que moldean gustos y preferencias.
- Tiendas online. La minería de datos ofrece de manera falsamente espontánea productos nuevos relacionados con compras anteriores.
- Monedas virtuales. Los algoritmos alteran de manera estructural una organización muy conservadora como el mercado financiero mundial.
- Inteligencia artificial. Los asistentes como Siri o Alexa recopilan datos de sus "dueños" para ofrecerles respuestas cada vez más personalizadas.
- Consumos culturales. Con House of Cards como ejemplo definitivo, las preferencias de la audiencia se computan para crear ficciones a medida.