Digitalizan fotos históricas para preservar el patrimonio visual argentino
La transformación digital que sufrió la fotografía en los últimos 20 años arrinconó a casi todos los documentos analógicos al olvido. Ahora, rescatado de un folclórico anonimato, el archivo de fotos históricas vuelve a ser un lugar para repasar y entender la historia de los últimos 170 años.
Con esta motivación Alfredo Srur fundó el Centro de Investigación Fotográfico Histórico Argentino (Cifha), un espacio que preserva, estudia y difunde archivos fotográficos argentinos. Allí se conservan daguerrotipos, ambrotipos, ferrotipos, albúminas, negativos y positivos en vidrio, manuscritos y documentos inéditos de los más destacados fotógrafos de la historia argentina. Además cuenta con un laboratorio analógico, donde se dictan talleres para no perder la tradición de revelar fotografías en color y blanco y negro.
"Este proyecto nació en 2013 y surgió a partir de cierta crisis personal ocasionada por lo que fue la transformación de la era analógica a la era digital. No hubo al principio de este proceso una reflexión, sino un cambio automático. Habiendo trabajado en fotoperiodismo y en esa especie de crisis surgió cierto cuestionamiento, una búsqueda de las diferencias entre lo analógico y lo digital a partir de lenguajes diferentes; en definitiva, un proceso es algo de la físicoquímica mientras que el otro es una mera interpretación de ceros y unos", afirma Srur en diálogo con LA NACION.
Dentro del archivo conviven casi 400 mil documentos fotográficos de diferentes autores, formatos y épocas. "Nuestro programa de digitalización fue declarado de interés cultural nacional y obtuvimos el Segundo Premio del Fondo Nacional de la Artes por la recuperación de archivo, en el que se reconoció a la fotografía como patrimonio cultural; y somos finalistas del concurso Samsung Innova, que premia proyectos en el que la tecnología puede hacer grandes aportes", explica el fotógrafo.
Desde 1843
A partir del trabajo de archivo que hace Srur, se identificó que la primera fotografía tomada en Argentina data de 1843, sólo unos 17 años después de la invención de esta tecnología. Pero ahora la nueva generación de aficionados y usuarios a la fotografía le impone nuevos desafíos para preservar el material visual. "Con la ayuda de la tecnología trabajamos con imágenes en 3 dimensiones para lograr más definición, vamos a ofrecer un navegador para bucear en las fotografías y ver en altísima resolución fotos de la Argentina y también tenemos pensado desarrollar una aplicación para acceder al archivo de cualquier lugar con acceso a Internet. También incorporamos realidad aumentada, tecnología que no tiene antecedentes sobre material de archivo, para darle un nivel de realismo a las imágenes que nunca antes habían tenido. En definitiva, nuestro objetivo es que este material sirva para investigar y disfrutar la fotografía analógica", afirma Srur.
El Centro procura mantener todo su material bajo condiciones controladas de temperatura y humedad y aspira a convertirse en un archivo dinámico, que no sólo es útil para generar proyectos educativos, editoriales y académicos, sino que también pretende realizar cruces interdisciplinarios creando obras derivadas.
Desde la mirada de su fundador, el Centro es no solo un rescate de la memoria emotiva, sino un puntapié para generar políticas de conservación del patrimonio fotográfico y además de reconocimiento a los fotógrafos que fueron partícipes de esos primeros años de la disciplina. Srur destaca la importancia conocer el contexto del autor, su historia y una descripción del momento en que produjo las tomas que, en la mayoría de los casos, amerita contar esas historias extraordinarias.
El gran disparador del armado de este Centro fue haber recibido el archivo de Harry Grant Olds, un fotógrafo de Estados Unidos que emigró a Sudamérica para trabajar en Chile y la Argentina. En agosto de 1900, Olds tomó su primer negativo en Buenos Aires y fue pionero en un estilo único de trabajar el retrato para la época. Su actividad fotográfica en la ciudad resultó tan exitosa que en lugar de regresar Estados Unidos, a los dos años le pidió a su novia que viniera a Buenos Aires a casarse con él. En 1901 es nombrado fotógrafo oficial de la Sociedad Rural Argentina —año en que realizó el primer trabajo para esa institución en una exposición ganadera—, cargo que ejerció hasta 1916 y que le aportó reconocimiento y un vínculo con los estancieros para futuros trabajos. Gran parte de la su obra puede verse en el Centro.
El trabajo de Srur también es una convocatoria a todos aquellos fotógrafos que cuentan con archivos, pero no pueden o saben manipularlos para preservarlos y gestionarlos para su difusión. Así, el gran objetivo de este fotógrafo es que la disciplina tome "el rol que se merece dentro del ámbito cultural argentino, que gane espacios y sirva para emprendimientos lúdicos, científicos y educativos".
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